Y Lisístrata se hizo carne... ¡Bienvenidos al cabaret!


Shakespeare, Lorca, Aristófanes... Hay que reconocerle a Carlos Moure, gran mago hacedor del proyecto que es hoy la compañía teatral Trece Gatos, fundada en 2010, la valentía de elegir siempre, para los montajes que dirige, obras de categoría superior. Seguidores del trabajo de este creador de mundos escénicos y del grupo de actores que lo hacen posible, desde que tuvimos la oportunidad de asistir a dos de sus espectáculos profesionales el pasado verano (de los que dimos cumplida, y elogiosa, cuenta en nuestra bambalina), nos prometimos seguir lo pasos de este grupo, convencidos de que sus producciones son siempre garantía de autenticidad, sensibilidad y goce.

La compañía Trece Gatos tiene su sede en el teatro del Centro Sociocultural Mariano Muñoz (Sala del Mariano), en el madrileño barrio de Almendrales; y hasta él nos acercamos ayer para asistir a su última producción, Lisístrata Cabaret, estrenada el pasado 20 de octubre y que permanecerá en cartel durante todo el mes de noviembre. Pertenece este montaje a la sección de teatro aficionado del grupo, La Gatera, aunque la mayoría de los actores que participan en él lo son también de la compañía profesional, lo que da muestra del espíritu de participación y de equipo que preside esta compañía, así como de la coherencia de un proyecto entendido como escuela de formación y taller permanente en el que los actores evolucionan junto con los montajes desde que estos se presentan por primera vez en la  citada sala.

Esta comedia de Aristófanes estrenada hace 2.400 años, escrita desde la procacidad y picardía sexual que caracterizó a la comedia ateniense y Plauto llevará a su máxima expresión más tarde en Roma, ha sido considerada a lo largo de la historia como uno de los más ingeniosos (y convincentes) alegatos en contra de la guerra, así como una temprana muestra teatral del sempiterno enfrentamiento entre hombres y mujeres, en el que estas obtienen una rotunda victoria. La ingeniosa ocurrencia de una huelga sexual femenina (en un hombre es imposible tal planteamiento) para parar una guerra protagonizada por sus parejas ha sido utilizada en numerosas ocasiones en la escena contemporánea, incluso llevada al cine. No podía dejar escapar Moure la oportunidad de explorar un texto con tantas posibilidades escénicas, de cuyo contenido, a buen seguro, podría obtener un espectáculo divertido, adaptable como pocos a su concepción musical del teatro. Y para ello ha elegido la expresión escénica más adecuada, el cabaret, donde la música, el baile y el erotismo se aúnan para ofrecer un espectáculo cargado de diversión procaz y transgresión desvergonzada, mientras el público que asiste a la representación puede consumir una bebida, al tiempo que ríe, aplaude y participa de una fiesta distendida de la que se siente parte (incluso se ve impelido a participar en varios de los números que se ofrecen).



Las barreras entre los actores y el público se rompen en esta Lisístrata Cabaret que transforma el recinto teatral en una sala de music hall donde las actrices que protagonizarán la obra (tan solo hay un actor en un elenco de catorce miembros) reciben con picardía a los asistentes, y los atienden, en su papel de cabareteras. Poco queda del texto de Aristófanes en esta versión, cuya prioridad es, por encima de cualquier otra consideración, acercarse y divertir al público; y, verdaderamente, poco importa. Basta utilizar el armazón central del texto, junto con algunos pasajes importantes del mismo, para crear una historia entretenida y picantona capaz de hacer pasar un buen rato a los asistentes. Frente a los grandes propósitos del arte escénico, dispuesto en ocasiones a cambiar el mundo, hay otras formas de entender el teatro, de más humilde aspiración, que, sin embargo, hacen posible y llevadera la existencia en este tan solo con el propósito de extraer unas liberadoras sonrisas de un público ávido de distracción. Teresa Bailón, María Díaz, Raquel León, Estefanía Hernández, José Mora, Elena Sanz, Ángeles Laguna, Celia Ferrer, Romina Sánchez, Yolanda Gil, Nuria Simón, Paloma Maestre, María Temprado y Carmen Alcaide, junto con Carlos Moure desde el equipo técnico, son los encargados de dar vida a este seductor universo de ligas y encaje recreado a partir de una subversiva y revolucionaria conjura:    

Ningún hombre ni amante ni marido
se acercará a mí descapullado.

José Luis G. Subías








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