"Un bar bajo la arena", una obra desde el teatro para el teatro y su público


Una inspirada amalgama de talento, profesionalidad, experiencia y amor al teatro, su tradición y sus gentes confluye en el bello y emotivo espectáculo que, desde el pasado 28 de septiembre, se está ofreciendo en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero. Un bar bajo la arena es la nueva creación dramática de José Ramón Fernández (Madrid, 1962), uno de los más destacados protagonistas de la dramaturgia española de este siglo. No vamos a descubrir aquí los méritos de quien acumula los más prestigiosos galardones teatrales de este país y ha escrito, en su ya larga trayectoria, cerca de medio centenar de textos propios (algunos en colaboración con otros autores), a los que se suma un buen número de dramaturgias sobre producciones ajenas, marcados por un estilo muy personal y un lenguaje, entre poético y realista, que adivinamos de nuevo en esta entrañable pieza que nos atrevemos a calificar de maestra.

Pero si a la visión teatral y la maestría literaria de José Ramón Fernández se les une las de un no menor visionario de la escena y la literatura dramática como Ernesto Caballero (Madrid, 1957), director del montaje, la mezcla puede ser deliciosamente explosiva. Y, en efecto, toda una explosión de emociones, recuerdos, guiños de complicidad, literatura y teatro se dan cita en este bar que existió en las entrañas del Teatro María Guerrero hasta hace veinte años, y ha sido ahora recreado, con todo detalle, por la escenógrafa Monica Boromello, en el mismo espacio que ocupara entonces, hoy Sala de la Princesa.

Un bar bajo la arena, texto nacido con ocasión del 40º aniversario de la creación del Centro Dramático Nacional, pretende ser (y es) un sentido homenaje a las gentes del teatro, a todas las gentes de teatro, incluido ese público aficionado sin el cual no podría existir la magia del arte escénico; simbolizado en un entrañable y delicado espectador, José María, interpretado por un magnífico Pepe Viyuela que constituye el vínculo entre la realidad y la ficción en una pieza donde todo es ficticio y real a un tiempo, como nosotros mismos, espectadores que contemplan un espectáculo escénico lleno de filtros; historias dentro de historias, actores que encarnan a actores que devuelven la vida a personajes que nunca existieron más que en la ficción, pero en el fondo, tan reales como aquellos que un día dejaron de ser y hoy conviven con ellos en el mismo espacio...

José Ramón Fernández ha vuelto a hacer uso del juego metateatral, siempre tan sugerente y efectivo, para construir una historia sobre la gente del teatro para la gente del teatro, cargada de emociones... y de cultura. No resulta fácil seguir todos y cada uno de los guiños, insinuaciones, referencias, citas, nombres y situaciones que se mencionan en el texto, salvo que se posea una amplia cultura teatral. El espectador avezado disfrutará tratando de encontrar y reconocer las numerosas obras a las que se alude, directa o indirectamente, en el texto (las Comedias bárbaras, Los gigantes de la montaña, Hamlet, El sueño de la razón, Motín de brujas, Luces de bohemia, Doña Rosita la soltera, Eloísa está debajo de un almendro, El jardín de los cerezos...), los dramaturgos que se mencionan o incluso aparecen en escena, como Adolfo Marsillach (mucho más que un dramaturgo) o Antonio Buero Vallejo; o los incontables actores, vivos y ausentes, que se dan cita en este privilegiado espacio fantasmal, desde Manuel Galiana a José Pedro Carrión, Guillermo Montesinos, Aurora Redondo, Berta Riaza, José Luis Gómez, Julia Gutiérrez Caba, Fernando Delgado, Carlos Lucena, José María Rodero, Lola Mateo, María Asquerino, Nuria Espert y tantos otros; a los que une sus nombres un fantástico elenco de trece actores (buen número para el teatro, donde no existe la superstición) que da vida a este complejo universo, formado, por orden alfabético, por Jorge Basanta, Isabel Dimas, Luis Flor, Carmen Gutiérrez, Ione Irazábal, Dani Moreno, Julián Ortega, Francisco Pacheco, Raquel Salamanca, Juan Carlos Talavera, Janfri Topera, Maribel Vitar y Pepe Viyuela. Impecable el trabajo realizado por todos ellos, desde principio a fin; con un Janfri Topera insuperable en su papel de Blas, el camarero, que sostiene, junto al personaje de Pepe Viyuela, la armazón argumental de la historia; como dignos de enmarcarse para el recuerdo son muchos momentos de esta: la escena de figurantes con las lanzas, cantando ese himno del "Atleti figuración" compuesto por Nancho Novo; la Práxedes de Maribel Vitar, en quien sin duda se inspiró Jardiel Poncela para construir su personaje; la envolvente voz de Isabel Dimas y su majestuosa presencia como Aurora Redondo o Nuria Espert, en su intensa interpretación de doña Rosita, y tantos otros... Como impecable es asimismo la escenografía, ya mencionada, de Monica Boromello, a la que acompaña la iluminación de Tomás Muñoz y la ambientación musical y sonora de Luis Miguel Cobo; todo ello dirigido por un hábil creador escénico como Ernesto Caballero, que conoce la tradición, el lenguaje y la comunicación teatral como pocos.

Un bar bajo la arena es obra de especialistas para especialistas, una obra de teatro que habla de teatro dirigida a las gentes del teatro y a todos quienes, aun sin saberlo, forman parte de tan escogida familia; un público que, desde el confortable anonimato que ofrece la oscuridad de la sala, contempla con complicidad y cierta dosis de envidia ese fabuloso mundo de solitarios y brillantes inadaptados a una realidad que no comprenden o comparten y desean cambiar (o, al menos, refugiarse en otras vidas y otros mundos donde todo es posible y de los que cada día se renace), esperando tener algún día el privilegio de ser invitado a comer junto a ellos un poético y sencillo bocata de anchoas con queso.

Cita obligada para todos los amantes del teatro, esta obra que estimamos ya como un referente en la literatura dramática española contemporánea podrá seguir disfrutándose en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero hasta el próximo 25 de noviembre.

José Luis G. Subías      

Fotos: marcosGpunto


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