"Bruto o neto", una comedia de costumbres muy contemporáneas


Anoche pasamos la resaca de nuestra frustración anual tras el sorteo de la lotería navideña (esa que siempre toca a otros) de la mejor manera posible para un sábado inmerso ya en la vorágine de unas fiestas que se extenderán hasta bien entrado el próximo año: asistiendo al teatro. Esta vez nos dirigimos a AZarte, un pequeño espacio escénico inserto en el corazón de un Madrid lleno de vida y colorido, el barrio de Chueca, para asistir a la representación de una comedia que, desde su estreno el pasado mes de octubre, no ha dejado de llenar la sala todos los sábados. Y ayer no fue una excepción. La razón de este éxito debe buscarse en los rostros sonrientes, cómplices y satisfechos de quienes abandonaban el local (la mayoría un público joven, en sintonía con la edad de los creadores del espectáculo), tras haber premiado con unos encendidos y agradecidos aplausos el excelente trabajo que acababan (acabábamos) de disfrutar.

Bruto o neto es el primer proyecto teatral de la recién creada compañía La Calufa, fundada en 2018 por un grupo de jóvenes guionistas que han dado el arriesgado e importante paso de producir sus propias creaciones. Dos de sus fundadores, Rebeca Serrada y Diego Zúñiga, son los autores de esta divertida, actual y desenfadada pieza que muestra un aspecto de nuestra realidad de corte netamente urbano y juvenil, ligado al mundo de las redes sociales, youtubers e influencers, donde, a partir de una trama creada sobre la necesidad de dos compañeros de trabajo de superar una prueba en la que solo uno de los dos mantendrá su puesto, con notables mejoras (imposible no recordar El método Grönholm, de Jordi Galceran), asistimos a un retrato mínimamente ácido, con tintes paródicos y una buena dosis de humor, tanto de la precariedad laboral de los jóvenes como de las relaciones y los valores humanos en nuestro tiempo; para ser esta última, la calidad humana, la que se imponga finalmente. 

La intriga de esta comedia hace que el permanente diálogo de los dos únicos personajes que conforman la historia (Guiomar y Curro), a los que se añade una tercera voz externa, en off, que dirige de algún modo sus actuaciones y ejerce un indirecto papel antagonista frente a ambos (antagonistas a su vez entre ellos, a la par que amigos y aliados), se siga con un continuo y creciente interés. Interés que los dos actores que dan vida a estos, Olalla Hernández y Jaime Reynolds, potencian con una interpretación llena de frescura y verdad, tan natural y desenfadada como el texto al que dan vida. Divertidísimos ambos, y especialmente una hilarante Olalla Hernández cuyos variados registros tonales y acentuales nos acercan a situaciones y tipos humanos perfectamente reconocibles, siempre desde el tono amable de la parodia más simpática. Todo ello orquestado por Alberto Fernández Prados, joven dramaturgo y director cuya visión del teatro se halla totalmente en consonancia con el contenido de esta nueva pieza que dirige, a la que aporta el ritmo y agilidad necesarios para alcanzar su principal objetivo: hacer disfrutar a los espectadores. 

Provenientes del mundo del lenguaje cinematográfico y televisivo, la influencia de este medio se percibe en el texto creado por Rebeca Serrada y Diego Zúñiga; sin que esto sirva en absoluto de desdoro, sino todo lo contrario: el lenguaje de la buena comedia de tiempos pasados puede hoy encontrarse en los guiones de muchas series de televisión; y el de estas, en algunas grandes comedias de nuestro tiempo. En ambos casos, la palabra y el diálogo ingenioso lo son todo. 

Tres meses no han sido suficientes para agotar una comedia que aún tiene mucho que decir y muchos potenciales espectadores dispuestos a escucharlo, por lo que las representaciones de Bruto o neto se repetirán aún durante los próximos sábados 12, 19 y 26 de enero, en la sala AZarte de Madrid. Todo un descubrimiento que invitamos a compartir.

José Luis G. Subías

Fotografías: Chus Blázquez

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