Una expectativa frustrada en torno a un trapecio


Si la expectativa frustrada jakobsoniana servía en la teoría de las funciones del lenguaje para engrandecer la calidad artística de una obra destacando lo sorprendente de su forma, muy diferente fue el resultado del experimento que acudimos a ver el pasado 9 de mayo en el Teatro Circo Price de Madrid, donde se estrenaba Miss Mara. Quien se reserva no es artista, un espectáculo dirigido y montado por Teatro en vilo (Andrea Jiménez y Noemi Rodríguez) a partir de un proyecto impulsado por la actriz Fátima Baeza, quien interpretará una versión histrionizada de sí misma en la función, acompañada de las trapecistas Graziella Galán, que no solo mostró sus dotes en el trapecio sino su capacidad para afrontar con solvencia el reto de actuar con la palabra ante el público, y Sabrina Catalán, cuyo momento de gloria lo alcanzó no en las alturas, sino sobre la pista, al reproducir los dislocados movimientos de un cuerpo caído e inválido que trata de incorporarse y alcanzar de nuevo la movilidad.

A través de una distendida y dicharachera conversación mantenida por las susodichas, a lo largo de la cual se intercalan los tres momentos definitivos de la función, aquellos en que las protagonistas suben (de un modo muy distinto en cada caso) al trapecio, se recuerda la vida de la trapecista gaditana Mara Papadopoulos, "Miss Mara" (1933-2013), que  triunfó en los escenarios de medio mundo en el siglo pasado y obtuvo el Óscar Internacional de Circo, el Premio Nacional de Circo y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes. Debemos reconocer que la finalidad de dar a conocer el nombre y la labor de esta artista del trapecio, en un merecido homenaje a quien lo fuera todo en su disciplina artística, se cumple con creces; sin embargo, también es preciso afirmar que, desde el punto de vista escénico, el resultado de este bienintencionado experimento resulta, a nuestros ojos, fallido. Ni siquiera la música en vivo que acompaña al espectáculo, a cargo de Lise Belperron, logra dar un colorido apenas existente en una representación que resulta lánguida y anodina, a pesar de los guiños simpáticos que un texto insulso, en busca de la gracieta fácil, sin interés alguno, trataba de ofrecer.

Lamentamos emitir un juicio tan poco favorable hacia un trabajo por el que sentimos el mayor de los respetos, así como por los artistas y profesionales que lo hacen posible. Nuestras expectativas eran muy altas al acudir a presenciar un espectáculo teatral y circense en torno al trapecio; tan altas como la decepción que sufrimos al contemplar un montaje que difícilmente podría ser calificado de teatro, pero tampoco era circo. Solo una satisfacción nos llevamos al abandonar las gradas del Teatro Circo Price, y fue la íntima promesa y el encendido deseo de acudir pronto al Circo, ese mágico lugar donde la fantasía cobra forma y color, y los humanos se visten de Ícaro para lanzarse al vuelo subidos en un trapecio.

Miss Mara. Quien se reserva no es artista podrá seguir viéndose hasta el domingo, 12 de mayo, en el Teatro Circo Price.

José Luis G. Subías

Fotos: César Lucas Abreu

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