Arniches nos visita de nuevo, en el Teatro Amaya de Madrid


Hace dos años, La venganza de la Petra cumplía un siglo desde que pisara por primera vez un escenario. Para entonces su autor, el alicantino Carlos Arniches (1866-1943), con más de cien estrenos a sus espaldas y un pie todavía anclado en el siglo XIX, era el dramaturgo popular más cotizado por las empresas teatrales -con el permiso de Muñoz Seca y los Álvarez Quintero- y sus éxitos se sucedían en el Madrid más rumboso y chispero del reinado de Alfonso XIII. Mucho han cambiado los gustos desde 1917 hasta hoy, así como sus usos, su forma de hablar -esta, quizá, no tanto- y sus valores -estos, mucho-, pero seguimos conectando y divirtiéndonos con los permanentes e ingeniosos chistes con que Arniches sazona un texto que mantiene intacta su comicidad a pesar del paso del tiempo, como los buenos clásicos. Y sin duda alguna esta pieza lo es, como demuestran sus numerosos estrenos y reposiciones a lo largo del siglo pasado y en lo que llevamos de este. La última, el montaje que estos días puede disfrutarse en el Teatro Amaya de Madrid, dirigido por José Luis Gago -e interpretado asimismo por este, en calidad de primer actor-; una versión remozada con un nuevo elenco de la estrenada ya por la Compañía Lírica Ibérica hace ya algunos años.

Carlos Arniches
La comedia plantea un habitual conflicto conyugal, repetido hasta la saciedad en numerosas obras de nuestra tradición escénica: el de un joven marido (Manolo, interpretado por Luis Ángel Gago), que descuida a su mujer (Petra, a quien da vida Carla Postigo) abandonando el nido para pollear y pavonearse por las calles de Madrid, y será reconducido al buen camino por un ardid ideado por su suegro (Nicomedes, papel que encarna José Luis Gago), consistente en provocar los celos del mozo, haciendo que su mujer gallee tanto como él. A este tradicional argumento se le añadirán algunos otros ingredientes, en forma de personajes subsidiarios, que complicarán el enredo y provocarán, junto a  las peripecias de la trama principal, otras muchas divertidas situaciones cómicas. Completan -junto con los citados- un reparto orquestado con maestría por José Luis Gago -quien dio el tono y el nivel requerido a su papel y, en general, a la pieza-, en el que Carla Postigo estuvo a la altura y Víctor Benedé nos hizo recordar con su Conesa algunos de los grandes momentos de la comedia y el cine español de hace unas décadas, un correcto Juan Polanco en su papel de Bibiano, al igual que Natalia Jara como Nicanora, Sonia Gascón (Eudosia), Cristina Palomo (Raimunda) y Olivia de Pablo (Jesús).        

El montaje, absolutamente respetuoso con el texto de Arniches, refleja también, en el vestuario y la escenografía -de un realismo costumbrista convencional-, el sabor de una época y nos traslada a un Madrid de hace cien años cuyos ecos aún conservamos muchos de quienes hace tiempo comenzamos a peinar canas. Una buena ocasión, en definitiva, para reencontrarnos con una tradición escénica cuyo objetivo principal es el divertimento, pero que también ofrece un retrato social y un espejo traslúcido que nos muestra el reflejo de lo que fuimos y de lo que, en cierto modo, en algún lugar de nuestra memoria, aún no hemos dejado de ser. La venganza de la Petra permanecerá en el Teatro Amaya hasta el próximo 25 de agosto.     


Fotografías: Antonio Castro

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