"Lo que mamá nos ha dejado", una comedia tradicional con el sello de Ramón Paso


Retomamos nuestra actividad informativa y analítica de la escena madrileña como la dejamos hace dos semanas, comentando una obra interpretada por la compañía PasoAzorín, que mantiene al unísono, en la cartelera del Teatro Lara, tres de sus montajes (todos ellos reseñados en La última bambalina). Tan solo nos faltaba dar cuenta de esta última pieza, que lleva por título Lo que mamá nos ha dejado, donde el dramaturgo y director madrileño Ramón Paso vuelve a dar muestra de su talento en ambas facetas, que forman en él un todo inseparable.

Como inseparables de su expresión estética son las actrices que una vez más interpretan sus personajes: Ana Azorín, Inés Kerzan, Ángela Peirat y Ainhoa Quintana; a quienes se une en esta nueva aventura cómica un veterano de la risa, Eloy Arenas. Con este afortunado y compacto elenco, que conjunta experiencia, simpatía y ganas de disfrutar, el buen rollo en escena, la profesionalidad y el humor están garantizados.

Afirma Ramón Paso, en el programa de mano, que esta comedia supuso un reto personal nacido de una sugerencia de Ignacio del Moral, quien, al salir del estreno de Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales, le hizo notar el grado de comodidad que había alcanzado cultivando la incomodidad como manifestación artística y le propuso arriesgarse saliendo de ese terreno conocido. Este amistoso reto fue, de algún modo, el revulsivo que le llevaría a escribir más tarde Lo que mamá nos ha dejado, la pieza, de cuantas hemos visto del autor, más cercana, por su hechura y planteamiento escénico, a la estructura de la comedia tradicional (hace tiempo que pensamos que, en nuestros días, es esta la expresión más subversiva). Y hemos de confesar que el resultado nos ha complacido. Paso demuestra en su obra que solo desde el conocimiento de la tradición previa es posible "desprenderse" inteligentemente de ella, para hacerla evolucionar sin dejar de ser ella misma; que, para experimentar con nuevas formas expresivas, es necesario conocer y dominar las que han dado buena cuenta de su validez con anterioridad. La misma validez que atrae, en pleno mes de agosto, y al filo casi de la medianoche, al numeroso público que abarrota desde hace varias semanas, todos los jueves, la sala Lola Membrives del Teatro Lara, para pasar un divertido rato de teatro en plena cara disfrutando con esta singular familia compuesta por tres hijas, un padre y una amante aún más joven que aquellas.

El azar quiere reunirlos a todos en la vieja cabaña de Carmela (Ana Azorín), la adusta y malhumorada hermana mayor, adonde esta se dirige buscando refugio para mitigar el dolor que siente tras haber sido engañada por su marido; y a la sorpresa -y disgusto- de encontrarse a César (Eloy Arenas), su padre, en la cabaña, animada con la llegada de Mar (Inés Kerzan) y Natalia (Ángela Peirat), las otras dos hermanas, cuyas vidas no pueden ser más distintas, se añade el escándalo colectivo de encontrar a aquel con su jovencísima amante, Lilí (Ainhoa Quintana). Pocos ingredientes más hacen falta para generar un conflicto marcado por el humor (y una ausencia muy presente, la de la madre), que irá haciendo aflorar los más ocultos sentimientos de los personajes; todos ellos unidos, en realidad, por un mismo vínculo: el deseo de amar y ser amado.

En coherencia con el planteamiento tradicional de la obra, el montaje tiende a un realismo escénico reconocible en el empleo de una escenografía alejada del minimalismo a que el autor nos tiene acostumbrados. No solo el sofá y el sillón situados en el centro del escenario, en los cuales y en torno a ellos se desarrolla la acción, sino también la estantería con libros, una radio y otros adornos, o las ventanas recreadas al fondo del escenario, con los visillos característicos de una estancia como la que se pretende reproducir (jamás vimos una escenografía de Paso con tal profusión de detalles). Esta, junto con la ambientación sonora con que se completan la escenas e interaccionan los actores, todos ellos impecables en sus respectivos papeles, transmiten esa sensación que señalábamos al comienzo de nuestra reseña, de hallarnos ante un producto conocido y cercano, probablemente más "comercial" que otros montajes del autor, pero que mantiene, entre la corrección formal y la linealidad argumental con que se desarrolla la acción, el mismo tono gamberro y desenfadado que caracteriza al estilo Paso, esa irreverencia simpática (nadie dice con más gracia y naturalidad "me cago en mi padre" que sus personajes) y la difícil facilidad que parecen transmitir siempre sus comedias.

Lo que mamá nos ha dejado se mantendrá en cartel hasta el 31 de octubre, todos los jueves, a las 22:15 h., en el Teatro Lara de Madrid.

José Luis González Subías

Fotografías: Lucía Lera

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