Entre el amor y la existencia... Un viaje de Sara García Pereda y Pablo Canosales


Mis pasos de sediento buscador de historias teatralizadas me condujeron anoche al otrora castizo y hoy multicultural barrio de Lavapiés, para adentrarme en El Umbral de Primavera, un apacible y acogedor rincón de este Madrid tan lleno siempre de sorpresas y ofertas artísticas. En la recogida e íntima sala de este espacio alternativo, se representaba Aire siempe de viaje, espléndido texto de Sara García Pereda dirigido por un Pablo Canosales cuya trayectoria en los últimos años lo sitúa ya como un referente (tanto en su faceta de autor como de director) de la nueva dramaturgia española de este siglo. 

Frescura, ideas, creatividad, magnífica formación y mucha profesionalidad es lo que encontramos en un montaje que rebosa juventud y nos encandiló desde el primer momento; una juventud, no exenta de reposada madurez, que impregna cada una de las acciones y las palabras de los dos únicos personajes que intervienen en la historia, y se transmite en cada detalle de la puesta en escena: desde la minimalista y bella escenografía creada por Tania Tajadura y Laura Costero, que combina la oscuridad de la caja escénica con los colores de una formas que recuerdan a Miró y presiden en todo momento el mundo de onírica abstracción en que transcurre la acción dramática; a la concisa y precisa iluminación de Carlos Marcos, que acompaña y divide las múltiples secuencias, marcando un ritmo interno (y externo) al que contribuye en su justa medida (también con muy buen gusto) una muy acertada ambientación sonora.

La historia de amor incompleto (o lo más completo posible) presentada por García Pereda, en un excelente ejercicio literario que cuida al detalle la palabra y ensarta en el discurso de los personajes frecuentes alusiones metaculturales, propias del nivel social al que estos pertenecen, compartido por el público al que se dirige la obra (se trata de un teatro de palabra, de ideas, muy reflexivo, de ámbito culto), trasciende el reducido círculo de la pareja para presentarnos, en realidad, una introspección vivencial y reflexiva sobre la condición humana, la incomunicación y el desencuenro. La relación entre Nadia y Fer, a quienes dan vida Violeta Orgaz y Juan Caballero, en una impecable interpretación de corte naturalista (sin perder el marco de simbolismo y artificiosidad estetizante de algunos momentos), idónea para un texto cuyas características lo harían apropiado para trasladarse al medio televisivo o cinematográfico, se convierte en una metáfora de la vida y del amor; de esa fórmula irresoluble que demuestra que la suma de dos nunca es uno en las relaciones humanas, y que el uno siempre está incompleto a falta del otro.

Varias interpretaciones en torno a las relaciones de pareja pudieron escucharse, al finalizar la representación, en el ambigú de este espacio creado para el encuentro (¿acaso no está construido el texto como una danza a ciegas entre el encuentro y el desencuentro?), donde el público tuvo ocasión de expresar su opinión y conocer la de los protagonistas creadores del espectáculo; sin embargo, no puedo dejar de ver a Fer y Nadia como los dos lados simétricos de un mismo rostro. Lo que contemplé anoche en Aire siempre de viaje, y aún sigo viendo en mi recuerdo, fue el largo monólogo dual del hombre-mujer consigo mismo en busca de completarse; la mirada del yo reflejado en el espejo, donde se encuentra a sí mismo en el otro, para alejarse de nuevo al partir, en un perpetuo encuentro-desencuentro inherente a la existencia. Una lectura, por tanto, no amorosa de la obra, sino existencial. ¿O acaso no es lo mismo?

Cada espectador obtendrá su propia respuesta en El Umbral de Primavera, donde aún podrá seguir disfrutando de este trabajo, muy recomendable, de la compañía Sieteteatro Producciones, fundada por Pablo Canosales en 2008. La cita, todos los viernes (salvo víspera de Reyes) hasta el próximo 26 de enero.

José Luis G. Subías

    



Comentarios

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos