"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo


Interesante experimento teatral el que vimos ayer en el Teatro Español. El recinto emblema de nuestra dramaturgia acoge desde el 15 de abril un espectáculo escénico que con el atractivo reclamo del nombre de Shakespeare y su inmortal obra Romeo y Julieta, a los que se añaden los de los no menos conocidos en nuestro país Ana Belén y José Luis Gómez, aventuraba ser uno de los acontecimientos teatrales de esta temporada. Una producción de gala que, además de contar con tan relevantes figuras sobre el escenario y la privilegiada excepcionalidad de tener aseguradas casi medio centenar de funciones, durante cerca de dos meses, se encuentra arropada por el trabajo de un equipo artístico de primer nivel. Éxito asegurado y un producto a la altura de este... ¿Me equivoco?

Pero, ojo, no es una nueva recreación de la tragedia de Shakespeare lo que se anuncia y representa en realidad. Eberhard Petschinka, autor de Romeo y Julieta despiertan..., ha escrito un texto que toma en efecto como referencia la historia shakespeariana, la cual subyace tras la trama pergeñada por el dramaturgo austriaco, y la recrea en una suerte de narración recordada y recreada por los dos personajes protagonistas de la obra inglesa, devueltos fabulosamente a la vida tras un largo sueño que los ha convertido en ancianos, para, solo después de reencontrarse sin reconocerse -en el caso de Romeo, ni siquiera a sí mismo- durante la mayor parte de la obra, renunciar a la oportunidad de seguir vivos y disfrutar de un amor que, a pesar de haberse mantenido en el tiempo, parece negarse a habitar los ahora marchitos cuerpos y rostros de los dos jóvenes amantes de Verona. El trágico final que Petschinka ha querido dar a su creación nos deja fríos y nos lleva a preguntarnos cuál era la verdadera intención del autor al escribirla. ¿Honrar la vejez? ¿Ensalzar el amor, capaz de vencer las barreras del tiempo y de la edad? Reconozco no comprender qué se pretende con un espectáculo que retrata la ancianidad y los efectos asociados a esta -encarnados especialmente en la figura de un José Luis Gómez cuyo personaje llega casi a resultar patético- de un modo casi ridículo; incluso, en algún momento, diríamos de mal gusto. Algo tiene que ver en esto, entendemos, la aportación de Rafael Sánchez como responsable de la dirección de un montaje con muchas luces y sombras, como nos detendremos en comentar más adelante. 

No consigo alcanzar el mensaje y la intención o finalidad de un texto que no aporta nada a la tragedia de Shakespeare, pero tampoco fuera de ella. ¿O es que nos hallamos ante un producto ad hoc, construido ex profeso para el lucimiento de dos grandes actores -finalidad conseguida solo en parte-, respaldados por un montaje de un alto valor estético? Y es que no cabe duda de la suntuosidad de un espectáculo donde, junto al brillante trabajo de una colosal, magnífica, Ana Belén, cobra un especial protagonismo la iluminación de Carlos Marquerie, en el bello, escueto y desnudo espacio escénico diseñado por Ikerne Giménez -espectacular y efectivo ese círculo de focos central que acompaña a la acción-, dominado por la oscuridad de la caja negra del escenario -formando un bello contraste con el color emanado de las ropas de Romeo y Julieta-, en torno a dos sepulcros de un gris oscuro acorde con el espacio, cuya movilidad les permite ayudar a la creación de los más diversos ambientes. Este impecable trabajo escenográfico, en el más completo sentido del término, se acompaña asimismo de un oportuno empleo de la música en escena -que nos ofreció muy bellos momentos-, bajo la dirección de David San José, quien, además de tocar el piano, interpreta en la obra al Padre Lorenzo. Acompañan a este, al violonchelo, Irene Rouco, que asume asimismo el papel de Lady Capuleto, y José Luis Torrijo a la guitarra. Este último tuvo ocasión de mostrar su condición de verdadero actor en varias escenas, frente a la simple corrección de unos excelentes músicos a quienes la interpretación actoral les viene algo grande.

Hasta aquí las "luces" de un montaje de alta calidad artística. Permítasenos añadir algunos reparos a un espectáculo que, en conjunto, nos resultó innecesario, inane y, a pesar de los esfuerzos de una extraordinaria Ana Belén por insuflar vida, ritmo y verdad a una acción que languidecía por momentos, aburrido. La responsabilidad de este resultado -si bien debe ser compartida, en parte, por Petschinka- entendemos recae especialmente sobre Rafael Sánchez, de quien tuvimos la fortuna de ver hace unos años un excelente montaje de Tiempo de silencio adaptado asimismo para la escena por el dramaturgo austriaco, que, en esta ocasión, creemos no ha llegado a alcanzar el fin perseguido. Junto al agónico ritmo escénico ya mencionado, discrepamos del carácter dado al personaje interpretado por José Luis Gómez, cuya figura quedó ensombrecida y apagada en el trascurso de la acción, frente a la poderosa Julieta de Ana Belén. Esa imagen de payaso decrépito, acosado por el alzhéimer, rompió cualquier atisbo de relación de su personaje con el Romeo shakespeariano y empañó, ocultó, la majestuosidad de uno de los más grandes actores que ha dado nuestra escena, llegando a trasmitirnos una sensación cercana a la pena (no solo el personaje). ¿Era eso lo que pretendían el director y el dramaturgo? Por otra parte, ¿era necesario incluir esos números musicales impostados, artificiales, rayanos en el ridículo? Al igual que esa ama bufa que se pasea por el escenario cual muñeco articulado en manos de un ventrílocuo ausente. O esa Lady Capuleto con su punto Pop Art y aire Cruella De Vil... 

O no supimos entender la original e inteligente propuesta escénica de Eberhard Petschinka Rafael Sánchez o este Romeo y Julieta despiertan... no pasa de ser un experimento baldío, un producto elaborado con un fin comercial (en el teatro público de España por excelencia) que no consigue alcanzar su objetivo. O quizá sí, pues posiblemente la sala del Español se seguirá llenando cada día, atraída por el irresistible magnetismo de nuestra popular Ana Belén, la pujanza del nombre de Shakespeare y su obra más conocida, y el carisma -entre las gentes del teatro- de José Luis Gómez. En cualquier caso, cabe la posibilidad de que cuanto he dicho no pase de ser una apreciación subjetiva, y ustedes sepan ver y percibir lo que yo no supe apreciar. El mejor modo de comprobarlo es acercarse al Teatro Español, donde Romeo y Julieta despiertan... permanecerá hasta el 4 de junio. No dejen de ir a verla, para hacerme quizá despertar de mi error.

José Luis González Subías


Fotografías: Javier Naval

Comentarios

  1. No dudo que con tales actores y hablando de Shakespere, se invite al público a asistir a disfrutar de dicha puesta en escena; pero sin duda alguna por lo relatado usted, queda de manifiesto el carácter oportunista de algunos dramaturgos y directores al tomar elementos de probada calidad y popularidad para crear nuevos productos que resultan en nuevos productos de dudosa calidad artística, por más galas con que los traten de adornar.
    De haber estado yo por Madrid, seguro hubiera estado en la luneta del teatro para ver a esos actores y para una vez más entrar en contacto con la obra del Bardo Inglés..aunque al salir hubiera preferido que ambos personajes no se hubieran despertado jamás.

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    1. Es un producto de mucha calidad artística. El problema, en mi opinión, reside en el planteamiento mismo de la obra, su intención dramática, y el enfoque de una dirección que creo ha errado en la incorporación de algunos elementos innecesarios, gratuitos, y el tratamiento de algunos personajes. Especialmente el de Romeo, pero no solo.

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  2. ¡Es tan difícil acertar cuando se lleva algo a escena! Y no es cuestión de medios, son muchas las circunstancias y microcircustancias las que deben coincidir.

    Estupenda critica por parte de José Luis González Subías

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  3. Una crítica muy acertada en general, pero creo que más allá del buen o mal hacer de director y autor quién desluce la función es precisamente José Luis Gómez, que debería ser capaz de reconocer que no está ya en plenas capacidades y facultades para encarar una temporada en un montaje de esta categoría y dar un paso al lado para no seguir minando su imagen y su prestigio.

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