Carlos Herrera Carmona recupera para la escena el género trágico con "El tiempo no hace ruido", estrenada en Nave 73


El tiempo no hace ruido... Con este sugerente título se presentaba la obra del autor sevillano Carlos Herrera Carmona, que en 2023 se alzó con el XVII Premio El Espectáculo Teatral. Editada por Ediciones Irreverentes ese mismo año, el texto de Carmona ha sido estrenado en la madrileña Nave 73, arropado por un público que hace ya tiempo agotó todas las entradas de los dos únicos días -27 y 28 de mayo- en que su montaje, producido por la compañía Elsinor Teatro, ha sido exhibido.

No es habitual encontrar obras de estas características en escena; no solo en las salas off, sino en cualquier teatro, público o privado, del circuito teatral. No hay concesión alguna al humor, tan socorrido y recurrente en la dramaturgia contemporánea -y tan necesario siempre-, ni nos hallamos ante una composición sujeta a los dictámenes del siempre equívoco -pero también reconocible- concepto de teatro comercial. Ninguna traba, impedimento o sujeción frena el torrente de palabras vertidas por el dramaturgo, en un despliegue literario de altura, solo sujeto a las necesidades de una historia cuyo verdadero alcance se desarrolla y desvela, en toda su magnitud, a medida que esta avanza.

Una compleja relación familiar, unida por vínculos tan viciados como esclavizantes, en los que el sadismo, el estupro y el crimen se manifiestan en el asfixiante espacio de un hogar cuyos muros no se ven pero se perciben, gobernado por un padre todopoderoso y cruel -una suerte de Bernarda Alba sublimada en hombre y dios pagano-, no tardará en mostrar el verdadero rostro de los cinco personajes que aparecen en escena. Carlos Herrera Carmona ha dado ya muestra con anterioridad de su interés por los mitos clásicos -ahí está su contribución a la antología de piezas teatrales dedicadas a Prometeo (2022), también publicada por Ediciones Irreverentes-, y es ahora Dioniso, con sus prostitutas siervas sagradas, y sus bacantes hijas, tan prostituidas y sacrificadas al dios sacrílego como aquellas, quien acapara el interés del autor para volcar su numen dramático y literario.

Recurriendo al minimalismo habitual en estos montajes, que suplen con el ingenio creativo lo que su escaso presupuesto les permite imaginar, la escenografía del espectáculo se limita a diseñar sobre el suelo del escenario una calculada cruz señalada con paja, cuyos cuatro lados, dejando un espacio central en el centro, sirven para recrear diferentes áreas en escena y dar movimiento visual a las situaciones y a los personajes. Muy bien resuelta esta disposición espacial -obra del propio Carmona e Inmaculada Martínez-, al igual que los distintos recursos que se emplean a lo largo de la función para recrear y ofrecer nuevas situaciones e intensidades dramáticas, mediante telas, luces... todos ellos de gran efectividad; como lo es el espacio sonoro creado por Psicolorama, el vestuario a cargo de las hermanas Escobar o el maquillaje de Iris González.

Una mención aparte requieren los cinco intérpretes del reparto, que realizan con absoluto rigor y solvencia su cometido: las actrices Paloma Peña (Clara, la sirvienta), Alba Cuevas (Raquel, hermana mediana) y Blanca Huidobro (Irene, la hija mayor, cuyo papel quisiéramos destacar especialmente), y los actores Juan M. Pino (Néstor, el padre) y Javier Golvano, quien representó con absoluta credibilidad y eficacia a Ana, la hija menor de esta inquietante familia.

Herrera Carmona ha acertado a crear un estilo muy personal en su obra, que recupera para la escena contemporánea un género, la tragedia, regurgitado a nuestros días desde la más remota e intemporal inspiración clásica. Han sabido a poco estas dos únicas funciones con que se ha estrenado El tiempo no hace ruido. Confiamos en que la buena acogida que ha tenido esta interesante creación la devuelva pronto al lugar que le corresponde, el de la escena, donde esperamos pueda ser admirada durante más tiempo... y haga mucho ruido.

José Luis González Subías


Fotografías: @nieveperez_

Comentarios

  1. Wilfredo A. Ramos29 de mayo de 2024, 21:20

    Enhorabuena que los autores en la actualidad dejen por un momento de lado, el humor, la sonrisa y la risa para retomar el género maestro, la tragedia, para decirnos cosas y abrir nuestras heridas.

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