Enrique Jardiel Poncela reclama su cetro en el Teatro Español con "Es peligroso asomarse al exterior", una comedia del autor versionada y dirigida por Pilar Massa
La palabra y el ingenio humorístico de Enrique Jardiel Poncela vuelven a adueñarse del Teatro Español de la mano de Pilar Massa, adaptadora y directora de esta espléndida versión de uno de los textos menos conocidos del inolvidable dramaturgo madrileño, quien sigue demostrando, casi cien años después de que su peculiar estilo como hacedor de enredos dramáticos destacara entre sus contemporáneos, por qué fue y es uno de los mejores comediógrafos que ha dado este país.
No había vuelto a representarse, que sepamos, desde su estreno en el Teatro de la Comedia en 1942, y un año después, en un nuevo montaje de la obra presentado en el Teatro Borrás de Barcelona, la comedia que estos días se exhibe en el templo escénico de la Plaza de Santa Ana: Es peligroso asomarse al exterior. Escrita en el periodo de mayor actividad del dramaturgo, aquellos primeros años de la década de los cuarenta en que nos legó inolvidables títulos como Eloísa está debajo de un almendro, El amor solo dura 2.000 metros, Los ladrones somos gente honrada o Los habitantes de la casa deshabitada, entre otros, la pieza que Pilar Massa ha querido recuperar, con una iniciativa y acierto dignos de encomio, despliega sobre el escenario -en algo más de dos horas que no se hacen notar- toda la potencialidad y los valores del teatro de Enrique Jardiel Poncela: su permanente sentido del humor y la ironía -de herencia oscarwildeana e influencia hollywoodiense-, su ingenio audaz representativo del absurdo cómico, el dominio del enredo y la construcción de unas piezas de un ritmo envidiable, con personajes tipo -muchas veces entrañables- que funcionan como piezas insustituibles de un engranaje perfecto.
Todo ello ha sabido extraer la directora de esta excelente puesta en escena que conserva todo el encanto del teatro de los años cuarenta del pasado siglo -excelente sabor de época el reconstruido con la escenografía diseñada por Estudiodedos, el vestuario de Rafael Garrigós, la iluminación de Olga García y la ambientación sonora y musical de Ester Rodríguez-, con el añadido de un sentido escénico, un color y un ritmo que percibimos absolutamente contemporáneos. Y es que solo puede ser definido de este modo, como tradición contemporánea, el teatro de Jardiel Poncela.
La acción de la pieza, ambientada entre 1941 y 1942 y heredera de la alta comedia por su entorno aristocrático -presenta una sociedad de señores y criados-, plantea la inverosímil situación de una mujer enamorada de tres hombres al mismo tiempo, que resultan ser dos hermanos y el padre de ambos -en esta imposible casualidad reside la mencionada inverosimilitud-, con los que ha prometido casarse. Cuando se descubre el embrollo, confesado por la propia Isabel en la casa donde todos ellos pensaban establecerse, estos renuncian generosamente al anhelado matrimonio, en favor de los demás, y piden la mano de las tres hijas solteras de una amiga de la familia, quienes dejan compuestos y sin novia a los tres pretendientes que las cortejaban hasta ese momento. Isabel, en connivencia con la tía y hermana de sus hasta hace poco prometidos, tratará de impedir este "sacrificio" matrimonial y lograr que los agraviados pretendientes recuperen a sus novias. Ahorraremos el final de este enredo dramático, del que solo puede salirse con la habilidad de quien fue capaz de crearlo, para dejar que sea el escrutador de estas líneas quien lo descubra en el teatro.
Esta ambiciosa producción del Teatro Español nos ofrece el privilegio de contemplar en escena el trabajo de un generoso reparto de catorce actores -algo solo posible hoy en producciones financiadas con el erario público o en grandes musicales-, que brillan en un espectacular ejercicio de interpretación personal y conjunta, y un permanente juego escénico del que Pilar Massa ha sabido obtener un excelente resultado. Brillante nos pareció el trabajo de Lucía Quintana -a la que Bretón de los Herreros no hubiera desdeñado como Marcela- en su papel de una Isabel que constituye el eje desde donde parte y se desarrolla el conflicto, al igual que el de sus enamorados prometidos, a quienes dan vida Daniel Freire, Guillermo Manuel Ortega y Raúl Fernández de Pablo; del mismo modo que bordaron sus papeles Elena González y Malena Gutiérrez, que compartieron su veteranía y dominio de la escena con los sirvientes César Camino y Paco Ochoa, quienes nos regalaron momentos de gran comicidad; al igual que el excelente tándem formado por esas tres encantadoras parejas que interpretaron Jacinto Bobo, Katia Borlado, Cynthia Rosado, Guillermo de los Santos, Raquel Varela y Samuel Viyuela González.
Manifestándose como adalid de una modernidad que, sin renunciar a la tradición, heredaba el desparpajo juguetón de las vanguardias, Enrique Jardiel Poncela nos hace pasar una excelente tarde de teatro con este Es peligroso asomarse al exterior, versionado y dirigido por Pilar Massa, que podrá disfrutarse en el Teatro Español hasta el 25 de febrero. ¡No se lo pierdan!
José Luis González Subías
Fotografías: Vanessa Rabade
Comentarios
Publicar un comentario