Un monólogo entre reinas: Concha Velasco y Juana de Castilla



A veces uno asiste a acontecimientos que sabe que su retina y su memoria nunca olvidarán. Entre las paredes de lo que un día fuera antigua iglesia, cuyo carácter sacro parece aún permanecer en el templo del arte que, desde su fundación en 1995, es el Teatro de la Abadía, pude ayer contemplar a toda una diva de la escena, en uno de los papeles más solemnes y dramáticos de su muy extensa y brillante carrera como actriz. En la primera de las dos funciones que anoche debía interpretar, Concha Velasco dejó el alma en la reina Juana de Castilla a que dio vida

Sensación semejante a la vivida por el público que se emocionó con las palabras de estas dos reinas debieron de tener quienes contemplaron a Bárbara y Teodora Lamadrid, o a Matilde Díez, en la escena de nuestro Romanticismo (con el que la obra representada guarda claras concomitancias); o, ya a comienzos del pasado siglo, a María Guerrero o Margarita Xirgu. Las cadencias de un color y un ritmo vocal siempre impecables, con los que la actriz juega, seduce y envuelve, pasando del gemido al susurro y al grito en una polifonía perfecta nacida de una sola voz; y unos medidos movimientos gestuales, que oscilan armónicamente entre la contención y la grandilocuencia, conducidos por sus sabias y expresivas manos; encuentran en unos bellos y penetrantes ojos, a través de los cuales se vierte su ánima en todas direcciones, la expresión más acabada de los "espíritus sutiles" del Renacimiento que se dieron cita en esta abadía teatral para rendir pleitesía a una señora y una gran dama de la escena. Puestos todos en pie y tras varios minutos de ovación, al acabar su recital de intensa pasión y teatro, Concha Velasco recibió el calor y el cariño de un público entregado, acercándose a él para estrechar las manos de quienes estaban a su alcance, y habló con los presentes, emocionada y serena, con el cariño, la humildad y la cercanía de quien se siente uno más entre ellos.

  
Reina Juana, título de reminiscencias shakespearianas que recuerda al de El Rey Juan del poeta inglés, es una sobresaliente creación de Ernesto Caballero, uno de los más importantes representantes del actual teatro español, tanto en su faceta de director como de dramaturgo, en la que asistimos, a través de la confesión de una anciana reina a punto de morir (ante un Francisco de Borja ausente en escena), a la rememoración de algunos de los momentos más importantes de su vida, entre los que destaca su apasionada y tortuosa relación con su esposo Felipe, que la llevó a enfermar de celos. Las intrigas políticas en torno a su corona, el recuerdo de sus hijos, la rebelión de los comuneros, la tensión religiosa y toda una vida de encierro en Tordesillas, alejada del mundo, marcan la compleja psicología de un personaje dolorido y atormentado, víctima de los abusos y ansias de poder, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de "la Loca".

La obra, estrenada en abril de 2016 en el Teatro Lope de Vega, de Sevilla, y llevada posteriormente al madrileño Teatro de la Abadía, ha vuelto a estrenarse el pasado 11 de octubre en este mismo espacio escénico, que parece hecho a propósito para el montaje de este arriesgado "oratorio dramático" protagonizado por un único personaje, en un ininterrumpido monólogo de noventa minutos. La radiante interpretación de Concha Velasco, en un papel por el que ha obtenido su segundo Premio Nacional de Teatro, se ve acompañada de una excelente puesta en escena, dirigida por el veterano Gerardo Vera, cuyo verismo y sobriedad contribuyen a realzar el cautiverio en que vive la reina y su complejo mundo interior, marcado por los tonos grises y oscuros dominantes en la escenografía y el vestuario de Alejandro Andújar. Impecable asimismo la elección del acompañamiento musical introducido en el desarrollo de la acción, así como el empleo de la luz y los efectos sonoros, junto con la proyección, sobre el fondo y alguna pared del escenario, de personajes y situaciones alusivos a la historia dramatizada.    

Este montaje, visto ya por más de cien mil personas en el año y medio que lleva recorriendo los teatros de España, podrá verse en el Teatro de la Abadía hasta el próximo día 12 de noviembre.

José Luis G. Subías













  

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