El universo de Poe llevado a la escena por Francisco J. de los Ríos



Anoche tuve la oportunidad (y la buena fortuna) de disfrutar en La Usina, sala experimental y alternativa de Madrid a la que hemos acudido en varias ocasiones desde que iniciamos la aventura de La última bambalina hace unos meses, de una función singular, distinta, posiblemente única en el conjunto de cuanto se está representando ahora mismo en la capital. La novedad de este montaje no reside en el uso de todopoderosos instrumentos técnicos capaces de deslumbrar al público, ni escenografías vanguardistas, dispuestas a sorprender a fuer de originalidad; tampoco en la novedad literaria del asunto presentado. La fuerza y el interés de La Habitación se construye, al contrario, a partir de un inteligente empleo de medios precarios, de la sencillez escenográfica y de un texto, eminentemente literario, muy familiar para el público habituado a la escritura del romántico Edgar Allan Poe (1809-1849) y a las historias de terror, misterio y suspense que los lectores de más provecta edad relacionarán con aquellas Historias para no dormir que el apreciado e inolvidable Chicho Ibáñez Serrador llevó a las pantallas españolas (en blanco y negro) a finales de los años sesenta. Todo ello, en cualquier caso, sería inútil sin el magnífico trabajo realizado en escena por los tres actores que dan vida a la historia, de quienes hablaremos más tarde.   

Es esta, en efecto, una obra de género, sin ambages, "basada en el universo literario" de Poe, como afirma su autor y director, Francisco J. de los Ríos. Desde el primer instante reconocemos, en el doctor Stevenson que se adentra en esa misteriosa sala alumbrada con velas, al protagonista narrador de "La verdad sobre el caso del señor Valdemar", experto en mesmerismo y que ha vivido la traumática experiencia de detener (aparentemente) la muerte mediante un proceso de hipnosis sobre un paciente. Como percibimos asimismo, en el ambiente de esa decadente casa en la que conviven la locura, la enfermedad, el crimen y la muerte, la presencia de "La caída de la casa Usher"; y creemos reconocer, insertos en el discurso de los personajes, fragmentos o elementos extraídos de otros relatos del autor estadounidense (incluso de "El gato negro"), intercalados en la historia.

Haciendo suyo el espíritu de la moderna literatura de terror creada por Poe, en una mixtura de elementos góticos e intriga psicológica, Francisco J. de los Ríos escenifica con acierto unos textos creados inicialmente para la lectura, pero de grandes posibilidades interpretativas, capaces de ser llevados al formato pantalla o a la sala de un teatro, como pudimos comprobar ayer. A ello le añade el creador madrileño, especialmente en la última parte de la obra (que da inicio al momento más personal del texto), su vena cómica e irónica característica, de un humor negro y macabro en este caso, que libera la tensión inicial para hacernos recordar que todo no es más que un simple juego, un exquisito y liberador jeu de théâtre.

Excelente la interpretación de los actores que dan vida a los tres únicos personajes de la obra (sin contar la misteriosa presencia, aunque ausente, de una madre enajenada y monstruosa, en torno a la cual se desarrolla la acción): una austera Mariel Peralta (Jocelyn Bierce), que nos traslada en su sobria dicción, sus gestos y su atuendo al universo de las Hermanas Brontë, para sorprendernos al final de la historia en un giro inesperado del personaje que la obliga a cambiar radicalmente de registro; un espléndido Pablo Calvo (Edgar Stevenson), de maneras y desenvoltura intachables, que aporta a las escenas el tono y el equilibrio necesarios, transmitiendo en todo momento credibilidad a su personaje y a cuanto sucede; y una espectacular Jennifer Baldoria (Emma Bierce), siempre segura y poderosa en escena, en el mejor de los papeles que la hemos visto interpretar hasta este momento.

La Habitación, una producción de Teatro del Sótano, podrá disfrutarse de nuevo en La Usina el próximo día 20, en una última función que sería aconsejable no perderse.

José Luis G. Subías

    


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