El juego trágico de "La puta de las mil noches"
En enero de 2011, Juana Escabias, una de las dramaturgas más representativas de la generación teatral que se dio a conocer a finales del siglo pasado y que ha protagonizado el despegue de la dramaturgia española contemporánea en la dos últimas décadas, donde la voz femenina ha alcanzado una singular y destacada presencia, se alzó con el V Premio El Espectáculo Teatral de Ediciones Irreverentes por su obra Apología del amor. Este ñaque dramático protagonizado por dos únicos actores, práctica habitual en la escena contemporánea que permite dar al actor y al texto todo el protagonismo (y poder disfrutar, en este caso, de dos grandes de la interpretación como Natalia Dicenta y Ramón Langa), es el que estos días se representa en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, en Madrid, con el título de La puta de las mil noches.
Mucho más efectivo y comercial, pero también más "clarificador" sobre la situación planteada en este drama con estructura de thriller es el nuevo título elegido para el texto y su montaje, en el que no resulta difícil percibir el guiño lanzado a las mil y una noches que Sherezade hubo de pasar entreteniendo y provocando el interés del sultán Schazamán en un juego de astucia e inteligencia (y poder) muy presente asimismo en la obra que la escritora nos muestra, a partir de una puesta en escena dirigida por Juan Estelrich cuyo planteamiento nos ha parecido muy atractivo, sugerente y acertado.

Estas múltiples relaciones del texto de Juana Escabias con la tradición teatral y cinematográfica nos hablan de una obra de calidad, escrita desde un profundo conocimiento del hecho escénico (en el elemento fílmico tiene mucho que decir, o todo, Juan Estelrich) y del sentido de la pièce bien faite, lo que hace de esta un drama serio (con alguna leve concesión al humor negro) cuya intriga tiene valor e interés en sí mismo. Tanto, como el privilegio de ver y escuchar en escena a dos actores que lo llenan todo con su sola presencia. Un verdadero lujo. No podemos perder de vista, en cualquier caso, el mensaje que la autora pretender verter (y vierte) a lo largo del permanente discurso (se trata de un teatro basado prioritariamente en la palabra) de los dos únicos personajes que se enfrentan en escena: la denuncia de la violencia de género, del maltrato del hombre a la mujer; y, en definitiva, del poderoso hacia el indefenso.
No desvelaremos nada más del contenido de esta pieza cuyo desenlace invitamos a descubrir, junto con el resto de cuanto esconde (o muestra abiertamente), atravesando las puertas de la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, donde La puta de las mil noches seguirá esperando, a quien quiera acompañarla, hasta el próximo 23 de diciembre.
José Luis G. Subías
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Fotografías: Leticia Hueda |
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