Héctor Alterio deslumbra y emociona en el Teatro Reina Victoria con "Una pequeña historia"


Una noche de lujo se vivió ayer en el Teatro Reina Victoria, donde, durante tres únicos y exclusivos días, se ha podido ver en escena al gran Héctor Alterio, quien, a sus noventa y cuatro años, ha ofrecido al respetable una lección de arte, humanidad y vida.

Todo un privilegio, para quienes han tenido la fortuna de ver este espectáculo, disfrutar de un hombre, una voz y una mirada que hablan, desde la experiencia de un tiempo remoto con aires de tanto argentino y sones de verso tallado en las venas, de una vida real y trascendida, sentida y añorada, que inunda el escenario con la sencillez de quien lo habita desde dentro

Pura poesía y arte
es lo que ofrece este espectáculo escrito y dirigido por Ángela Bacaicoa, compañera y esposa del actor, que cuenta, junto con el protagonismo estelar de Héctor Alterio, con la importante y esencial presencia en escena del músico Juan Esteban Cuacci, encargado de la dirección musical de un espectáculo donde las notas arrancadas por este al piano, en delicadas caricias y melódicos compases llenos de fuerza e intensidad, se funden con la voz del actor, cobrando tanto protagonismo como este.

Durante setenta minutos, Alterio evoca y realiza con sus palabras un emotivo viaje a su Buenos Aires natal, para conectar con el Madrid que lo acogió y se convirtió para él en dulce exilio. Las palabras del actor expresan vivencias personales, fusionadas, entremezcladas con las letras de canciones que constituyen la banda sonora de una vida en permanente contacto con el arte. Junto a la voz del propio Alterio cobran vida la de grandes poetas y compositores argentinos, desde el mismo Borges a los populares Cátulo Castillo, Astor Piazzolla, Horacio Ferrer, Lima Quintana y Elada Blázquez; destinando un importante espacio de esta recreación autoficcional a la palabra del poeta zamorano León Felipe, exiliado y fallecido en México.

Sobriedad absoluta -no hace falta más- en un espectáculo concebido para una voz y la compañía de un piano, contrastando la negrura de la caja del escenario, junto con la del piano y la de unos atriles repartidos por el espacio, acompañados de un par de sillas donde el actor se sienta para interpretar su recitado, con el blanco de las camisas que asoman bajo el traje gris de la solemnidad reposada y refulgen bajo el haz de los focos.

Palpitante y emotivo espectáculo, que evoca un tiempo ya lejano, muy diferente al de nuestros días; un tiempo perdido, que sigue latiendo en el corazón de quienes lo vivieron, pero también de aquellos que hemos aprendido a vivirlo, y quererlo, a través de su recuerdo. Una pequeña historia, con mayúsculas, en realidad una gran historia, es lo que se encontrará en el Teatro Reina Victoria quien tenga la fortuna de asistir hoy, 23 de junio, a la última de estas tres exclusivas funciones que difícilmente se olvidarán. Más que recomendable, necesario.

José Luis González Subías


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