Lorca, puro teatro, a partir de sus cartas y su poesía


Teatro, puro teatro, es lo que pudimos disfrutar anoche, en la función única ofrecida por la veterana compañía andaluza Histrión Teatro en la sala Tomás y Valiente de la ciudad madrileña de Fuenlabrada. Juan Carlos Rubio es el director y creador de este montaje construido a partir de la correspondencia personal de Federico García Lorca y la incorporación de escogidos fragmentos poéticos de su obra, que el dramaturgo montillano ha enhebrado y cohesionado con exquisito gusto y acendrado instinto teatral.

Estrenada en enero de 2017 en Granada, esta producción, reconocida el pasado año con el Premio al mejor espectáculo en la Feria de Teatro en el Sur, ha podido disfrutarse hasta ahora en diferentes teatros nacionales (sobre todo andaluces), a los que esperamos no tarden en sumarse otros, en beneficio e interés tanto del público como del arte escénico. Porque una lección de arte escénico es la que nos ofrece Juan Carlos Rubio en la confección dramatúrgica de unos textos originales del autor granadino, no escritos para la escena, pero teatralizados en la reconstrucción biográfica permitida por estos y el motivo del asesinato del poeta, hacia el que conduce la onírica recreación del universo íntimo de Lorca. Una lección ofrecida asimismo en el planteamiento escenográfico de la obra, capaz de sugerir los más remotos lugares y momentos, en un juego imaginativo en el que el público se adentra con total naturalidad (ayudado por una excelente iluminación, basada en los contrastes de luces y sombras), a partir de una pared de fondo oscuro construida con paneles que contienen los archivos personales de toda una vida, de los cuales se extraen materiales e información.

Y sobre un espacio teatral concebido desde la aparente sencillez y la elementalidad del juego escénico, presidido por un universo plástico de negros, grises y blancos, y fugaces tonos azulados, se alza la magnífica presencia de dos actores; los protagonistas indiscutibles, junto con el texto al que dan vida, de la que consideramos mejor apuesta lorquiana de cuantos montajes dedicados al poeta (muy numerosos) hemos visto recientemente en los teatros madrileños. Gema Matarranz, socia fundadora de Histrión Teatro en 1994, y principal intérprete en la mayoría de las obras puestas en escena por esta compañía, ofrece su voz y su cuerpo, y su talento interpretativo, a este Lorca dual desdoblado en dos caras y dos voces, que son también las voces de familiares, amigos y amores del escritor. La sólida presencia de Matarranz en el escenario y su ductilidad para recorrer los más variados registros de la interpretación, siempre segura, poderosa y muy creíble en escena, encuentra en Alejandro Vera un partenaire a la altura, de igual versatilidad e intenso dramatismo, cuya interpretación armoniza y se complementa con la de su compañera para ofrecer la otra voz del mismo Lorca (una voz impecablemente utilizada, que en algunos momentos llega incluso a convertirse en un canto incorporado a la acción) y de los personajes que habitan su mundo.

Es, en definitiva, La correspondencia personal de Federico García Lorca, un montaje realizado con delicadeza y buen gusto, desde el respeto y la admiración al poeta que protagoniza la historia, pleno de literatura, teatro y vida, que celebramos haber podido disfrutar y esperamos pueda verse pronto en la capital madrileña (y durante más tiempo), donde estamos convencidos de que obtendría todo el éxito que merece.

José Luis G. Subías




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