Rousseau juzgado (y derrotado) por Voltaire en el María Guerrero


El telón se alzó anoche en el Teatro María Guerrero una vez más, al viejo uso, para ofrecer al público que abarrotaba la sala la puesta en escena de lo que nos permitimos calificar, sin tapujos y desde las primeras líneas de esta reseña, como una obra maestra. Voltaire / Rouseau. La disputa, texto del actor, director y dramaturgo francés Jean-François Prévand (La Tronche, 1944), estrenado en 1991 en París, traducido por Mauro Armiño para este nuevo montaje dirigido por el incombustible Josep Maria Flotats (Barcelona, 1939), reúne todos los ingredientes de las grandes obras dramáticas de nuestra historia, basadas en la palabra y en la capacidad interpretativa de los actores.

Son solo dos, en este caso, los únicos que intervienen en un texto planteado como una disputa dialéctica entre dos de los referentes filosóficos más importantes del mundo occidental: el ginebrino Jean-Jacques Rosseau (1712-1778), cuyas heterodoxas y extravagantes ideas lo alejan del grupo de enciclopedistas de los que él mismo formó parte, y el racionalista ilustrado Voltaire (París, 1694-1778), que terminaría convirtiéndose en uno de sus más enconados enemigos. Serán el mismo Josep Maria Flotats (Voltaire) y un sensacional Pere Ponce (Rousseau), a la altura del anterior, quienes darán vida a estos personajes, en un derroche de saber estar sobre las tablas exclusivo de los grandes maestros de la interpretación. 

El estilo de Flotats es acariciador e intenso. Su palabra, de una docta vocalización y pausado tono, cautiva al auditorio con su cadencia melodiosa y rítmica, capaz de ofrecer los más ricos matices, domeñada por un señor de la escena que se siente en ella como en su casa. La voz de Pere Ponce (Tortosa, 1964), por su parte, de más oscuro y bronco sonido, en perfecta armonía con el carácter del personaje que interpreta, aporta un ritmo más inquieto y activo a los diálogos, necesario para compensar una acción apenas existente. 

Todo cuanto sucede en escena está marcado por la naturalidad. La seguridad y el dominio de la palabra de este magnífico tándem de actores permite que el público pueda apreciar el contenido de un texto pleno de literatura y pensamiento, sin más apoyo escenográfico que el de un bello y rico salón dieciochesco y un vestuario (acorde en belleza y estilo con este) que no distraen la atención, sino, antes al contrario, estimulan los sentidos y enmarcan estéticamente la palabra misma. De este modo, el público puede asistir a una disputa filosófica en la que se aborda y cuestiona gran parte del pensamiento roussoniano, desde la perspectiva de un Voltaire, presentado con una manifiesta superioridad intelectual y moral, que ajusticia al autor ginebrino (dejando incluso en ridículo al personaje) haciendo uso en todo momento de su sagaz ironía.

En 1764, Voltaire escribió y publicó, de forma anónima, un libelo titulado El sentimiento de los ciudadanos en el que, entre directos insultos, acusaba a Rousseau de haber abandonado a sus cinco hijos en un orfanato. Sobre este motivo se construye la obra de Prévand (quien se confiesa decidido volteriano), que traslada al ofendido Rousseau a la casa donde habita el primero en la localidad de Ferney, en la frontera entre Suiza y Francia, para indagar sobre el autor de tan despreciable escrito contra su persona. A lo largo de un educado encuentro de escasa duración (la obra respeta escrupulosamente las unidades de espacio y tiempo), tendremos ocasión de repasar algunos de los más conocidos, y oscuros, aspectos de la vida del pensador ginebrino, así como de sus principales obras e ideas, que serán sistemáticamente criticadas desde los más estrictos dictados de la razón y el pensamiento ilustrado, encarnados en Voltaire: la disputa entre razón y sentimiento, el conflicto entre civilización y barbarie, el mito del buen salvaje, el modelo de educación, el papel de la religión, la relación de Dios con los hombres... Temas, que en muchos casos, son aún hoy claves en nuestra forma de entender el mundo y posicionarnos en él. 

Voltaire / Rousseau, a punto ya de despedirse del Teatro María Guerrero, donde ha cosechado un notable éxito desde su estreno el pasado 12 de enero, es la primera obra representada en España de este veterano dramaturgo francés que nos ha cautivado. Este sano ejercicio intelectual y dramático de alta calidad, teatro de palabra e ideas, heredero de la mejor tradición dramatúrgica europea, aún podrá disfrutarse hasta el próximo día 4 de marzo.

José Luis G. Subías  


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