De Marlowe a Shakespeare, pasando por Marlowe
Muy satisfechos quedamos ayer con nuestra visita a la Fiesta Corral Cervantes que se celebra en Madrid, por segundo año consecutivo, en la Cuesta de Claudio Moyano; conocido refugio, desde hace casi un siglo, de los amantes de los libros de lance, que durante años han acudido a ella para satisfacer su necesidad de reencontrarse con el pasado a través de papeles impresos en otro tiempo. Este agradable espacio, junto al Retiro, es un lugar idóneo para alejarse por unos instantes de la vorágine de vehículos a motor que lo circundan y disfrutar de un reconfortante refrigerio antes o después de adentrarse en el práctico teatro estival construido ad hoc, donde, desde el 20 de junio hasta el próximo 26 de agosto, los madrileños y continuos visitantes de esta ciudad han podido, y aún pueden, deleitarse con un variado programa de representaciones escénicas relacionadas, de uno u otro modo, con el Siglo de Oro o pertenecientes a este.
Entre Cervantes, Lope, Shakespeare, Tirso o el Lazarillo, Chema Cardeña asoma desde este siglo para ofrecer su segunda entrega teatral, estrenada el 11 de marzo de 2106, en el Teatro Calderón de Valladolid. La Estancia es una obra en cierto modo metateatral, pues la historia que se desarrolla en ella se adentra en la intrahistoria del teatro mismo, al recrear, desde la libertad que ofrece la ficción poética, la supuesta relación vivida entre William Shakespeare y Christopher Marlowe, las dos grandes figuras de la dramaturgia clásica isabelina, durante un breve e intenso tiempo de convivencia. El amor, la envidia, la admiración, la traición y el deseo conviven, en una relación tempestuosa que adquiere un sentido altamente dramático (en el que tienen cabida el humor, la sensualidad y la más zalamera coquetería), con la poesía y el teatro, siempre presente y al que se rinde culto, bien que desmitificando al hombre que se oculta detrás del artista.


Una apuesta recomendable para disfrutar del teatro en un entorno distinto al habitual, y adentrarnos en una historia llena de recovecos, insinuaciones y guiños, que cada entendedor percibirá según su disposición y criterio. Por nuestra parte, poco o nada tenemos que objetar a un texto plenamente actual que ha sabido acercarse a una parcela de la dramaturgia clásica universal desde un planteamiento, a nuestros ojos, original y atractivo; y, sin duda, lleno de teatro. Actuación y dirección sobresalientes para un texto bien construido, sugerente y original. ¿Alguien da más? Hasta el próximo 25 de agosto, en el Corral Cervantes.
José Luis G. Subías
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