Cuando la nieve cubre el corazón de una ciudad teñida de ceniza funeraria


Javier Vicedo Alós (Castellón de la Plana, 1985) pertenece a esa generación de creadores nacidos a finales del siglo pasado que están dando forma, desde hace algunos años, a la nueva dramaturgia española del siglo XXI. Llegado a la literatura a través de la poesía, a la que ha dedicado varios títulos (La última distancia, 2010; Ventanas a ninguna parte, 2010; Fidelidad de una sombra, 2015), la escritura escénica se ha convertido en la forma preferida por el autor para plasmar sus inquietudes y su forma personal de acercarse -y enfrentarse- a la vida para comprenderla. Porque un afán de comprensión hacia el otro y uno mismo se desprende del texto que en la tarde-noche de ayer, tuvimos ocasión de escuchar y contemplar en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez, con el título de Cuando caiga la nieve, última propuesta del escritor castellonense, estrenada en la sala Cuarta Pared en junio de 2018.

Esta comedia dramática constituye una verdadera prueba de fuego para un autor cuya obra, avalada por un prestigioso Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca alcanzado en 2014 por su obra Summer evening, es aún muy escasa. Y debemos anticipar, antes de pasar adelante, que Vicedo, en nuestra opinión, la ha superado. El texto del escritor castellonense se sitúa en una órbita muy actual, que nos recuerda la dramaturgia de otros muchos autores, tanto de su generación como de la precedente, aquella generación Bradomín que protagonizó la modernidad teatral a finales del siglo pasado. Encontramos en Cuando caiga la nieve un teatro íntimo, cercano y en buena medida realista (aunque, al mismo tiempo, intensamente poético), ubicado imaginativamente (pues no existe referencia escenográfica alguna, salvo unas permanentes plumas -nívea metáfora que compaña el juego escénico- que cubren toda la superficie del escenario), a través de la palabra, en Madrid, un espacio urbano y aparentemente deshumanizado, donde encontramos, sin embargo, multitud de historias intensamente humanas en cada rincón, en cada esquina, en cada rostro y cada mirada de esos anónimos y multitudinarios seres que habitan una ciudad donde la vida se abre paso, y también la muerte, cada día.

Y precisamente la muerte, o mejor, el resultado de esta tras haber pasado por el crematorio, es el leitmotiv sobre el que se construye una pieza teatral tragicómica cuyo argumento central gira en torno al robo de una urna funeraria con las cenizas de un difunto dentro, y los desvelos de la Hija (Chupi Llorente) que la ha perdido, por recuperarla, hasta que finalmente le es devuelta de un modo un tanto peculiar. El periplo de la urna nos permitirá conocer a otros personajes de esta intrincada, y al mismo tiempo insustancial, trama donde las  historias se entremezclan, para mostrarnos, desde el distanciamiento que proporciona el humor -un humor negro que nos hace sonreír y reconocer nuestra poquedad en la de los otros-, las pequeñas y grandes miserias de una existencia donde la dureza de una vida marcada por un sinsentido, a veces de trágicas consecuencias, se oculta tras el blanco engañoso de la nieve, tan efímera como la vida misma. De este modo conoceremos al Hombre sin Cabeza (Juan Carlos Talavera), el necesitado que, por desesperación, roba la urna esperando encontrar algo de valor en ella y sin saber realmente lo que es, para dejarla después abandonada en un contenedor; o al Limpiador (Efraín Rodríguez), un superviviente llegado de América buscando aquí El Dorado de un mundo incapaz de corresponder a su sonrisa con nada tan valioso como esta. Y enmarcando la acción, conocemos al Chico Joven (Fernando Delgado-Hierro) con el que se inicia y cierra la historia; en la misma posición, tumbado relajadamente, contemplando el mismo cielo que le mostró, cuando era niño, su madre fallecida; en el único lugar de este collage urbano que nos traslada a una naturaleza, a una vida contemplativa, callada, poética, ausente en el resto de la(s) historia(s).

La dirección del montaje, a cargo de Julio Provencio, prioriza una palabra que tiene valor en sí misma (se trata de un texto que resulta ya atractivo y despierta interés, simplemente, como tal), a la par que la interpretación de los cuatro actores citados, que realizan un gran trabajo.

Cuando caiga la nieve, texto escrito en el marco del V Programa de Desarrollo de Dramaturgias Actuales del INAEM y producido con el apoyo de la Plataforma de Proyectos Guindalera, podrá seguir disfrutándose en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez, hasta el próximo 5 de mayo.

José Luis G. Subías

Fotos: Susana Martín

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