"Mundo Dante", de Pedro Víllora, una holografía crítica y estilizada de la Europa del siglo XXI


En su manifiesto surrealista, Breton aludía al embriagador y sugerente efecto que un maniquí podía provocar, como lo hicieran en el Romanticismo los parajes ruinosos; símbolos capaces de adentrarnos en "lo maravilloso" y de conmover la sensibilidad humana durante cierto tiempo. Algo del anhelo de este vanguardismo de esencia romántica, pasado por el filtro de un esteticismo decadente finisecular (decimonónico) que tanto gustó a Francisco Nieva, creemos reconocer en Mundo Dante, la nueva entrega escénica del dramaturgo Pedro Víllora (La Roda, 1968) que estos días puede disfrutarse en la sala madrileña Nave 73; un intenso monólogo que rebosa literatura y un culturalismo explícito, convertido por el escritor en una herramienta dramática al servicio del mensaje que pretende ofrecer en su obra.

Tomando como referente un icono de la cultura europea, La Divina Comedia de Dante, en concreto la primera de sus partes, donde el poeta toscano desciende al infierno acompañado por el poeta latino Virgilio, Víllora nos presenta una holografía estilizada -y en cierta medida distópica- del averno particular que se vive hoy en una Europa (las alusiones a esta, directa o indirectamente, son permanentes en el montaje) representada y protegida por un singular personaje que encarna el espíritu de una civilización en apariencia poderosa, refinada y culta, pero en realidad decadente y deshumanizada, sin alma (tan vacía como los maniquíes que pueblan el escenario, y tan decrépita como los elementos y objetos acumulados en la escena, símbolos desperdigados en un bazar de antigüedades y sueños rotos); que oculta su temor tras la máscara de una fuerza de la que en realidad duda y una superioridad cultural onanista que muestra su baja condición despreciando a quienes considera inferiores; de ahí el insistente empleo del latín y el italiano en el texto, lenguas relacionadas con el Humanismo europeo y la cultura, que sirven para ridiculizar y despreciar a quien ignora estos códigos ("No entiendes nada, ¿verdad?").

Si, literariamente, este monólogo presenta multitud de detalles y bellezas dignas de ser saboreadas con detenimiento en una reposada lectura, desde el punto de vista escénico no cabe duda de que la fuerza del mismo recae sobre el intérprete encargado de dar vida a tan complejo mundo verbal; y, en Ángel MauriMundo Dante y su autor han encontrado al actor perfecto. Tras una colosal fisonomía digna de un Hércules furioso, un Leónidas capaz de acometer las mayores hazañas, un monje Shaolín dedicado tanto al culto del espíritu y la mente como al arte de la guerra, un portero de discoteca o un policía antidisturbios, personajes que, explícita o implícitamente, de algún modo acertamos a ver en el montaje, Ángel Mauri despliega interpretativamente todo un abanico de intenciones y matices expresivos -en consonancia con el texto y la acertada dirección escénica de Dolores Garayalde- que nos trasladan desde la violencia y la agresividad a la ternura y la compasión, la tensión de la amenaza a la relajación de la empatía, con un asombroso dominio corporal y vocal capaces de seducir, arrastrar, atemorizar y enternecer con la misma facilidad, tan solo con una mirada, un susurro o una palabra. Un gran actor para una intensa y comprometida obra, que arroja sobre la conciencia del público una realidad humana y social a la que debe dar respuesta: ¿alzamos nuestros muros y a nuestros guerreros para proteger la identidad de la cultura europera, de nuestro viejo mundo, o bajamos la barrera de la separación para acoger al otro, al desconocido, al diferente?

Un problema trascendente para nuestro futuro, de acentuado alcance moral, es lo que plantea Pedro Víllora en Mundo Dante, un texto de alta calidad literaria, presentado en un montaje de elevado contenido estético por Dolores Garayalde, que permanecerá todavía en escena todos los viernes, hasta el 24 de mayo, en Nave 73.

José Luis G. Subías

Fotos: Eva Pheníes

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