"Agustina" o La delgada línea que separa la heroicidad de la locura


¿Qué distingue a la heroicidad de la locura? Tan solo la circunstancia en que se manifiesta. Un acto instintivo, irreflexivo, empujó a Agustina de Aragón, en 1808, a disparar el cañón que frenó a los franceses en su asalto al Portillo de Zaragoza, lo que la convirtió en un mito ejemplar de heroísmo para la posteridad. Fernando Sansegundo ha querido recordar en Agustina, un montaje estrenado el 7 de marzo de 2019 en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza, este acontecimiento histórico y ahondar en la psicología del personaje femenino que lo protagonizó, para reflexionar sobre el concepto mismo de la heroicidad, trasladada a nuestros días en un ingenioso juego ficcional basado en la mixtura de planos: entre realidad y ficción, pasado y presente, cordura y locura.

Una joven ha tratado de disparar uno de los cañones de la conocida Glorieta Sasera zaragozana, en un impulsivo arrebato de rebeldía, y el posterior altercado con un policía acaba con esta retenida en unas dependencias donde es evaluada por un posible trastorno mental ante su reiterada manifestación de que se trata, nada menos, que de Agustina de Aragón. Los recuerdos de esta nueva Agustina se confunden con los de aquella, a quien vemos asimismo en escena, en un permanente desdoblamiento de la actriz que interpreta al "único" personaje de la historia, la también zaragozana Raquel Pardos, que rememora con intensidad y cariño a uno de los símbolos identificativos de su tierra y se pone en la piel de una Agustina que interactúa con sus evaluadores, cuyas opiniones y preguntas son introducidas en la acción tanto en los silencios entre las respuestas de la joven como mediante el empleo de la videoescena, recurso que ocupa un importante papel en el inteligente planteamiento de dirección llevado a cabo por Verónica Mey.

Junto con las citadas videoescenas, no hay más escenografía en la obra -a cargo de María D. Alba- que una ambigua superficie teñida de hojas otoñales que ofrecen una melancólica sensación de vida y pasado, y permiten a la actriz jugar con ellas y sentirse cómoda en un espacio intemporal, nebuloso, que invita a soñar y a sumergirse en la ficción. En un lateral, fuera de ellas, una aséptica silla de oficina -u hospital- nos traslada a algunos de los momentos en que Agustina es interrogada. Mientras, el caso de Agustina ha trascendido rápidamente a las redes sociales, que encumbran su acto vandálico convirtiéndola en adalid de lo que se entiende como un heroico acto de rebeldía antisistema...

No queremos desvelar el final de un texto que ofrece más preguntas que respuestas y conclusiones. Las dudas sobre la cordura de Agustina -¿de verdad es ese su nombre?- no se despejan, como quizá tampoco sobre lo heroico de su comportamiento. ¿Acaso es necesario? ¿Acaso es posible? El pasado viernes, Agustina se despidió de los Teatros Luchana, donde la obra, seleccionada en el II Certamen Nacional de Artes Escénicas de Teatros Luchana, se ha representado los días 7, 14 y 28 de junio. Una nueva e interesante apuesta de Good Plays, proyecto encabezado por Verónica Mey, directora del montaje, que afianza la senda iniciada por esta joven empresa teatral madrileña cuya evolución esperamos seguir de cerca.

José Luis G. Subías

       

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