José Sacristán: el brillo de un gran actor sobre fondo gris


Mucho le costó acostumbrarse de nuevo a la vida a Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010) tras el fallecimiento de su esposa, Ángeles de Castro, el 22 de noviembre de 1974. Esa bella y vital señora vestida elegantemente de rojo, sobre un fondo gris, tal y como la inmortalizó el pintor vallisoletano Eduardo García Benito, es la protagonista del retrato literario que el escritor hizo de ella en su novela Señora de rojo sobre fondo gris (1991), donde volcaría un emotivo recuerdo enamorado para quien fue su compañera y musa inspiradora durante buena parte de su vida. Aunque Delibes trató de ocultarse tras la identidad fingida de un pintor, de nombre Nicolás, y Ángeles se ha transformado en Ana -del mismo modo que el autor varía el nombre de sus hijos e introduce algunos otros cambios, como la ubicación de los hechos un año después de cuando sucedieron-, nadie dudó, desde el instante mismo de su publicación, del carácter autobiográfico de la obra.

El novelista hace coincidir los acontecimientos con los meses y los días previos a la muerte de Franco, con lo que la obra se convierte también -como ocurriera en Cinco horas con Mario- en una crónica social y humana de un período de la historia de España todavía muy presente en la memoria de sus herederos. Pero lo que subyace y trasciende de unas páginas que han sido llevadas ahora al teatro, de la mano de José Sámano, José Sacristán e Inés Camiña, adaptadores del texto, es una profunda e intensa declaración de amor más allá de la muerte. La obra que estos días se representa en el Teatro Bellas Artes de Madrid muestra el corazón abierto, herido y desolado de un hombre al que la enfermedad y la muerte arrebatan a su esposa, en la flor de la vida, y desnuda en voz alta sus recuerdos, en un monólogo que es un grito casi silente, un susurro, una lágrima apenas contenida, cargados de dolor y patetismo.


Durante 85 minutos, José Sacristán, en una brillante interpretación al alcance de muy pocos, rasga el corazón de un público al que seduce con una de las mejores voces que ha dado el teatro español del último medio siglo. Esos graves que se acoplan en el pecho, horadando los rincones más ocultos de la sensibilidad, son manejados por el actor con una destreza sabiamente adquirida con el tiempo, que este dosifica con la maestría de quien sabe medir cada palabra, cada gesto y cada lágrima, para obtener el efecto buscado en un público que intensifica, desde su propio sentir, los sentimientos recreados y vividos en escena. Porque la naturalidad escénica de Sacristán, fruto de una depurada técnica interpretativa, está cargada asimismo de una verdad que surge de forma espontánea, de manera imperceptible, arrebatando a quienes se entregan a su voz, su gesto, su mirada y sus palabras. Y del mismo modo que el poeta es un fingidor..., este inmenso actor finge tan cumplidamente que cree fingir lo que en realidad siente.

José Sámano, productor y director de este montaje, gran conocedor de la obra del escritor vallisoletano, con quien trabajó conjuntamente en la adaptación al teatro de otras de sus novelas -Cinco horas con Mario Las guerras de nuestros antepasados-, ha sabido dar a este nuevo montaje el estilo de sus anteriores trabajos; como en aquellos, otorgando al actor el protagonismo absoluto de la representación, pero sin descuidar el valor de un texto que, convertido en teatral, es asimismo, y por encima de todo, literario. Apenas se introducen elementos que distraigan la atención o pretendan potenciar cuanto sucede en escena, más allá de una escenografía sencilla y funcional, pero efectiva y cargada de significado, donde la intensidad del color gris que lo inunda todo se corresponde tanto con el fondo del cuadro que da título a la obra como, simbólicamente, el tono que ha adquirido la vida del pintor Nicolás desde la muerte de su esposa. Esta, siempre presente en escena, se hará visible en el cuadro iluminado con que finaliza la obra, dando forma física a quien va dedicada y dirigida la pieza: "Una mujer que, con su sola presencia, aligeraba la pesadumbre de vivir".

Señora de rojo sobre fondo gris se mantendrá en escena hasta el 17 de noviembre de 2019, en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Una nueva oportunidad de ver sobre el escenario a uno de esos actores de raza, irrepetibles, protagonista de nuestra historia teatral, cuya presencia en escena constituye un lujo del que debemos disfrutar y felicitarnos.

José Luis González Subías

                     

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