Una brillante versión de "El gran mercado del mundo" inaugura la etapa de Lluís Homar al frente de la CNTC


Potente, original, atrevido y, por encima de todo, de una aplastante profesionalidad se nos muestra el primer espectáculo presentado por la Compañía Nacional de Teatro Clásico en su sala principal, en este nuevo ciclo en el que Lluís Homar se estrena como su director. Calderón a vuelto a ser el gran protagonista de esta nueva etapa de la CNTC, que ha hecho coincidir en sus salas dos importantes y representativas piezas del dramaturgo madrileño, La vida es sueño -a cargo de la joven Compañía- y El gran mercado del mundo, ambas cargadas de contenido y un hondo significado.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatre Nacional de Catalunya han aunado esfuerzos para ofrecer una extraordinaria versión de un auto sacramental, uno de los géneros menos visitados por la dramaturgia contemporánea y, en principio, menos a propósito para la sensibilidad y los gustos del respetable de nuestro tiempo. Xavier Albertí, responsable artístico de este experimento que fue estrenado en Barcelona el pasado 15 de mayo, ofrece una lección de cómo modernizar, haciendo atractivo e incluso divertido, sin que por ello pierda la finalidad para la que fue concebido, un texto destinado a ilustrar a un público iletrado -me refiero al del siglo XVII- sobre los misterios de la fe, haciéndole comprender por medio de la alegoría conceptos de hondo calado y ofreciendo, en última instancia, una lección de indudable carácter moral, adornada por el juego tramoyístico de la espectacularidad. Esos ingredientes, fundamentales en un auto sacramental, se mantienen vivos en la versión de El gran mercado del mundo que desde el 18 septiembre se representa en el madrileño Teatro de la Comedia.

Ante la disputa entre el Buen Genio (Alejandro Bordanove) y el Mal Genio (David Soto Giganto) por obtener la mano de Gracia (Aina Sánchez), el Padre de la gran familia humana (Jorge Merino) decide enviar a ambos al gran mercado del mundo con sendos talentos que deberán gastar juiciosamente. De su comportamiento y elecciones dependerá la obtención del favor pretendido por ambos. Al primero acompañará en su viaje Inocencia (Antoni Comas), mientras que el segundo será fácilmente manejado por la Culpa (Silvia Marsó), que encontrará en Gula (Oriol Genís) y Lascivia (Roberto G. Alonso) dos fieles aliados. El momento culminante de la obra se produce en la llegada a ese gran mercado donde se encuentran, junto con los citados, el resto de personajes: Soberbia (Cristina Arias), Penitencia y Humildad (Elvira Cuadrapani), Herejía (Jordi Domènech), Fe (Rubén de Eguía), Fama (Lara Grube) y Malicia (Mont Plans).

Una brillante escenografía, obra de Max Glaenzel, nos traslada a una atracción de feria -qué mejor modo de simbolizar la vida- donde los personajes se presentan y acomodan, en la que asistiremos a la elección definitiva, cuando el Mal Genio compra los tesoros de la herejía mientras el Buen Genio sigue a la Fe. La excelente ambientación musical que en todo momento ha acompañado a la pieza, amenizando la acción con números de carácter zarzuelístico, y en ocasiones rumbero, que aportan al montaje un aire de revista musical, magníficamente interpretados por unos actores que muestran asimismo unas sobresalientes dotes para el canto -de manera especial destacamos a Antoni Comas y Jordi Domènech, de los que no se queda a la zaga Silvia Marsó-, adquiere un carácter verdaderamente sacro en una escena crucial, bellamente reforzada por las voces del resto de actores y actrices del reparto, que interpretan de fondo el Agnus Dei de Samuel Barber.

Bello y elegante es asimismo el final de este espectacular montaje -que, insistimos, no pierde su fuerza alegórica ni su sentido a pesar de los añadidos aportados por el director-, cuando, tras ser premiado por el Padre del Mundo su hijo el Buen Genio, los actores interpretan una extraordinaria versión de "Il Mondo", de Jimmy Fontana, que pone colofón a un magnífico espectáculo de luz, color y sonido, pleno de sentido conceptual.

Una verdadera lección la de Xavier Albertí como director de escena, que nos hace esperar muchos buenos momentos en esta nueva etapa de la CNTC, dada la buena relación y frecuente colaboración entre este y Lluís Homar; y brillante el trabajo de unos actores que ansiaríamos volver a ver en más ocasiones sobre el escenario del Teatro de la Comedia. A nuestros ojos, esta versión de El gran mercado del mundo es ya uno de los grandes acontecimientos teatrales de esta temporada que apenas ha comenzado a andar.

José Luis González Subías

Fotografías: CNTC

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos