Las "Noches de hotel" siempre dan buenas comedias


Hasta ayer mismo no conocíamos, lamentablemente, la obra de Mariano Rochman (Buenos Aires, 1974); actor, director y dramaturgo argentino, afincado en Madrid, con una decena de estrenos ya a sus espaldas entre los que se encuentra Noches de hotel (2013), una comedia de hechura tradicional y asuntos contemporáneos que ayer pudimos disfrutar en una de las salas de los Teatros Luchana y nos dibujó una sonrisa cómplice en los labios que aún conservamos.

Sana costumbre esa de regalar sonrisas en el teatro, que por regla general no se dirigen a mitigar la estupidez, sino a alimentar la inteligencia, ofreciendo un retrato del ser humano en su desnudez más real e íntima que normalmente encierra profundas preguntas y reflexiones sobre la condición humana. Y esa es la impresión que nos causó esta amable "comedia dramática", o "drama muy cómico", como la denomina el propio autor, en la que se nos traslada al reducido y secreto espacio de la habitación de un hotel, donde, a lo largo de cuatro noches distintas, se desarrollan cuatro encuentros intercambiados entre cuatro personajes -dos hombres y dos mujeres- cuyas vidas se hallan interconectadas por distintos motivos; todos ellos relacionados con el amor, el sexo... o la procreación.

El adulterio, ese tema imperecedero que durante siglos ha acompañado a la comedia, es empleado de nuevo por Rochman en una trama original y desenfadada en la que tienen cabida asimismo algunos eternos problemas ligados a las relaciones hombre-mujer y a su (im)posibilidad de entenderse. La historia e historias vividas por Álex (Xoel Fernández), Victoria (María Pastor), Elena (Elena Rey) y Hugo (José Bustos) se suceden rápidas, llenas de ritmo, con diálogos ingeniosos plagados de mensajes y una comicidad mordaz en la que la ironía, la doble intención y el cinismo campan a sus anchas -buscando en todo momento la complicidad con el público- en la mano diestra del dramaturgo, que dirige asimismo la pieza.

Juan Sebastián Domínguez ha diseñado un espacio absolutamente adecuado al tono de la obra, a partir de una amplia cama central y un cabecero multiusos, en el que la iluminación de Raquel Rodríguez juega asimismo un destacado papel en la creación y diferenciación de ambientes.

Pero, como no podía ser de otro modo en este tipo de comedias donde la palabra y la acción lo son todo, el peso del montaje recae en la interpretación de unos actores que realizan un trabajo sobresaliente. María Pastor, que sustituía a Sauce Ena en el papel de Victoria, estuvo radiante y divertidísima, como lo estuvieron el resto de actores que completan el reparto: Xoel Fernández, Elena Rey y José Bustos. Excelente dicción, intención, comprensión del texto y materialización física, en todos ellos, de unos comportamientos y una psicología que, respondiendo a tipos humanos que pueden sentirse como estereotipados, no por ello dejan de percibirse con una verdad llena de vida que permite al público sentirse identificado con lo que ve. Funciona la mímesis -a pesar de la buscada ruptura de la cuarta pared, por parte de los personajes, entre escena y escena-, funciona el humor, funciona el mensaje; funciona todo, en definitiva, en una comedia a la que no le sobra ni falta nada.       

Todo un descubrimiento la obra de Mariano Rochman, cuyos trabajos esperamos volver a disfrutar pronto en escena. Hasta entonces, mientras puedan, aprovechen a ver estas Noches de hotel que todavía se mantendrán en cartel todos los domingos, hasta el 29 de marzo, en los Teatros Luchana.

José Luis González Subías

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