"La pasión de Alma", una historia de amor (y otras historias) entre la autoficción y la metaliteratura


Arriesgado reto asume Eduardo Galán (Madrid, 1957) al lanzarse a la aventura de publicar una primera novela, tras una larga y coherente trayectoria literaria de más de treinta años, centrada en el género al que ha dedicado toda su carrera: el teatro. Comprensible es, en cualquier caso, para quien conoce los impulsos de la creación, el emprendimiento de cualquier camino y reto que un artista desee asumir, impulsado por esa necesidad imperiosa de querer compartir y contar las inquietudes, anhelos, temores, dudas, fantasmas, deseos y, en definitiva, historias que bullen en su interior (llámese o corazón, o ambas cosas).

No una sino muchas obras teatrales habría podido inspirar el heterogéneo material sobre el que se construye La pasión de Alma, pero ningún drama habría podido contener el complejo mundo psicológico y la multitud de aristas, acciones y personajes que convergen en esta poliédrica novela en la que los planos de la realidad y la ficción se entremezclan y superponen de tal modo que resultaría imposible tratar de recrearlos en otro código literario que no fuera el narrativo.

Eduardo Galán
La pasión de Alma no podría haber sido escrita más que por Eduardo Galán -el lector deberá adivinar por qué-. Todo cuanto sucede en ella forma parte de los recuerdos, reales y ficticios, de quien conoció en primera persona los hechos históricos que se recrean, centrados en el Madrid de la Transición; aquellos inicios de una década -la de los 80- en la que España despertó a la democracia tras superar la prueba definitiva que supuso el golpe de estado del 23F -una de las líneas temáticas sobre la que se construye buena parte del texto- y el posterior triunfo, en octubre de 1982, del partido socialista, cuyos dirigentes -con especial relevancia, Alfonso Guerra- salen retratados en la novela. Pueblan las páginas de la obra, ofreciendo un magistral colorido de época al conjunto, conocidas calles y lugares del Madrid de entonces y ahora, y los ambientes de la movida madrileña; emblemáticos programas de TV, como La Clave de José Luis Balbín, emitida por la VHF de aquellos tiempos en que solo era posible elegir entre dos cadenas; los atentados de ETA, la revista Triunfo, Diario 16, Pedro J. Ramírez, los dibujantes Gallego & Rey... Pero también las facultades de Filología -donde imparte clases de Gramática Generativa Ignacio Bosque, al que se cita- y Derecho de la Complutense, en la primera de las cuales enseña Literatura Contemporánea Mateo, el protagonista masculino de la trama principal del relato; y el Instituto de Bachillerato Beatriz Galindo, donde Eduardo Galán fue profesor de Lengua y Literatura durante muchos años.

Precisamente la vida docente, que el autor tan bien conoce, es otro de los elementos sustanciales de una novela construida a partir de la relación -en realidad, relaciones- amorosa entre un maduro profesor (Mateo) y una alumna (Alma) a la que saca treinta años. Relación que transcurre dentro el relato -nos hallamos ante una historia dentro de otra, siguiendo el modelo clásico en nuestra literatura del manuscrito encontrado- de forma paralela a la también complicada vida sentimental de Javier Ortiz, profesor de Lengua y Literatura en el IES Beatriz Galindo, a quien el director ha entregado, por su condición de guionista, un manuscrito mecanografiado con el título de La pasión de Alma, hallado entre las estanterías de su departamento.

El productor teatral Enrique Cornejo, junto al autor 
La historia de Mateo y Alma atrapa a Javier, quien se siente identificado en buena medida con ella al encontrarse en una situación similar -mantiene una peligrosa relación con dos alumnas, mayores de edad, de uno de sus cursos de 2º de Bachillerato- y siente curiosidad por los asuntos turbios que rodean las vidas de aquellos personajes -¿acaso reales?-, relacionados con el golpe de estado del 23F, en cuya conspiración pudo estar implicado el padre de Alma, el coronel Castillo, quien, por otra parte, se opone con dureza a la relación de su hija con el profesor.

La trama central del manuscrito encontrado se centra, pues, en el amor "imposible" entre Mateo y Alma, el clásico tema literario del viejo y la niña, abocado, en principio, al fracaso; como así parece sucede según el final del manuscrito, firmado por un inexistente Andrés Salinas y Baroja -obsérvese el guiño de los apellidos-, cuyo verdadero nombre trata Javier de descubrir (el elemento detectivesco es uno de los más atractivos ingredientes, en nuestra opinión, de la novela).

No podía faltar el componente metaliterario en un texto escrito por un profesor de Literatura y protagonizado por profesores de Literatura: Bécquer, Larra, Jacinto Benavente, La Regenta de Clarín, Cernuda, Delibes, Pedro Salinas y la generación del 27 asoman en las páginas de la obra, sumándose sus nombres a los de los personajes reales y ficticios de una vida cultural que Eduardo Galán conoce muy bien, y de la que forma parte, llegando el autor a incluirse a sí mismo en la novela como un personaje más -es compañero de Javier Ortiz en el departamento de Lengua del IES Beatriz Galindo- y citar alguna de sus obras teatrales -Tristana, Memoria y olvido (Argentina 76, nunca más)-, en un nuevo juego que se extiende a otras figuras reales que forman parte tanto de la biografía de Galán como del mundo teatral al que pertenece. Dejemos que el lector se sume a este juego y trate por sí mismo de desenmarañar cuanto hay de ficción y realidad en estos episodios biográfico-nacionales que ofrecen un retrato comunicante entre la España de hace cuarenta años y la de nuestros días.

Compañeros de profesión acompañaron al dramaturgo-novelista
durante la presentación de su nuevo libro el pasado 22 de enero
Novela de permanentes guiños a un lector con el que el escritor trata de establecer distintos grados de complicidad, La pasión de Alma es asimismo, y para concluir, un excelente ejercicio literario construido con afán experimental y una buena dosis de reto. Eduardo Galán vuelca en él un profundo bagaje no solo de experiencias vitales -pese a su novedad, es esta una obra escrita desde la madurez- sino de conocimientos literarios que el autor ha tratado de ofrecer, amalgamados también en esos guiños a los que antes aludíamos. Organizada en tres partes (Pasión, Desolación y Alma), estructuradas a su vez en ochenta y cinco capítulos que alternan aleatoriamente dos planos narrativos distintos -el del manuscrito encontrado, cuyo título responde a La pasión de Alma, y el de la historia contada por Javier Ortiz-, la mixtura de voces narrativas, el multiperspecivismo, será unos de los rasgos formales más característicos de la novela; al que debemos añadir, con no menos importancia, la variedad de registros lingüísticos empleados por el autor, adaptados a los diferentes personajes y situaciones que se suceden, capaces de oscilar entre una ortodoxa e impoluta corrección literaria y la procacidad más desenfadada y provocadora -compárese el comienzo de la narración con el final de la historia-. Un discurso narrativo, construido a partir de la citada mixtura entre la voz y los pensamientos de Javier Ortiz con los del narrador en tercera persona del manuscrito -en el que se emplea la disposición de diferentes secuencias intercaladas-, que se ve enriquecido a su vez por la incorporación de otras múltiples modalidades discursivas, como el cuaderno de Alma, diálogos ausentes de narrador introductorio que imitan la técnica dramática, cartas e informes... e incluso conversaciones de Whatsapp.

Un sugerente, variado y complejo universo narrativo, en definitiva, donde el amor y el sexo coquetean con la intriga, la memoria y el pasado en una historia de contrastes entre la juventud, los deseos prohibidos y el recuerdo, cuyo final no dejará de sorprende al lector que se adentre en La pasión de Alma.

José Luis González Subías


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