Electra se enfrenta a sus fantasmas en La Usina


La Usina, ese rincón de la escena madrileña dedicado a la experimentación teatral, donde las compañías independientes tienen un espacio en el que mostrar esa otra cara del teatro, la que sobrevive en los sótanos impulsada por la fe de sus protagonistas en la alta misión social de la escena, y la de sus no menos románticos seguidores, adictos a la experiencia de soñar adentrándose en los secretos revelados tras las bambalinas, ha abierto sus puertas de nuevo, tras varios meses de reclusión y silencio impuestos por la amenaza silente y mortal que se ha instalado en nuestra vidas.

Más propia de una de las pesadillas a las que Francisco J. de los Ríos nos tiene acostumbrados parece esta nueva normalidad, donde los espectadores que asistimos al teatro nos asomamos a la libertad a través de los ojos inquietos que sobrevuelan nuestras mascarillas. Así nos reencontramos el pasado domingo quienes asistimos al estreno de Nadie llora sobre la tumba de Electra, un magnífico texto de este autor y director que, desde hace años, ha encontrado en la citada sala el refugio liberador para dar forma y vida a sus proyectos.

El estreno de este potente monólogo, protagonizado por Jennifer Baldoria, musa de De los Ríos, que realiza en su papel de Electra una de las más intensas, emotivas y sobresalientes interpretaciones que hemos tenido ocasión de contemplar de esta gran actriz, coincide con el 20º aniversario de la compañía Teatro del Sótano, fundada por aquel con el inicio del nuevo siglo. La Electra de Francisco J. de los Ríos es el primero de los trabajos escritos por este sobre grandes tragedias griegas protagonizadas por mujeres, completado con Troyanas y Antígona, escritos con la pretensión de dar un giro de tuerca a estos mitos universales y reflexionar, con ellos, sobre nuestra reacción y nuestra forma de juzgar su comportamiento ante las circunstancias que el destino les hizo vivir. En esta ocasión, Electra despierta de su sueño en el Hades para enfrentarse a sus fantasmas, entablando un diálogo consigo misma dirigido a Egisto, el asesino de su padre y usurpador de su trono, que yació en el lecho con su madre; Orestes, su hermano, la mano que utilizó Electra para llevar a cabo su venganza; y Clitemnestra, la madre, adúltera y asesina, a quien desde su más profundo odio, Electra sigue queriendo. Terrible y llena de verdad se muestra la escena en que las lágrimas se desprenden del rostro de Electra mientras se arrastra a sus pies, gritándole su odio...

Una hora de intensa interpretación de un texto difícil, complejo, que Baldoria hace suyo y transmite con absoluta comprensión y claridad, arropada únicamente por su voz, el ademán de su gesto y la expresividad de su rostro, sobre un escenario reducido a su esencialidad más absoluta, vestido con unas leves hojas y el aliño característico de un Teatro del Sótano en el que la imaginación gana siempre la batalla a la escasez de medios.

Nadie llora sobre la tumba de Electra permanecerá en La Usina todos los domingos de este mes de septiembre en el que el teatro vuelve a alzar con esperanza el telón, esperando la mano del público amigo que lo acompañe en su nuevo periplo enmascarado.

José Luis González Subías

Fotos: Francisco J. de los Ríos

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