Paloma Pedrero vuelve a dar voz a las otras voces en "Transformación", una pieza de teatro comprometido


Hace mucho tiempo que Paloma Pedrero, una de las autoras con mayor recorrido de nuestro panorama teatral, encontró en el hecho dramático algo más que una práctica artística ligada a la creación de belleza estética y a la indagación en las emociones humanas. Sin abandonar estos fines -sin los cuales, la escena se aleja de los parámetros del arte para adentrarse por otros derroteros-, y teniendo siempre muy presente el contenido humano en su obra, la dramaturga madrileña, al frente de su ONG Caídos del cielo, ha realizado una importante y comprometida labor en favor de las personas en riesgo de exclusión social utilizando como principal instrumento de inserción la práctica del teatro. Decantada por el cultivo de un teatro comprometido con el otro y sus circunstancias, los montajes de Paloma Pedrero se han caracterizado por mirar al hombre y la mujer de frente, para enfrentarlos a sí mismos y ante el otro, indagando en las causas de sus comportamientos y en su modo de ver la realidad. Un teatro destinado a la reflexión y la concienciación de un público al que se pretende mostrar una perspectiva distinta, no siempre amable, conocida, o compartida, con la intención de provocar -en caso de ser necesario- un posible cambio.

Siguiendo la tradición de Caídos del cielo y su método de trabajo habitual, una intensa labor de creación, formación y aprendizaje en la que participan actores no profesionales, en Transformación, la pieza que desde el pasado 2 de octubre se muestra en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero, la autora se adentra en una realidad que confiesa conocer de cerca, para mostrarnos el fenómeno de la transexualidad en nuestros días, protagonizado por unos jóvenes que son al mismo tiempo personajes y actores de su puesta en escena.

La mayoritaria presencia de estos jóvenes en el escenario dota a la pieza de un cierto aire adolescente suburbial y una ingenuidad naíf en ocasiones, que adquiere otoñales tintes hippiescos en esa abuela enrollada a lo Janis Joplin que sigue invitando, desde su comprensiva senectud dorada, a hacer el amor y no la guerra. Quizá la claridad de un mensaje directo, que más que dudas ofrece la certeza de la comprensión amistosa y la mano tendida al otro, por encima de cualquier circunstancia, contribuya también a crear esa atmósfera de previsibilidad respecto a cuanto va a suceder, que desde el primer momento sabemos no se adentrará por lo senderos del drama sino de la comedia (sin llegar a serlo totalmente), incluso haciendo uso de un componente musical cuya potencialidad no llega ser totalmente desarrollada.

Pedrero plantea una puesta en escena adecuada a las pretensiones de su texto, que clarifica y muestra el mensaje sin diluirlo en experimentalismos que distraigan la atención del fin perseguido, apoyada por un equipo artístico de alto nivel, entre cuyos nombres se encuentran Alessio Meloni, creador de una escenografía y un vestuario funcional y versátil, de corte realista, y Juan Gómez Cornejo, responsable de la iluminación. Un total de ocho actores conforman un reparto en el que la veteranía y el saber hacer de Enriqueta Carballeira (la Abuela) templa el diapasón de un elenco que cumple su función adecuadamente, con seriedad y compromiso, formado, junto a esta, por Julio Alonso, Tatiana Carel, Silvia Criado, Flora López y los debutantes Alan Castillo, Zack Gómez y Álex Silleras.

Transformación, una pieza de teatro comprometido con las nuevas realidades de un mundo en permanente cambio, se mantendrá en escena hasta el próximo 8 de noviembre, en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero.

José Luis González Subías     
              

Fotos: marcosGpunto

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