"Dime que todo está bien" y te veo en el teatro


La semana pasada se presentó en Sala Lola Membrives del Teatro Lara Dime que todo está bien, la ópera prima de Marcos Fernández Alonso, autor de otras piezas semejantes, como Papá y el resto, Off Un peral entra por la ventana, en las que el dramaturgo y director cofundador de Nueve Norte, en cuya sala fue estrenada ya esta obra en el verano de 2020, bajo su producción, ofrece una mirada íntima, sincera y desenfadada al entorno más cercano de nuestra realidad, con la pretensión de hacerle sentir al espectador comprendido y partícipe de una vida -de unas vidas- en buena medida compartida por todos, y ofrecerle el mensaje esperanzado -como el título de la obra que hoy nos ocupa- de que todo está bien.

Dime que todo está bien, una comedia escrita, en palabras del autor, "con la maravillosa inocencia y la mágica luz de los veinte años", cumple con éxito esta función. En las ocho secuencias o escenas en que se divide la pieza observamos las esperanzas, dudas e inseguridades de los nuevos antihéroes de nuestro tiempo, lanzados a un mundo urbano alienante y creador de rostros anónimos, donde la soledad es el permanente enemigo de unos seres que solo buscan un poco de amor, o acaso compañía... o un simple abrazo. 

En el transcurso de unas horas de un día cualquiera, en una ciudad cualquiera -preferiblemente Madrid-, las vidas de cinco personajes se entrecruzan, en un divertido juego o puzle lleno de guiños: una directora de castings (María Segalerva) que busca la compañía de hombres más jóvenes, incluso pagando; un joven actor en paro (Marcos Orengo) que se cruza en su camino; como se cruza también con ella, en un taxi, una joven (Clara Galán) desesperada por su inexperiencia en materia sexual y la frustración de no haber sentido nada en un encuentro fortuito en su trabajo, a la que aquella facilita el contacto de un gigoló (Guillermo de los Santos) al que acaba de abandonar; y la amiga de esta (Paloma Mariscal), incapaz de creer a su novio, el actor, quien conocerá al gigoló en casa de la directora de castins, que casualmente vive en el piso de abajo del de su novia, que acaba de dejarlo.

Con una historia y un texto que se sigue con facilidad, la comedia transcurre sin altibajos, con fluidez, en un ambiente y un tono distendidos, apropiados al fin perseguido por el dramaturgo; director asimismo de un montaje cuyo minimalismo escenográfico es compensado con habilidad por el acertado uso que se da a una pequeña mesa redonda y dos sillas, con las que se recrean multitud de espacios.

Los cinco actores que conforman el reparto -Paloma Mariscal, Guillermo de los Santos, María Segalerva, Clara Galán, Marcos Olengo- se mueven con soltura y credibilidad en escena, cumpliendo con solvencia su cometido.

Una agradable comedia, en fin, sin otra pretensión -que no es poco- que la de mostrar al público un espejo amable de una realidad en la que puede verse fácilmente reflejado, bien hecha y trabajada. Una buena opción para disfrutar de una entretenida velada nocturna en pleno centro de Madrid, que permanecerá en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara todos los jueves, a las 22:00 h., hasta el 8 de julio.

José Luis González Subías


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