Don Pablos, un buscón quevedesco superviviente en la corte, de la mano de José Luis Esteban


Ayer completamos nuestro encuentro con el Siglo de Oro, en esta nueva edición de la Fiesta Corral Cervantes, de la mano de Teatro del Temple. Esta vez con uno de sus títulos de referencia: El buscón, versión teatralizada de la célebre novela de Quevedo, estrenada por primera vez en 2007. Mucho ha rodado este espectáculo protagonizado por José Luis Esteban, autor, junto con Ramón Barea, director del montaje, de la adaptación dramática del texto; y, a juzgar por su incansable recorrido por esos caminos de Dios, aún le queda mucho resuello al peregrino don Pablos, buscador de una fortuna que su apicarada y germanesca vida se obstina en negarle.

Tanto es así que ahora hemos de verle por los tablados tratando subsistir, recreando ante los auditorios que le escuchan en las soleadas plazas de los poblachos, y algunas villa de mayor enjundia, la justificación -innecesaria, pero obligada siempre, para un pícaro- de una existencia iniciada por Quevedo hace cuatrocientos años, que este superviviente ha querido mantener, por iniciativa propia, para "exemplo de vagamundos y espejo de tacaños", que aún hoy se prodigan por las aceras y despachos de la Villa y Corte y otros parajes diversos del ruedo ibérico.

Durante setenta minutos, José Luis Esteban, recuperando el oficio de juglar y comediante de antaño -y hogaño-, haciendo uso exclusivamente de su capacidad de contador y recreador de historias, con el apoyo de una elemental y funcional escenografía (obra de Tomás Ruata) y las prodigiosas palabras emanadas de una de las joyas de la narrativa barroca española, nos deleita con un ejercicio interpretativo donde la improvisación y el juego con el público cobran especial relevancia.

En las manos de este gran actor, las palabras de Quevedo-Don Pablos se hacen accesibles a un público que se ve interpelado e incluido en un espectáculo que busca permanentemente el acercamiento con aquel. De este modo, José Luis Esteban es capaz de actualizar y hacer asequible la complejidad de un conceptismo barroco rebosante de ingenio, llevado a su quintaesencia por el maestro Quevedo en pasajes tan conocidos como la descripción del licenciado Cabra o la desventurada peripecia de Pablos con su jamelgo que acabó en batalla "nabal".

La historia teatralizada de este Don Pablos lanza un permanente guiño de complicidad a quienes hace tiempo conocemos y amamos al personaje y a su creador, e invita a quienes no estén tan familiarizados con él, a conocerlo y enamorarse de su frágil -a pesar de la malencarada catadura del personaje- condición, simplemente humana; lo que dota también a este montaje de un componente didáctico al alcance de un público adolescente, necesitado de estímulos que lo inviten a acercarse tanto a la literatura como al arte teatral, los dos principios sobre los que se asienta El buscón que estos días acoge la Fiesta Corral Cervantes, y aún podrá disfrutarse hasta el 9 de julio.

José Luis González Subías

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos