Las sombras acechan en un incierto camino de "Baldosas amarillas"...
Todos seguimos una senda invisible trazada con nuestros propios pasos. Todos buscamos ese camino que conduzca nuestro cuento, nuestra historia, hacia un final feliz. Un camino de baldosas amarillas se ofrece a nuestro paso, como el que Dorothy, la joven e inocente protagonista de El mago de Oz, debe recorrer para regresar a casa, a la libertad, a la inocencia perdida... Esta metáfora se ofrece más acuciante y extrema que nunca en el sórdido contexto en que Sandra Pedraz Decker sitúa la acción de Baldosas amarillas, la nueva pieza dirigida por Ramón Paso que, desde el pasado 9 de junio, se representa todas las semanas en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, en Madrid.
Sandra Pedraz, que lleva años colaborando con Ramón Paso desde diferentes ámbitos -dramaturgia, vestuario, traducción...-, presenta un trabajo personal en el que la huella de este último se halla muy presente; no solo en la concepción de la pieza que dirige, sino en el estilo literario de un texto en el que creemos observar su influencia; o, al menos, una clara concomitancia de intereses estilísticos. Con un tono provocador y descarado, plagado de exabruptos y una manifiesta obscenidad, pretendidamente buscada, en palabras y gestos, la autora nos sumerge en una pesadilla muy real, poblada por los peores monstruos que habitan nuestro universo, los que anidan en nosotros mismos. La acción se sitúa en un centro de desintoxicación donde un grupo de drogadictos, dirigidos por una terapeuta alcohólica que huye también de sus propios fantasmas, participa de un singular experimento consistente en recrear la fantasía de un viaje por el camino de baldosas amarillas recorrido por Dorothy en la novela de Frank Baum llevada al cine en 1939 y convertida en icono de la esperanza recobrada y la reconciliación con uno mismo. Algo de esto hay en el final ofrecido por Decker a su obra, a pesar del poso agridulce que deja cuanto queda en el camino de este proceso de superación personal.
Una interesante propuesta, en definitiva, difícil, adecuada para quienes busquen ofertas escénicas arriesgadas -sin atrabiliarios experimentos posmodernos-, provocadoras, sorprendentes y distintas, con la justa proporción de distanciado humor para no salir herido en el intento, es lo que se ofrece en estas Baldosas amarillas de Sandra Pedraz Decker, dirigida por Ramón Paso, que se mantendrá en escena, en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara, hasta el 29 de septiembre.
José Luis González Subías
Fotografías: Ramón Paso
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