"Una noche sin luna", con la luna más intensa que nunca, en las manos de Juan Diego Botto


Lorca... de nuevo Lorca... pero una rememoración del poeta convertido en hombre real, más allá del mito acartonado, y a un tiempo -por su misma humanidad- mártir mesiánico, como nunca antes habíamos visto sobre un escenario. Permítanme asegurar que nada de cuanto hayan visto hasta este momento en torno al probablemente más homenajeado y representado de nuestros dramaturgos y artistas en los últimos años se parecerá al espectáculo que Juan Diego Botto ha creado a partir de la vida y la muerte del poeta de Fuente Vaqueros. Una noche sin luna, estamos convencidos, pasará a la historia del teatro español como una de las obras más originales, emotivas e inteligentes inspiradas en la figura de García Lorca; y el montaje dirigido por Sergio Peris-Mencheta, que desde el 17 de junio ha estado representándose en el Teatro Español, quedará en el recuerdo -y esperamos que en los muchos premios de los que este es merecedor- como uno de los grandes espectáculos escénicos de una difícil temporada teatral marcada por la "primera" pandemia de un siglo que ha superado ya su adolescencia.

Con una naturalidad sobre las tablas que en muy contadas ocasiones hemos presenciado, Botto se adueña del personaje y construye un Lorca que enamora desde su fragilidad, ternura y cercanía, desdoblándose asimismo, en el trascurso de la historia, en otras figuras con las que su vida se cruzó en algún momento, no siempre grato. La increíble ductilidad y dominio escénico de este gran actor cuya sincera palabra es capaz de engañar a la propia verdad, es pura verdad intensa, reposada, íntima, en su voz, que atrapa al espectador y le sumerge en una vida de la que se siente partícipe. Desde el primer instante en que el actor aparece en escena todo cuanto nos dice y sucede nos interesa y arrastra, conduciéndonos a un intenso juego teatral en el que la realidad y la ficción se confunden de tal modo -y con tal arte- que el público es incapaz de distinguir las veras y el engaño de una historia de la que se siente partícipe en todo momento.

Es Lorca quien se dirige a nosotros, y hablamos con él, lo sentimos vivo a nuestro lado. Nos reímos con su gracejo y ocurrentes salidas -exquisitamente recreadas y hechas vida por Juan Diego Botto-, disfrutamos de su talento, nos conmueve con su sensibilidad poética y humana, y padecemos también junto a él, hermanados en una misma voz y carne, en los últimos momentos de su vida, transformados, en la inteligente visión artística de Peris-Mencheta, en una auténtica escena de la Pasión de Cristo; figura con la que, en muchos momentos, creemos identificar al personaje.

Un cúmulo de sensaciones plásticas y emociones -no solo estéticas- acuden a nuestra mente a medida que avanza la acción, bellamente cincelada por la mano de Mencheta en el cuerpo y la voz de un Juan Diego Botto en estado de gracia, sobre un escenario que convierte -gracias al mágico espacio escenográfico ideado por Curt Allen Wilmer- lo que en apariencia es un simple tablado de teatro popular en una multifuncional plataforma en la que los tablones y maderas cobran vida, siendo capaces de trasladarnos a los más diversos lugares, convirtiéndose ya en la plaza de un perdido pueblo de Castilla, un teatro, el barco de Teseo o un olvidado camino donde las cunetas hablan.

El éxito arrollador obtenido por esta obra escrita y protagonizada por Juan Diego Botto, allá por donde pasa, no es casualidad. Pocas veces hemos visto -siendo partícipes de ello- un teatro puesto al unísono en pie del modo en que lo vivimos anoche. La sentida ovación que se alargó durante muchos minutos, nacida de una emoción colectiva compartida por un actor desnudo, humilde, sin coraza, que se ofrecía ante su público con la entrega del rito más sagrado, es el testimonio sincero de la rendición de este ante lo que supo reconocer como un hecho excepcional, que pocas veces llega a producirse en el teatro y, sin embargo, le da todo su sentido. Una noche sin luna seguirá representándose hasta el 11 de julio en el Teatro Español, con todas las localidades agotadas desde hace tiempo. Bienaventurados quienes tengan la fortuna de haber adquirido una entrada, porque ellos verán lo que pocas veces es presenciado en escena.

José Luis González Subías


Fotografías: marcosGpunto

Comentarios

  1. Hacia mucho tiempo que no veía nada igual. Emoción, sentimiento de principio a fin. Lorca siempre vivo. Gracias juan Diego, gracias Sergio.

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