Edipo sube a las tablas del Teatro Español, de la mano de Paco Becerra y Luis Luque


Mucho habíamos oído hablar de este Edipo, que parece haber despertado sentimientos encontrados -más bien, desencontrados- desde su estreno el pasado mes de agosto en el Festival de Mérida. Pondremos las cartas sobre la mesa, desde el primer párrafo, para afirmar que esta versión del mito, reescrita por Paco Becerra y dirigida por Luis Luque, nos ha parecido a la altura de lo que puede y debe exigirse a un trabajo de la más alta calidad escénica.

Edipo (A través de las llamas) es un montaje de un enorme atractivo visual, en el que la luminotecnia (diseñada por Juan Gómez-Cornejo) y la videoescena (a cargo de Bruno Praena) consiguen crear una permanente atmósfera de ensoñación irreal y atemporal, con aire futurista, acorde con el vestuario diseñado por Almudena Rodríguez Huertas y el estilizado diseño escenográfico creado por Monica Boromello, a partir de un espacio vacío, intensamente azulado, que tiene como único punto de fuga -inteligentemente empleado como guía visual de la acción- un espacio superior al que se accede por una escalera oculta a los ojos de público, a través de la cual las figuras se desplazan como sombras fantasmales, mecidas e impulsadas por la sugerente música de Mariano Marín.

Es fácil seguir, para cualquier conocedor del primitivo texto de Sófocles, el hilo argumental de una historia sobradamente conocida, que Paco Becerra retoma y actualiza con absoluto respeto a la tradición que le precede. Es este un excelente ejemplo de adaptación de un texto clásico, arropado de modernidad, que sin perder la esencia y el tono de un mito intemporal, manteniendo el lento y cadencioso ritmo de la tragedia griega, se presenta actualizado a un lenguaje y unos códigos estéticos inequívocamente de nuestro tiempo, en los que no dejamos de reconocer, sin embargo, especialmente con la ayuda de unas acertadas máscaras que el coro mantiene en todo momento, y un casco aqueo, las huellas del mundo antiguo donde se desarrolla la historia.

No esperemos catarsis alguna -no es necesario en el camino de la emoción estética- en un público que poco puede horrorizarse ante el hecho de que Edipo haya matado a su padre para yacer después con su madre en calidad de esposa, ni que esta se quite la vida y el héroe maldito se arranque los ojos -bella y sugerente metáfora plástica la de cubrirlos con una venda roja- para no ver la aberración de lo que ha hecho. ¡Qué triste es conocer muchas veces la verdad, y más aún empeñarse en descubrirla por encima de todo! Tampoco esperemos desgarros interpretativos, de esos que hacen saltar de la butaca erizando la piel... Todo cuanto sucede en escena está realizado desde la más elegante estilización, tanto de los sentidos como del ánimo. Sentimos el desgarro y el dolor de Edipo, pero también su apolínea contención durante la mayor parte del tiempo, como la del resto de personajes que componen el reparto, interpretados por un compacto elenco de actores que realizan un gran trabajo, excelentemente hilvadado por su director, Luis Luque.

Alejo Sauras da vida a un Edipo sobrio y convincente, que arrastra y trasmite de forma natural su fuerza y elegancia; la misma que Julia Rubio nos ofreció en su recreación de la Esfinge, Álvaro de Juan en su Creonte, Jonás Alonso como Yelmo, Mina El Hammani dando vida a Yocasta, Jiaying Li encarnando a Tiresias -en una arriesgada apuesta del director, que quiso utilizar el exotismo mistérico de lo oriental, incluso su lenguaje, para transmitir la dimensión oculta del fatum y el destino trágico-, Alejandro Linares como mensajero y Andrés Picazo en su papel de esclavo.

Todos ellos son la carne y la piel de un espectáculo impecable en conjunto, digno del Teatro Español, con el que este ha inaugurado su nueva temporada. Edipo (A través de las llamas), de Paco Becerra, se mantendrá en cartel hasta el 31 de octubre. Un montaje que hay que ver.

José Luis González Subías


Fotografías: Jesús Ugalde

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