"Thom Pain (Basado en nada)", un monólogo tragicómico que lo dice todo


Thom Pain (Basado en nada), quédense con este título y el nombre de su autor, Will Eno. Si no lo conocían, háganse a la idea de que es necesario prestarles atención, mucha atención, a ambos. Como quien no quiere la cosa, este dramaturgo estadounidense, afincado en Nueva York, es uno de los autores de referencia del teatro norteamericano actual, y sus obras, avaladas con numerosos premios, han obtenido grandes éxitos en Broadway. 

Finalista del Premio Pulitzer en 2005, en la modalidad dramática, la obra que el pasado miércoles 1 de septiembre se estrenó en la sala Lola Membrives del Teatro Lara es un singular monólogo escénico que derrocha ingenio, escepticismo, descaro, inteligencia, humor y malhumor, en unas dosis tan bien acompasadas que lo convierten en una joya del soliloquio contemporáneo. Mucho tiene que ver en nuestra elogiosa impresión de lo que presenciamos el excelente texto de Will Eno, del que resulta difícil evadirse ni un segundo, dado el permanente estado de sorpresa y expectación que provoca en un público que se siente impelido en todo momento a participar -aunque sea para esconderse- en cuanto sucede sobre el escenario; y el contenido aparentemente intrascendente (basado en nada) de una pieza esencialmente tragicómica que ahonda en la compleja simplicidad del ser humano. Todos somos un Thom en potencia, o de facto; lo que nos hace comprender, empatizar con un ser humano que se muestra ante nosotros desnudo -en su aséptico, pulcro y uniformado atuendo de burócrata o espía previo al telón de acero-, sosteniendo un espejo en el que nos sentimos retratados mal que nos pese.

Pero junto a la brillantez de un texto lleno de aristas y matices, se alza, como protagonista absoluto de este sencillo montaje que vierte todo su peso en la palabra y el actor, el espléndido trabajo de Juanma Gómez; un especialista en dar forma a personajes del "común", de una carne y hueso perfectamente reconocibles por el público de nuestro tiempo, en los que la dramaturgia del realismo estadounidense se ha mostrado puntera desde el siglo pasado. Ese realismo, que en esta ocasión se permite abandonar en varios momentos, de la mano de un texto provocador que juega a hacer teatro del mismo modo que el actor juega con el público, es el que ya le vimos practicar con absoluta maestría, hace algunos años, interpretando a George en el conocido texto de Albee ¿Quién teme a Virginia Wolf?. Si ya entonces nos fascinó la asombrosa naturalidad de un actor que hace fácil lo difícil y transmite una impresión de verdad capaz de romper la sensación de ficción de algún modo siempre presente en el juego del teatro, en esta ocasión su increíble ductilidad para transformar la realidad y transformarse, mostrando un rostro ambiguo que nunca llega a saberse si es real o solo aparente, nos sedujo aún más si cabe.

Durante setenta y cinco minutos de un monólogo que suena a polifonía, Juanma Gómez se convirtió en el centro de atención y el director de orquesta de un espectáculo que manejó con envidiable soltura. No es un stand-up con tintes dramáticos lo que se representa, aunque algo de esto tiene. La disparatada historia contada por ese personaje que podría haber salido de CQC no parece querer ir a ningún lugar -¿o quizá sí?- ni pretende estar basada en nada. ¿Qué tiene entonces de interés? Permítanme que no se lo explique; ni les explique tampoco qué sucede en escena. Quizá no ocurra nada... ¿Acaso importa? Descúbranlo Vds. mismos. Déjense sorprender por la intensa luz que ofrece una cerilla encendida en la inquietante y vacía oscuridad, por aquel muchacho que jugaba a vaqueros en la calle sin saber aún que los sueños están hechos para ser vividos únicamente en el instante, o por ese enamoramiento fugaz que nos hace sentir el vació -también fugaz- de lo que pudo haber sido... Thom Pain (Basado en nada) es todo eso, o quizá no. Fíjense en los ojos de ese individuo que les mira y luego pregúntense: ¿Estaría dispuesto a encerrarme con él en una sala de teatro? Por lo pronto, les espera todos los miércoles, hasta el 20 de octubre, en la sala Lola Membrives del Teatro Lara.

José Luis González Subías

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos