"Los precursores", de Luis Sorolla, o un paso más allá del fin del mundo


Hacía tiempo que no visitábamos El Umbral de Primavera, ese "vivero cultural" ubicado en el corazón del madrileño barrio de Lavapiés, en el que las jóvenes compañías y los proyectos más innovadores del circuito teatral alternativo y emergente tienen su espacio. Y volvió a merecer la pena hacerlo. En la tarde noche del pasado domingo fuimos al encuentro de Los precursores, una pieza escrita y dirigida por Luis Sorolla, autor y director cuyo trabajo, a pesar de su interesante e intensa trayectoria en los últimos diez años, nos era aún desconocido. 

Durante más de dos horas y cuarto de intenso trabajo conceptual y colectivo, manejado por Sorolla con la precisión con que se hace uso una cámara de cine, tres jóvenes actores defienden sobre el escenario una historia compleja desde el punto de vista argumental y significativo, pero plena, sin embargo, de intrincados recovecos de un profundo significado vital y existencial. Mucho debe jugar la imaginación del receptor para dar forma y sentido a cuanto sucede sobre una escena que nos adentra en el ámbito de la distopía, la ciencia ficción y el escape room, en una historia a caballo entre la realidad y el sueño que se construye y se cuenta a la par que es representada. Un drama psicológico en el que la intriga y el juego perverso de un eterno día, más allá del fin del mundo, se repite para contar siempre una nueva e impuesta historia con un final de muerte y desolación semejante al ya vivido.

El hecho de que los tres protagonistas de este singular cuento sean tres niños abandonados por sus padres en un bosque muy sospechoso -con sabor a Matrix-, que han ido creciendo y madurando mientras llevaban a cabo la misión encomendada -no sabemos bien por quién-, contarlo todo, dota a la historia de un tono más ligero y dinámico que contrasta con las recurrentes caías en el silencio y la introspección estática, frecuentes en una pieza a la que consideramos le sobran algunos minutos de metraje -algo del lenguaje fílmico impregna todo el montaje y los diálogos, con frecuencia muy cerca del guion cinematográfico-. En cualquier caso, esta singular dramedia ideada por Luis Sorolla tiene la capacidad de sumergirnos en un mundo que no tardamos en sentir como propio, y de adentrarnos en el asfixiante y claustrofóbico laberinto sin salida en el que sus moradores parecen encontrarse (el público tampoco sabrá muy bien cómo salir de él finalmente).

Entre los particulares méritos de este nuevo proyecto de la productora Esto podría ser, fundada por el propio Sorolla en 2018, es necesario mencionar el excelente trabajo realizado por sus tres jóvenes intérpretes: Sara Sierra (Sara), Gabriel Piñero (Gabi) y Rodrigo Arahuetes (Rodri), cuya espontaneidad y cercanía transmiten una ambivalente sensación de verdad que se mantiene en todo momento. Digno de mención es asimismo el sugerente y efectivo espacio escénico diseñado por Paola de Diego, apoyado en la iluminación de Gabriel Piñero, y la ambientación musical de Daniel Jumillas.

Estrenada ya en El Umbral de Primavera el pasado mes de abril, y repuesta en junio, Los precursores ha regresado a la emblemática sala madrileña durante este mes de octubre. Merece la pena escuchar las historias de la historia -¿ya concluida?- presentada por Luis Sorolla, que aún podrá disfrutarse, el próximo domingo, en Lavapiés.

José Luis González Subías


Fotografías: Luz Soria 

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