"En tierra extraña", el latido musical de un emotivo recuerdo protagonizado por Lorca, León y Piquer


No es necesario viajar a tierra extraña para encontrar lo mejor de esta. En la plaza de Santa Ana, en pleno centro de Madrid, donde se alza el templo adalid de la dramaturgia española, los aficionados y amantes del arte escénico tienen estos días, y en lo que resta de año, una cita obligada con un pasado lo bastante vivo y cercano, a pesar del distanciamiento que la apresurada modernidad trata de imponer al tiempo y la memoria real -vivida o susurrada por el recuerdo-, como para hacernos comparar, con nitidez y nostalgia, lo que dista del ayer al hoy. ¡Qué de emociones provoca en el espectador -en concreto, este que les habla- escuchar las melodías oídas por primera vez en la más lejana infancia! La voz de Concha Piquer y sus canciones, tarareadas en cualquier rincón de un hogar redivivo en la añoranza con el calor y la sonrisa del seno materno, los sonidos de una época, la banda sonora de un tiempo que se nos fue, pero que aún pervive en muchos de nosotros, se despliega con toda su fuerza y lozanía en la nueva producción del Teatro Español, En tierra extraña, que ha sabido hacerles soñar a nuestros ojos y arrancarles el gesto de la emoción no fingida.

El teatro enseña, rememora, apunta, susurra, inquiere, cuestiona, retrata, emociona... Todo ello se amalgama en este valioso texto de Juan Carlos Rubio, bajo su propia dirección, que reúne en escena a tres artistas incomparables de nuestro acervo cultural, en un encuentro marcado por la amistad, el talento, el amor y el arte en toda su desnudez humana. Nada menos que Rafael de León, Concha Piquer y Federico García Lorca -el compositor, la cantante y el poeta- se dan cita en esta comedia musical con tintes dramáticos, en los que la voz y la interpretación de Diano Navarro, como la Piquer, lo llena todo. Es esta la protagonista absoluta de un espectáculo musical entretenido e intenso, que nos hace reír y llorar, desde el perpetuo deleite ante una creación depurada que derrocha arte y técnica en cada acento, elaborada con el gusto y la elegancia más exquisitos. Elegancia que se manifiesta en el decir y el hacer de los intérpretes, en el marco escenográfico donde se ambienta la acción, a cargo de Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán, en el vestuario diseñado por Ana Llena; y, en general, en todos los aspectos de un trabajo artístico en el que el director del montaje, Juan Carlos Rubio, ha dejado su impronta.

Junto a Diana Navarro, protagonizan la acción Alejandro Vera, que borda un García Lorca al que ya dio vida en una obra anterior de Rubio dedicada al personaje -Lorca, la correspondencia personal-, y muestra sus excelentes cualidades para la comedia musical; y Avelino Piedad, como Rafael de León, otro actor familiarizado con el medio lírico, que realiza un trabajo lleno de matices interpretativos de gran nivel.          

Desarrollada en el entorno metateatral de un teatro donde Concha Piquer prepara, junto a Rafael de León, algunas piezas de su repertorio, mientras aguardan a Federico, del que esta espera obtener la letra de una canción, la acción, que mantiene el interés en todo momento, irá ganando en intensidad dramática, hasta llegar a un climático final en el que la figura de Lorca adquirirá un mayor y decisivo protagonismo.

Junto al deleite de escuchar un escogido repertorio de nuestra copla tradicional -Tatuaje, Mari Cruz, Triniá, Ojos verdes, Francisco Alegre, A la lima y el limón...- y otras canciones populares españolas, además de melodías con sabor a Broadway o Cuba, y adentrarnos en la amalgama de sentimientos deliciosamente humanos que recorren y transmite la pieza, En tierra extraña nos acerca, sin necesidad de volcar las tintas en el horror que supuso el alzamiento militar del 36 y sus consecuencias, a un pedazo de la historia de España, visto con el amor y el respeto que merece nuestro pasado común.

Una delicia de creación dramática, en definitiva, que llegará al corazón de quienes se acerquen al Teatro Español, donde permanecerá hasta el 2 de enero. Una de las grandes obras escénicas de esta temporada, que, a buen seguro, permanecerá en nuestro recuerdo. No se la pierdan.

José Luis González Subías


Fotografía 1ª: Javier Naval
Resto de fotografías: César Cámara

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