Fuerza, sensibilidad y magisterio de una madre que también supo ser Lorca


Protagonismo merecido el de una mujer, Vicenta, de apellido Lorca, maestra de escuela que hubo de dejar pronto su profesión a finales del siglo XIX, para desposarse y formar una familia con Federico, García para más señas, con quien traería al mundo en 1898 a otro Federico... Federico García Lorca. Pero no es este el protagonista -aunque también, inevitable y necesariamente- de la obra creada al alimón por Itziar Pascual, Yolanda Pallín y Jesús Laiz, estrenada el pasado 3 de febrero en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez. Lorca, Vicenta es una pieza pensada y escrita para dar luz a una mujer a la que García Lorca le debió todo; no solo la vida, sino su temprana inclinación a las letras y su pasión por volar con alas ligeras y libres. La madre que lo alentó y apoyó siempre, y debió sufrir la peor de las muertes; no suya, sino de un hijo, el más querido, asesinado como una vil y desviada curiana y arrojado a una fosa sin nombre.

Un hilo perfectamente enhebrado por las diestras palabras de tres destacados dramaturgos españoles de nuestro tiempo, que ya han trabajado juntos en alguna otra ocasión; a los que da forma escénica otro viejo conocido del grupo, José Bornás, director del trabajo. Completan el equipo artístico de esta producción de El Sol de Yorck y Apata Teatro, interpretada por Cristina Marcos con la colaboración de Cristina Presmanes (voz, piano y La Bala), Juanjo Llorens (iluminación), Asier Sancho (escenografía), Almudena Huertas (vestuario), Pedro Chamizo (videoescena) y Andrea Waitzman (títeres y objetos).

Junto al excelente trabajo textual realizado por los dramaturgos, no hay duda de que el protagonismo de esta bella y emotiva propuesta escénica recae sobre la actriz Cristina Marcos, que supo remover con su delicada voz y tierno ademán, lleno de fuerza y vigor, el corazón del público -y de quien les habla-, haciendo aflorar emociones profundas, visibles en algunos rostros de la sala. ¡Qué ternura y delicadez la de Marcos interpretando a Vicenta! ¡Y qué magistral lección de lo que es el arte de la interpretación! No necesita muchos aspavientos ni giros melodramáticos esta veterana actriz para verter sobre el reducido espacio de un escenario ocupado solo por ella, durante noventa minutos, un cúmulo de emociones, plenas de verdad y cercanía.

Si el motivo y la factura del texto escrito por Pascual, Pallín y Laiz merecen nuestros parabienes y son ya suficiente excusa para acercarse a la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez, donde Lorca, Vicenta permanecerá hasta el 27 de febrero, el trabajo de esta fabulosa actriz es el principal atractivo de una pieza destinada a remover y conmover a los espectadores, ahondando -en la línea de otras creaciones escénicas de los últimos años- en el lado más humano de un Lorca que también fue hijo, y dando visibilidad a una madre y mujer ejemplar de hace cien años. Una obra muy recomendable.

José Luis González Subías


Fotografías: Manuel Maldonado 

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