"Barrio caleidoscopio", de Carlos Gallegos, llega a La Sala, un nuevo espacio en Madrid para los amantes del teatro

 

Llegamos, vimos y descubrimos, con satisfacción y deleite, en nuestro primer encuentro con La Sala -un espacio teatral de reciente creación en Madrid, que viene a sumarse a la rica y variada oferta escénica de nuestra ciudad-, no solo un nuevo lugar de referencia para los amantes del teatro sino la existencia y el trabajo de un gran actor, Carlos Gallegos, que, al frente de su compañía Teatro de la Vuelta, fundada a principios de siglo, ha recorrido el mundo con unos espectáculos nacidos de un numen creador influido por la estética del clown y del mimo, que el dramaturgo, director e intérprete, digno discípulo de Lecoq, incorpora en sus montajes, a los que aporta asimismo un sesgo personal de raigambre inequívocamente hispana.

El actor ecuatoriano sigue representando estos días en Madrid Barrio caleidoscopio, una obra estrenada en 2010 y cuya larga andadura por numerosos países ha ido acompañada de incontables premios que ratifican la alta calidad de un intérprete que aúna, al extraordinario dominio técnico de las artes gestuales y vocales, una extremada sensibilidad y cercanía que trascienden el escenario y conectan con el público de forma natural. Su sencillez y humanidad, visibles asimismo en los temas y asuntos elegidos en su obras, y en los personajes creados por el autor, como este enternecedor y antiheroico Alfonsito con el que muchos, de uno u otro modo, nos sentimos identificados, destilan un expresionismo enraizado en la mejor tradición teatral y literaria del siglo XX, cuya angustia existencial se ha acentuado en el XXI. El miedo, la soledad, el anhelo de amor y compañía, la frustración y el fracaso, la perseverancia, la duda, la resignación, también la penuria económica... son temas reiterados en la palabra literaria y en la escena de nuestro pasado más reciente, quizá hoy tan actuales como entonces... y siempre. 

La anécdota que acompaña a la historia de Alfonsito -genial diminutivo, representativo de nuestra poquedad y, al mismo tiempo, de la ternura que nos transmite el personaje- es nimia, sin pretensión alguna; tan real e insignificante como la insulsa cotidianidad del hombre medio. Un hombre anodino, temeroso, incapaz de atravesar el umbral de su puerta apenas, vive la aventura de acercase a una tienda, a primera hora de la mañana, para comprar un pan -o quizá dos, dependiendo del precio- y encontrarse, en ese vergel de opulencia y sensualidad vital, con la bella tendera de sus sueños por la que palpita su corazón. Para ello deberá atravesar el duro castigo de encontrarse a sus brutos amigos, o a Magalita, cuya gestualidad concupiscente y grosera lo amedrenta tanto como la presencia de los barrenderos, a quienes también rehuye.

Sesenta minutos de sencillo y puro teatro; austero en su forma, mas pleno de sentido y vida. Un mensaje y un espectáculo directos al corazón y a la sensibilidad estética.

Acertada elección la de La Sala, al programar esta delicatessen escénica, un monólogo dramático que merece la pena conocer y disfrutar, al igual que el trabajo de Carlos Gallegos, quien aúna en su persona las labores de actor, director y creador de la puesta en escena y el texto. Barrio caleidoscopio seguirá representándose todos los domingos, hasta el 29 de mayo, en la muy teatral calle de Palos de la Frontera, donde La Sala ha iniciado su andadura con muy buen paso.

José Luis González Subías


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