"El diablo cojuelo" , un experimento donde los payasos reivindican su magnificencia actoral y el circo su vínculo con el teatro


Resulta extraño hablar de payasos y circo en el marco de un escenario, el del Teatro de la Comedia, reservado desde hace décadas a dar lustre y vida nueva a los clásicos de nuestra antigua tradición teatral y preservar el tesoro de la literatura dramática en verso. Y sin embargo, a poco que se piense, quizá no haya mejor espacio que este, donde los graciosos de la dramaturgia áurea han campeado a sus anchas, con mayores o menores visos bufonescos, incluso alardes de clown, para dar la alternativa del teatro "serio" a quienes nunca dejaron de ser serios tras sus carcajadas jocosas y dolientes, y tienen méritos sobrados para figurar en la categoría de los intérpretes escénicos; incluso, en ocasiones, como es el caso que nos ocupa, en la de los grandes actores.

La compañía de payasos Rhum & Cia, a la que no resulta extraño visitar en el Circo Price, protagoniza una muy interesante propuesta teatral, dirigida por Ester Nadal, a partir de la conocida novela El diablo cojuelo, del escritor barroco Luiz Vélez de Guevara, dramatizada nada menos que por Juan Mayorga. Lluís Homar, director de la CNTC, ha arriesgado con una apuesta que creemos habrá despertado ciertos recelos y desafecciones entre algunos sectores de los aficionados al teatro clásico y de la crítica teatral. Podríamos sumarnos incluso a quienes hubieran preferido ver sobre la escena una de las muchas decenas de piezas escritas con este propósito, por el autor ecijano, en el siglo XVII. Cierto es. Pero no es menos cierto que el contenido, los personajes, asuntos y espacios que se mencionan y recrean en la obra de Guevara desprenden sabor a clásico por los cuatro costados. Como relumbra contemporaneidad y audacia vanguardista el giro que Mayorga da a su dramatización, junto con la bella, dinámica y espectacular puesta en escena propuesta por Ester Nadal, en estrecha colaboración -no hay duda de ello- con los payasos de Rhum & Cia.

Con una construcción netamente metateatral en la que se funde la realidad y la ficción en un juego de capas donde todo es mentira y nada es verdad, o viceversa, Juan Mayorga presenta la historia del estudiante Cleofás, que, tras liberar al diablo Cojuelo de la redoma en que se encuentra encerrado, es conducido por este sobre los tejados de la ciudad, a través de los cuales puede contemplar las miserias y verdades que se ocultan tras la aparente y pacífica intimidad de nuestras casas, cuando nadie nos ve. Sobre esta asistimos simultáneamente a la suprahistoria del grupo de actores encargados de llevar a cabo este montaje; nada menos que una compañía de payasos que se enfrentan a una prueba definitiva en sus vidas y determinará el modo en que estos serán recordados en el futuro por sus nietos. 

Este excelente montaje que, por momentos, nos hace recordar las viejas comedia de magia o nos traslada a la peculiar forma de reinventar a los clásicos de Ron Lalá, ofrece un verdadero despliegue de medios técnicos y humanos, empastados por la magia que envuelve siempre las creaciones nacidas del talento y la profesionalidad; y no hay duda de que El diablo cojuelo que estos días se representa en el Teatro de la Comedia de Madrid anda sobrado de ambos. Todo cuanto sucede en escena es una permanente improvisación medida y calculada, un brote de fantasía e inteligencia que establece una cuidada complicidad y un diálogo con el público a través de la palabra -magnífica palabra en la dicción y los textos representados-, la música, el lenguaje gestual, la iluminación, el sonido, la vestimenta, la utilería, el maquillaje y todos los recursos plásticos y sensoriales imaginables, reivindicando el viejo arte del actor como maestro de la ilusión y del juego

Un bello y trabajado espectáculo, en definitiva, en el que los payasos ofrecen su mejor rostro actoral y una verdadera lección de teatro donde despliegan sus múltiples y variadas capacidades artísticas sobre la escena. Joan Arqué, Roger Julià, Xavi Lozano, Jordi Martínez, Mauro Paganini y Piero Steiner, los protagonistas de este singular circo vestido de "clásico", con sabor a vanguardia, pueden sentirse satisfechos, pues sus nietos podrán decir con orgullo eso de que su abuelo "empezó payaso, pero se esforzó y acabó haciendo clásicos, que son la cultura, la dignidad y el futuro". 

El diablo cojuelo permanecerá sobre los tejados del Teatro de la Comedia hasta el próximo 5 de junio. No dejen de visitarlo.

José Luis González Subías


Fotografías: David Ruano

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