Hipocresía, política y prostitución, un triángulo perfecto con el nombre de "Filomena"


¡Qué refrescante resulta presenciar, en pleno mes de julio y sumergidos en una asfixiante ola de calor, una distendida e hilarante comedia, nada menos que de Ramón Paso, que nos traslada al 8 de enero de 2021, cuando Madrid se vio sorprendida por una inusual tormenta invernal que convirtió la ciudad en un gélido paraje siberiano. Paraje que no es necesario ver y que en realidad sirve de excusa para ambientar Filomena, la nueva pieza del prolífico autor madrileño, en el despacho del alcalde de la capital (un alcalde ficticio en el que podrían verse retratados muchos políticos de cualquier estofa, nivel, partido y tinte político), donde transcurre -salvo un breve momento en el que accedemos, como a través de una ventana en la pantalla, a las declaraciones ante la prensa de uno de los personajes-, en apenas unas horas frenéticas, la trepidante acción de esta comedia disparatada, con muchos visos de verosimilitud, en la que reconocemos, sintetizados, algunos o muchos de los grandes y pequeños vicios en que se encuentran inmersos los políticos... y quienes no lo son, que poco se diferencian de estos.

Como en tantas otras ocasiones, ahorro al lector los detalles de una trama en la que, como en las mejores comedias legadas por nuestra tradición -y, por supuesto, en las de Ramón Paso-, hay enredos, conspiraciones, asesinatos -sin mala intención-, desvergüenza virtuosa, sano putiferio, debilidades heroicas, amores -prohibidos o no-, buenos sentimientos... todo ello presidido por una consustancial inocencia e ingenuidad, capaz de convertir a los personajes en seres casi de tebeo -sin perder por ello su espíritu crítico, sino todo lo contrario-, emanada de una fragilidad humana que lo impregna todo y a todos nos atañe. De ahí el sabor de verdad que apreciamos en una farsa de la que, de un modo u otro, sabemos que formamos parte. 

Dirigida por el propio Ramón Paso, como es habitual en las producciones del autor, dan voz y forma corpórea a su imaginación sobre el escenario dos de las actrices inexcusables en su repertorio: la siempre brillante actriz Ana Azorín, con su peculiar e inconfundible vis cómica, y una excelente Inés Kerzan que bordó su personaje; a las que acompaña en esta ocasión la joven Mireia Zalve, quien recrea con solvencia y desparpajo un papel nada fácil -el de prostituta-, cargado de clichés, que la actriz resuelve con nota, llegando a protagonizar algunos de los grandes momentos de la pieza. Completa el reparto un excepcional Sergio Otegui, contrapunto de un elenco mayoritariamente femenino, que contribuye, con la singular personalidad que aporta a su personaje, a dar a la pieza, desde una contención británica, un humor fino y natural más que apropiado para la inteligente comicidad de Ramón Paso.            

Hipocresía, política y prostitución van de la mano en una comedia satírica cargada de intenciones, siendo la principal el divertimento, que mantiene con orgullo esa vieja máxima del docere et delectare que tanto bien hizo siempre al entendimiento y las pasiones, y a la buena salud del teatro. La histórica nevada de Filomena y los enredos de despacho elucubrados por Ramón Paso en torno a ella permanecerán imperturbables en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, todos los viernes y sábados, hasta el 10 de septiembre. Una muy buena y refrescante opción teatral para los fines de semana de un tiempo en el que decir nevada suena a felicidad. 

José Luis González Subías


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos