"Las penas saben nadar", de Abelardo Estorino, recala en la Lola Membrives del Teatro Lara


La última bambalina continúa sus andanzas teatreras por un Madrid que amenaza sucumbir bajo las llamaradas de un estío que ha adoptado un atuendo mefistofélico. Buena opción es refugiarse en un teatro, cuando el sol se ha retirado, para empezar a vivir. ¡Y qué mejor que hacerlo entregándonos, desde una plácida y refrescante silla, a las vidas de esos seres ficticios que nos aguardan en el escenario, tan reales, sufrientes y humanos como nosotros mismos... Y ahora que me doy cuenta, creo que estos conceptos -ficción, realidad y sufrimiento humano- se adecúan a la perfección al personaje que anoche inició su andadura en la sala Lola Membrives del Teatro Lara; una actriz, conocida como Greta por sus compañeros -por su manifiesto amor a la Garbo-, que durante algo más de una hora nos ofrece un sentido, íntimo y sincero monólogo -tan sincero como todo cuanto sucede en el teatro-, mientras trata de prepararse para iniciar un monólogo en francés que tiene preparado para el público que la escucha, y que nunca iniciará, en el marco de un Festival de Monólogos en el que trata de mostrar y demostrarse su talento como artista. 

Lo cierto es que si La voz humana de Cocteau se ve truncada por las continuas interrupciones que sufre la actriz a causa de las inoportunas y absurdas llamadas de un teléfono que no sabemos si realmente llega a sonar alguna vez, los desvaríos de esta, acompañada de dos fieles petacas en las que encuentra refugio y reiterados tragos reconstituyentes, nos muestran el verdadero latido de una voz humana, y nos conducen a la trastienda donde habitan los horrores de la frustración y el desencanto de una vida insatisfecha y los sueños no cumplidos.

El fracaso personal y unos recuerdos teñidos de tristeza, melancolía y dolor, a veces furioso, en los que, por encima de su fracaso como madre y esposa, esta actriz madura y derrotada ofrece un duro y crítico repaso de su experiencia en el mundo del teatro, es la sustancia que nutre Las penas saben nadar, pieza de Abelardo Estorino que anoche se llevó a escena en la Lola Membrives y se mantendrá en cartel todos los miércoles hasta el 31 de agosto.

No es este un texto desconocido del escritor cubano. Obra de madurez, en España ha sido llevada a las tablas con anterioridad. La propia Maty Gómez, actriz que interpreta al personaje, lo hizo al menos hace ya nueve años, en un montaje anterior dirigido por Arístides Naranjo, codirector asimismo de esta nueva puesta en escena a cargo de José Fuentefría.

Sin aparato escenográfico alguno, más que una silla en medio del escenario y la ambientación que propicia un vestido blanco, un bolso y un teléfono (con el cable cortado), el foco -y el peso- de la representación recae sobre la actriz, quien tiene la posibilidad de mostrar toda su capacidad interpretativa -y lo hace-, gracias a los muy distintos momentos dramáticos que ofrece la pieza, que nos trasladan desde la comicidad a la tragedia, de lo orgánico a lo impostado, con naturalidad y valor artístico. Maty Gómez se muestra sobre el escenario con la veteranía de quien pisa terreno propio, y sus palabras nos conducen y permiten acompañarla, con empatía, en un recorrido que conduce cada vez más abajo, al inframundo de la verdad frente al espejo.

Una obra que provoca la sonrisa en varias ocasiones, pero que deja a su paso un poso de seriedad que queda balbuciendo... 

Para quien no conozca la obra dramática de Abelardo Estorino, es esta una buena oportunidad de acercarse al trabajo de quien fue Premio Nacional de Literatura (1992) y de Teatro (2002) en su país; y, de paso, disfrutar del talento y buen hacer de una gran actriz, con un largo bagaje a sus espaldas. 

José Luis González Subías


Fotografías: Fernando López

Comentarios

  1. Gracias, gracias, gracias...

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  2. Estupenda visión, Maty es una actriz encantadora.

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  3. Espectacular ver a Maty interpretando en una a muchas. Un final desgarrador. No se la pueden perder

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  4. Espectacular interpretación

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