"El misántropo", ¿de Menandro?, visita el Teatro Fernán Gómez


El nombre de Menandro, el comediógrafo de la Antigüedad tantas veces recordado, imitado y citado, y del que tan escasos testimonios reales de su teatro han llegado hasta nosotros, se exhibe, desde hace unos días, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. Estrenado en la pasada edición del Festival de Mérida, el único texto conservado casi íntegramente de lo que se conoce como "comedia nueva" griega ha sido rescatado para su puesta en escena por Carol López, en una adaptación firmada por esta, junto con Xus de la Cruz, que trata de acercar al público de nuestros días las peripecias y enredos creados por este ateniense de finales del siglo IV antes de Cristo.

Poco necesitaba Menandro aggiornamento alguno, pues la trama de El misántropo y su mensaje gozan de una sorprendente vigencia y modernidad: frente al odio, que nos aísla y excluye voluntariamente de la sociedad, haciéndonos huraños solitarios, se impone -y debe imponerse- el amor, que socializa y humaniza al hombre (entiéndase, ser humano). Sin embargo, las autoras de esta versión modernizada del texto griego han creído conveniente volcar en ella cuantos tópicos y guiños a la realidad contemporánea les ha parecido oportuno, para acercar la historia a los gustos e intereses de un supuesto público que quizá no sea el que realmente esté interesado en ver hoy una comedia de Menandro en escena.

No habíamos tenido ocasión de contemplar nunca sobre el escenario esta conocida comedia clásica -el último montaje del texto, de que tenemos noticia, se remonta a 1986-, y cierto es que anhelábamos con verdadero interés verla representada; pero debemos confesar, con pesar, que nuestras expectativas se vieron frustradas, pues lo que vimos el pasado sábado sobre el escenario no nos transmitió en modo alguno la sensación de estar viendo a Menandro; y tampoco El misántropo, personaje que -en nuestra opinión- quedó muy desdibujado en un espectáculo que, en su afán de gustar al público, se olvidó de quién era.

Una especie de comedia musical, con números algo rancios (término sin connotación negativa alguna, meramente descriptivo), sabor a vodevil y programa televisivo con aire vintage de máxima audiencia (posiblemente buscado exprofeso por la directora del montaje), trató de ganarse la aquiescencia de un público que no terminaba de conectar con lo que veía ni de cantar el triunfal himno de "Gloria", de Umberto Tozzi, trasformado en una reivindicación feminista cuya fuerza se volatilizó con la misma facilidad con que fue creada. Este mensaje extemporáneo se construye, en un texto plagado de coloquialismos y guiños a la policulturalidad transgresora de nuestro tiempo, con su toque latino, el afeminamiento a la mode y las críticas a un espiritualismo impostado seguidor de gurús prêt-à-porter, sobre una trama que podía haber dado mucho más de sí simplemente manteniendo -como se hace- el viejo tópico clasicista del enfrentamiento entre el campo y la urbe, y dando a la figura del misántropo, magníficamente interpretado por Fernando Albizu, la relevancia que se merece como tipo humano en torno al cual se gesta la burla, la crítica y la comicidad de un texto que otorga al amor todo su protagonismo. No podemos decir que no se haya hecho en esta adaptación esto último, pero sí que no nos ha convencido el modo de hacerlo. Demasiados juegos y guiños -en nuestra opinión fallidos- innecesarios en torno a la acción.

Sin duda hay profesionalidad y un buen equipo artístico tras esta producción, con nombres de gran relieve a los que hemos elogiado desde estas páginas en numerosas ocasiones, y volvemos a hacerlo ahora: la original y efectiva escenografía de Alessio Meloni; tan adecuada como el vestuario diseñado por Pier Paolo Álvaro y la iluminación de Felipe Ramos. Al igual que elogiamos y valoramos el trabajo de sus intérpretes, con un excelente Fernando Albizu cuyo papel de Cnemón le viene a medida; una África Gozalbes que borda asimismo el de viuda Mirrida; como lo hace Ángel Ruiz, verdadero impulsor escénico de una trama que gira en torno a él, tanto como dios Pan como interpretando a Sicon. Un lujo escuchar la voz de este actor y cantante de muy alto nivel, que se desenvuelve con auténtica soltura en clave de comedia musical. Completan el reparto María Ordóñez (La Muchacha), Alejandro Pau (Sóstrato) y Carlos Troya (Gorgias). Es evidente que nos hallamos ante una producción con todo lo necesario para haber construido un espectáculo de calidad; y, en nuestra opinión la tiene, pero... le falta algo; o le sobra mucho. 

En fin, juzguen ustedes. El misántropo seguirá representándose en la Sala Guirau del Teatro Fernán Gómez, hasta el 4 de noviembre, donde podrán acercarse a la comedia nueva de Menandro a través de los ojos de nuestro tiempo. 

José Luis González Subías


Fotografías 1, 2 4: Jero Morales
Fotografías 3 y 5: Javier Naval

Comentarios

  1. Alessio Meloni, como siempre, Sublime, sobre todo, teniendo en cuenta que se estrenaba en el Teatro Romano de Mérida, y como se le ocurre a nadie tapar esa maravilla.... que lo hemos visto mil veces..... Yo cuando vi las espigas y las amapolas, me hubiera arrodillado a sus plantas.... BRAVO...!!!

    ResponderEliminar
  2. Yo cuando vi la escenografía de Alessio Meloni con el trigo y las amapolas en su estreno en el Teatro Romano de Mérida, marco incomparable y sacrilegio taparlo, caí rendida a sus plantas.... BRAVO !!!, Hemos visto tantos mamotretos ocultándolo que dolía el corazón, saber lo que había detrás de estas....

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos