Las mujeres de un burlador cansado de sí mismo


Extraño y diferente es el "Burlador" que fuimos a ver ayer al Teatro de la Comedia. Xavier Albertí, director y autor de la versión del clásico y muy conocido texto de Tirso de Molina -con permiso de Andrés de Claramonte y de su adalid, el estudioso Alfredo Rodríguez- donde se gestó el mito de don Juan, plantea una lectura moderna del texto, desde el punto de vista estético y visual, pero también en lo que respecta a ciertos aspectos de su contenido, al desarrollo del ritmo escénico y la interpretación misma de los personajes, que no deja de tener interés para quienes seguimos al Tenorio en los libros y los escenarios desde hace décadas.

Acompañado de un equipo artístico de primera fila, con el asesoramiento, entre otros, de Albert Arribas como dramaturgista (vocablo aún no recogido por la RAE, cuyo significado resulta a veces difícil de delimitar), Max Glaenzel en la escenografía, Gómez Cornejo al frente de la iluminación o el vestuario de Marian García Milla, y un generoso reparto de trece actores de muy alto nivel, Albertí compone un espectáculo en el que la palabra es solo parte de un todo de alcance superior, un conjunto armónico donde la música, la interpretación y los efectos plásticos, notablemente sensoriales -prioritariamente visuales, pero también auditivos- pretenden envolver al espectador en una atmósfera propicia a la expresión de las pasiones y emociones sentidas tanto por don Juan como, de manera significativa y realzada con intención, por las cuatro mujeres a las que este "burla" o "somete" a lo largo del drama.

No es este don Juan el cazador impúdico, rijoso burlador y pendenciero, ausente de conciencia y de fe, que la tradición nos ha legado. Aunque a veces percibimos su presencia en varios de los grandes momentos que encierra la obra, en nuestra opinión, el personaje a que da vida Mikel Arostegui -sin cuestionar sus excelentes dotes actorales- se nos queda algo difuminado. Quizá tenga que ver con el planteamiento mismo de esta versión, cuyo "mensaje" actualizado no llega del todo a entenderse. Sí se plasma con nitidez el poder que ha pretendido -y conseguido- darse a la mujer en escena. Las cuatro actrices que interpretan respectivamente a Isabela (Cristina Arias), doña Ana (Lara Grube), Arminta (Alba Enríquez) y Tisbea (Isabel Rodes) sobresalen en sus respectivos papeles; especialmente esta última, que protagoniza algunas de las escenas más conocidas del texto tirsiano y construye un personaje lleno de sensualidad, de enorme fuerza, apoyado por los efectos de una escenografía que encuentra en el empleo del agua de lluvia uno de sus más efectivos -y utilizados- aciertos. Destacable es asimismo el práctico uso dado a la larga mesa que atraviesa el escenario, cuya movilidad circular permite ofrecer distintas perspectivas y modificar los espacios, junto al añadido de una iluminación que extrae de los blancos y negros dominantes a lo largo del espectáculo una sutil gama de tonos azulados y, en el momento adecuado, rojizos, que potencian el sentido de cuanto sucede ante nuestros ojos.  

Completan un magnífico electo formado por nada menos que trece intérpretes, junto a Arostegui y las actrices mencionadas, Jonás Alonso, Miguel Ángel Amor, Rafa Castejón, Antonio Comas, Álvaro de Juan, Arturo Querejeta, David Soto Giganto y Jorge Varandela; actores para quienes, en su mayoría, el Teatro de la Comedia es una segunda casa, impecables en cada uno de sus respectivos papeles.

Xavier Albertí, quien ha dirigido ya varios de los montajes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico desde que Lluís Homar iniciara su andadura al frente de esta, ha mantenido en esta nueva entrega algunas de las constantes de sus últimos trabajos, como es el uso de un vestuario de aspecto actual y aire clásico a un tiempo (cercano a una estética novecentista), muy semejante al que ya pudimos ver en el montaje de El príncipe constante, en la temporada pasada; así como una escenografía minimalista, de alcance simbólico, en la que la iluminación juega un importante papel; rodeándose asimismo de un equipo humano -entre ellos varios actores y actrices- de confianza, con el que, en su mayoría, ha trabajado ya en anteriores ocasiones.

Presentada los días 3 y 4 de julio en el Teatro Grec, El burlador de Sevilla es la obra con que la Compañía Nacional de Teatro Clásico acaba de iniciar temporada en su sede madrileña de la calle del Príncipe. Los afanes del burlador, sus mujeres y los hombres burlados por este se darán cita en el Teatro de la Comedia, hasta el 13 de noviembre, para recordarnos que "No hay plazo que no se cumpla, / ni deuda que no de pague".

José Luis González Subías


Fotografías: Sergio Parra

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