"Queen Lear", una acertada actualización del universo shakespeariano de la mano de Juan Carlos Rubio y Natalia Menéndez


 Sí, ¿por qué no?... Es más; después de ver muchos reyes Lear varones sobre el escenario -tal y como los concibió Shakespeare-, debo confesar que hacía mucho tiempo no recibía ningún Lear con la intensidad emocional, la fuerza, el carácter y la grandeza regia bretona que Mona Martínez otorga a un personaje, en las manos y el magín de Juan Carlos Rubio y Natalia Menéndez, hecho a su medida. Soberbio papel el de la actriz principal de este Queen Lear con que el Teatro Español inició su temporada el pasado 15 de septiembre. 

Inspirado en la célebre tragedia shakespeariana, el texto firmado por el dramaturgo y director montillano, con la colaboración de la también directora del montaje, Natalia Menéndez, es una versión libre de El rey Lear, que posee la virtud de respetar el espíritu, el tono, la esencia de su lenguaje y los temas vertidos por Shakespeare en la que se considera una de sus más grandes piezas teatrales, conservando su grandeza trágica y, a la vez, tratando de actualizar su mensaje y el estilo general de la obra con las modificaciones aportadas por ambos creadores, tanto a nivel textual como en lo que respecta a la concepción del espectáculo escénico.

Si bien nos puso en guardia el arranque de la función, con unas Regan (Marta Guerras) y Goneril (Sara Rivero) cantando a golpe de playback por Adele, en una especie de fiesta báquica llena de guiños anacrónicos a nuestro tiempo cuyo sentido, incluso funcionalidad, no terminamos de ver claros (tampoco su efectividad), afortunadamente la obra no tardó en reconducirse, con la intervención de un Edmon (Lander Otaola), hijo bastardo del conde de Gloucester, cuya primera intervención devuelve a la palabra su protagonismo.

Ya desde el primer instante queda marcado el contraste de personalidad y virtudes (o carencia de ellas) entre Cordelia (Amaia Sagasti), hija menor y favorita de la reina, y sus hermanas, cuyo cinismo y comportamiento dado a los excesos son la antesala de su actuación posterior con su madre y la traición a quienes les ha dado cuanto poseen. Junto a los citados, completan el reparto a que han quedado reducidos los catorce personajes que componían el original inglés el rey de Francia (Alberto Jo Lee), la condesa de Kent y el bufón de Lear; interpretados ambos por una excelente Beatriz Argüello que protagoniza, en su transformación de una figura a otra ante los ojos del público, uno de los mejores momentos de la pieza.

Un acierto nos parece la simplificación que ha dado Juan Carlos Rubio a la complicación de una trama cuyo elevado número de personajes y escenas, quizá accesorias (arriesgado este adjetivo tratándose del maestro inglés) en el original, hacía en ocasiones soporífera y abrumadora la carga de una trama que podía tornarse confusa por momentos. Confieso que, nada más acabar la función, experimenté la grata sensación y el placer de haber comprendido por primera vez, en su esencia, con meridiana claridad, la intención y el argumento de la obra de Shakespeare. Como un Dámaso Alonso ante las complejidades gongorinas, Rubio se ha alzado en valedor del texto shakespeariano aclarándolo y haciendo asequible su belleza a quienes no siempre somos capaces de ascender a todas las magnificencias del vate británico; pero permitiéndonos ver la hondura y la poesía dramática de un genio de la palabra que sigue vivo en las palabras del propio Juan Carlos Rubio y Natalia Menéndez.

Además de un elenco de primer nivel cuyo trabajo es impecable, en el que destacaríamos la potente, intensa, muy personal y efectiva interpretación de Mona Martínez como reina Lear, y el sobresaliente trabajo de Beatriz Argüello en ese papel de desgarbado y chulesco bufón de cantina, lleno de sarcasmo y sabiduría (brillante acierto el de convertir a la condesa y el bufón en un mismo personaje, este último oculto tras un disfraz masculino), Rubio y Menéndez arropan su trabajo con un equipo artístico de primerísimo nivel, con Alfonso Barajas como responsable de una escenografía que recurre de nuevo (es tendencia en los últimos años) al uso de unos altos muros que rodean la escena, sobre los que la luz diseñada por Luis Perdiguero y las videoescenas de Pedro Chamizo se proyectan, ambientando los muy diferentes espacios donde transcurre la acción, con apenas otro atrezo que algunos elementos móviles con los que se recrean asimismo los más diversos lugares, desde tronos a lechos. Completan el espacio ambiental un sugerente, elegante y ecléctico vestuario a cargo de Alberto Valcárcel, y la eficaz orquestación sonora y musical de Luis Miguel Cobo.  

Un completo y efectivo montaje, en definitiva, de calidad, que permite contemplar con claridad y deleite estético las pasiones del universo shakespeariano en un lenguaje actual y entendible, sin perder un ápice de su intensidad dramática y su calidad estética, es este Queen Lear de Juan Carlos Rubio y Natalia Menéndez, que podrá seguir disfrutándose en el Teatro Español hasta el 6 de noviembre. Muy recomendable.

José Luis González Subías


Fotografías de Virginia Rota (1, 2, 4, 5) y Coral Ortiz (3)

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