"El triciclo" de Fernando Arrabal, a cargo de la Escuela Municipal de Teatro Ricardo Iniesta, culmina el IX Seminario Internacional de Estudios Teatrales en Albolote


Difícilmente podremos olvidar quienes asistimos el pasado sábado, tras la clausura del IX Seminario Internacional de Estudios Teatrales celebrado en Albolote y Granada, entre el 24 y 26 de noviembre, el montaje de El triciclo que la Escuela Municipal de Teatro "Ricardo Iniesta", de Úbeda, nos regaló a todos los presentes, con un Fernando Arrabal que, desde la primera fila de butacas, siguió con vivo interés la representación de la obra quizá más conocida y representada del autor desde aquel lejano estreno en Madrid, hace ya casi sesenta y cinco años; nada menos que en 1958. ¡Cuánto ha llovido y cambiado el mundo desde entonces!

Tener la fortuna de tocar y conocer en persona a un miembro del grupo surrealista de París, amigo de André Breton, y egregio sátrapa patafísico, considerado el último superviviente de los llamados en su momento por el crítico neoyorquino Mel Gussow "los cuatro avatares de la modernidad" -refiriéndose al Dadaísmo, el Surrealismo, el movimiento Pánico y la Patafísica-, y jugó largas partidas al ajedrez con Marcel Duchamp y otros de sus muy ilustres amigos, entre cuyos nombres figuran los de Samuel Beckett, Ionesco, Tristan Tzara o Andy Warhol, es acercarse a la historia viva de la vanguardia cultural y artística del siglo XX e impregnarse de ella por unos instantes. Y eso es lo que ha sucedido estos días en el muy activo municipio de Albolote, en Granada, y en la misma ciudad de La Alhambra, que han recibido la llegada de quizá el último mito de la cultura española con un interés por parte los medios periodísticos locales, fuerza es confesarlo, tristemente nulo. No fue así por quienes asistimos a las diferentes sesiones del citado seminario teatral, que, con el título de "Vanguardia, confusión y caos en Fernando Arrabal y José Moreno Arenas", reunió a cerca de una veintena de profesores, especialistas y profesionales de la escena que reflexionaron y debatieron sobre la obra de ambos dramaturgos.

Si impresiona la trayectoria de Fernando Arrabal y su legado, más lo hizo, a este que les habla, su cercanía y sencillez en el trato; la humildad y generosa presencia de un pequeño gran hombre que emana, sin impostación alguna, una grandeza natural, no forzada, absolutamente original y única, reservada a quien no dudo en calificar de auténtico genio.

Esta grandeza se demostró, con toda su intensidad, en la representación de su obra El triciclo, en el magnífico teatro con que cuenta el Centro sociocultural Fernando de los Ríos, de Albolote, donde se celebraron la mayor parte de las sesiones del Seminario.

El montaje que nos ocupa, finalista andaluz de los Premios Buero de Teatro Joven en mayo de 2021, y su representación, que, como señalábamos al inicio de nuestro artículo, contó con la presencia en primera fila del autor, corrió a cargo de la citada Escuela Municipal de Teatro "Ricardo Iniesta", de Úbeda, todo un referente a nivel internacional de teatro inclusivo que la llevó a alzarse, en 2020, con el Premio Max de Carácter Social en reconocimiento a su labor educativa y social.

Dirigida y adaptada por Nati Villar Caño, la puesta en escena del texto cuenta con la participación de una docena de alumnos de diferentes edades, con discapacidad funcional intelectual, física y sensorial, y adolescentes llenos de vida, que desde su sencillez y verdad emocionaron a una sala que se entregó -nos entregamos- a cuanto sucedía sobre la escena. Nati Villar envolvió la historia de Climando, Mita, Apal, El Viejo del Saxo y El Hombre de los Billetes de un colorido pleno de simbolismo y radiante juego de vitalidad infantil, con tintes vanguardistas y guiños circenses, hábilmente potenciado por la iluminación diseñada por Eva Ruiz Villar, el diseño escenográfico y de vestuario a cargo asimismo de Nati Villar, y una ambientación musical de gran calidad, compuesta y ejecutada por Manuel Martínez Moreno

La inocencia de unos personajes que actúan movidos por elementales instintos, desde una candidez dramática de resultados trágicos, resulta potenciada por unos intérpretes que dotan a sus figuras de una naturalidad difícilmente alcanzable sobre un escenario, y que condujo a quienes presenciábamos la evolución de la conocida historia en torno al triciclo -y a los niños que lo utilizan, desaparecidos durante el periodo de la pandemia en que se creó el montaje-, única propiedad de unos marginados sociales que han hecho de él su única fuente de subsistencia, a dejarnos llevar por cuanto sucedía sobre la escena, contagiados de una misma luz y unas mismas emociones.

Esta experiencia de aprendizaje, de evolución personal y relación social, estuvo protagonizada por un generoso reparto cuyos miembros merecen ser recordados en estas líneas, como testimonio de reconocimiento a su trabajo: Paqui Villacañas (Apal), Candela López (Climando), Irene Soria (Mita), José Ángel Quesada (El Viejo del Saxo, sustituido en esta ocasión por Nati Villar), Vicente Jesús Martínez (El Hombre de los Billetes); los guardias a que dan vida David Gallego, Fernando Sánchez Lopera, Marcos Garrido y Rocío Anahí Orive; y los operarios de la limpieza interpretados por Pedro Lavirgen, Juan Antonio Serrano y Segundo Garrido.

Al finalizar la función, el dramaturgo, tan emocionado como quienes asistíamos a tan entrañable acontecimiento, subió al escenario para felicitar personalmente a los actores y a todo el equipo artístico por el excelente trabajo realizado; y regalarles unas palabras que retumbaron con la contundencia de los testimonios históricos, al afirmar que, entre las quizá más de cien representaciones de El triciclo, a lo largo de sus casi setenta años de vida, la que acababa de presenciar había sido la mejor. Un testimonio y un momento que difícilmente olvidaremos quienes lo vivimos y presenciamos. ¡Gracias por todo, señor Arrabal!

José Luis González Subías


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