For the Fun of It reivindica y recrea el sentido de don Juan, desde el amor y el respeto por el mito


Don Juan desde don Juan es la última propuesta escénica de For the Fun of It, una compañía y productora que ha sabido hacerse un hueco en la programación teatral madrileña desde la inteligencia y el talento de los impulsores de un proyecto nacido del amor por la rica tradición cultural de nuestro país, y el afán de divulgarla a todos los públicos sobre un escenario. Antonio Castillo Algarra vuelve a asumir un reto contracorriente, dirigiendo un espectáculo (un "ensayo dramatizado") que pone en tela de juicio la dirección de un oficialismo cultural que, desde hace décadas, ha hecho de la contracultura sus señas de identidad, para exigir la cordura necesaria del respeto a una tradición sin la cual esta no es posible. En este caso, fijando su atención en uno de los grandes mitos que España ha legado a la cultura con mayúsculas, aquella que sobrevive a las modas y los caprichos de los recién llegados, constituyendo un legado imperecedero que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. Don Juan, nuestro eterno don Juan, siempre seductor y atractivo, inasequible a la comprensión de quienes desean constreñir su existencia y naturaleza a una simple hipótesis elaborada desde los propios complejos, se mantiene vivo, mal que les pese a cuantos malditos griten a su alrededor vilipendiando su nombre... "Aquí está don Juan Tenorio, para quien quiera algo de él", exclama su sombra; y aquí está Castillo Algarra para dar fe de ello. 

Algarra vuelve a resucitar las palabras y los pensamientos de grandes nombres de nuestro pasado común, español y europeo
, que se ocuparon de nuestro mito universal (Tirso, Molière, Byron, Espronceda, Zorrilla, Azorín, Menéndez Pidal, Marañón, Ortega...), y lanza sus acerados dardos a quienes, desde la zafiedad de un presente cegado por su belicosa soberbia, tratan de borrar o mancillar su memoria. Planteando un montaje semejante en su concepción a otros precedentes, reseñados asimismo desde La última bambalina, el director convierte de nuevo la música en uno de los ingredientes básicos de una puesta en escena que garantiza la comunicación y la cercanía con el público. La inclusión de quince composiciones musicales, bajo la dirección de Ignacio Rodulfo Hazen y Nicolás Casas, intérpretes asimismo de estas junto con varios de los integrantes del elenco, además de algunos bailes y danzas coreografiados por Gala Vivancos -a la que tuvimos ocasión de ver en escena en esta función, en la que dejó la huella de su arte-, constituyen uno de los principales atractivos escénicos de un espectáculo lúdico-musical de alto sentido didáctico. Docere et delectare parece ser la máxima de esta compañía. Y a fe que consigue ambos propósitos.

Una elegante sencillez, presidida por el buen gusto, es la marca distintiva de una escenografía y un vestuario diseñados por el propio Antonio Castillo Algarra, quien asume asimismo, como en sus restantes montajes, el reto de ocupar un papel destacado en la representación como intérprete. Y así volveremos a verlo de nuevo en escena junto a Javier Turrientes (don Juan), Miguel Álvarez, Ignacio Rodulfo Hazen, Jaime Rodríguez Alonso, Pilar González Barquero, Javier Sintas y Nicolás Casas; además de esa fugaz intervención de una Gala Vivancos que dio muestra de su maestría. Permítasenos destacar, sin desdoro del resto del reparto, algunos de los números musicales interpretados por la soprano González Barquero, cuya excepcional voz emocionó al público en varias ocasiones, así como la incorporación del tenor Rodríguez Alonso como cantante; y ese fantástico "Acceso mio core" cantado al alimón por este junto con Antonio Castillo e Ignacio Rodulfo; uno de los muchos buenos momentos de la velada.
Esta función única celebrada en el Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial, el pasado sábado, 5 de noviembre, supuso el estreno absoluto de un espectáculo que esperamos no tarde en ser llevado de nuevo a las tablas, y que, estamos seguros, hará disfrutar a cualquier público que se acerque a contemplar Don Juan desde don Juan, atraídos tanto por el mito como por el buen nombre de una compañía que ha hecho de la alta divulgación cultural las señas de identidad de una nueva y antigua forma de hacer teatro, dirigida al gran público. Loable hazaña y aventura quijotesca para estos tiempos, digna de encomio, que desde La última bambalina aplaudimos y animamos a seguir cultivando.

José Luis González Subías


Fotografías 1, 2 y 4: Adolfo Añino
Fotografía 3: Rafa de Pazos

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