El universo de Mihura, y unos sombreros difíciles de olvidar, cobran vida en la nueva comedia de Fernando de las Heras


En 1932, Miguel Mihura escribía una de las mejores y más populares comedias del teatro español del pasado siglo, Tres sombreros de copa. Su disparatada y arriesgada propuesta escénica, si bien dentro de las más formales convenciones al uso de una tradición teatral que, en la segunda y tercera décadas del siglo pasado había mostrado ya el rostro de la ilógica imaginación emanada de las vanguardias, no fue publicada hasta quince años después, y no llegaría a ser vista sobre un escenario hasta 1952; exactamente la época donde se sitúa la comedia escrita por Fernando de las Heras con el título de Los sombreros olvidados; un merecido homenaje al autor madrileño, realizado con las mismas armas empleadas por aquel en sus comedias, las del ingenio y el humor, y un profundo conocimiento y comprensión de esas pequeñas grandes emociones que nos hacen humanos.

Fernando de las Heras
, dramaturgo y hombre de teatro con una consolidada trayectoria a sus espaldas, construye, desde la madurez y el conocimiento de una tradición teatral -la de la gran comedia burguesa española de mediados del siglo XX- que reivindica con justicia, no solo una comedia que imita el estilo de las de aquel periodo, sino nada menos que una secuela o continuación del clásico de Mihura, presentándonos a Dionisio veinte años después de lo sucedido en Tres sombreros de copa. Es este el protagonista de la pieza, junto a un sobrino de don Rosario, con su mismo nombre, que, desaparecido el hostal santanderino donde se inició todo, ha proseguido el negocio de su tío en Madrid, junto a la plaza del Carmen.

Si bien buena parte de los recursos dramáticos y de comicidad empleados por el dramaturgo recuerdan en muchos momentos el lenguaje y las maneras de Mihura, es muy otro el sentido y el estilo de la comedia de De las Heras. Los sombreros olvidados ahonda en el fondo gris que subyacía tras los colores que adornaban la obra de Mihura: aquella inmovilidad que Dionisio es incapaz de vencer, la hipocresía de la moralidad de su tiempo, el ambiente decadente de los hostales de paso y de unas compañías de varietés tras cuya forma de vida, aparentemente libre y despreocupada, se ocultaban no pocas miserias personales, dan paso a la triste existencia de dos hombres fracasados y solitarios, que creen encontrar en los recuerdos del pasado un presente que pudo ser y no es. El deseo de alcanzar un sueño imposible, en la figura de una Paula que no existe ya más que en la imaginación de Dionisio, o el de mitigar la soledad de un hostal de otra época, adonde nunca acude nadie, son solo algunos de los temas que plantea una comedia donde la risa se tiñe de nostalgia y melancolía por momentos. Don Rosario y Dionisio nos enternecen y nos hacen sentir muy cerca de ellos, en la fragilidad de unas vidas con las que, de un modo u otro, nos identificamos. Especialmente quienes ya conocemos los ecos y los fantasmas que el tiempo va dejando a su paso... 

Luis Flor
ha dirigido con sumo acierto esta divertida y emotiva comedia que se representa desde el pasado 25 de noviembre, todos los viernes, en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, llena de guiños a Mihura, cuyos diferentes tonos y registros permite sea disfrutada y valorada por cualquier público.

Con un diseño y un vestuario de sabor costumbrista, y una ambientación musical que nos traslada a una época ya lejana, pero muy presente aún en la memoria colectiva de quienes aún caminamos con un pie puesto en un siglo XX que miramos desde la nostalgia de la infancia perdida, junto con el excelente texto de Fernando de las Heras sobresale en este montaje el trabajo de dos intérpretes de gran talla: Javier Arriero, que construye un humorístico, tierno y candoroso Dionisio; y Roger Álvarez, en el papel de un don Rosario de digna actitud, lleno de matices y sorprendentes habilidades musicales -los números interpretados por ambos son memorables-, al que ya dio vida -en realidad, a su tío- hace tres años en el montaje de Tres sombreros de copa dirigido por Natalia Menéndez. El montaje cuenta con la colaboración especial de Loles León, Marta Fernández Muro, David Hernández Navarro, Sixto Cid y Millán Salcedo, que dieron vida a las varias voces en off que intervienen en distintos momentos de la trama.

Un homenaje a Miguel Mihura, desde la nostalgia, el reconocimiento y la reivindicación de un teatro de altísima calidad literaria y humana, recreado con maestría por Fernando de las Heras. Los sombreros olvidados permanecerá en la sala Lola Membrives del Teatro Lara, todos los viernes, hasta el 24 de febrero. Una magnífica forma de iniciar el año. ¡No se la pierdan! 

José Luis González Subías   


Fotografías: Alicia Albiñana Domingo

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