Los "Espectros" de Ibsen siguen acechando desde un siglo XIX más cerca de lo que pensamos

 

Ha pasado casi un siglo y medio desde que Ibsen presentara, en 1882, unos Espectros que removieron aún más las conciencias individuales y atacaron los cimientos de la sociedad finisecular decimonónica con mucha mayor virulencia de lo que lo había hecho con su pieza anterior, Casa de muñecas. Todavía impresiona la radical actualidad de un texto, respetuosamente adaptado y dirigido por María Fernández Ache, que pone al descubierto y ataca, sin veladura alguna, los valores ortodoxos en los que se asentaba la sociedad de aquel tiempo, sostenida sobre el pilar de la familia cristiana tradicional y el, tan bendecido como esta, sometimiento y discriminación de la mujer por el hombre. 

La pieza del dramaturgo noruego, que fue prohibida en su tiempo, se enmarca en su etapa realista-naturalista, y como tal ha sido tratada por Fernández Ache, directora del montaje que estos días se representa en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, que interpreta asimismo en este el papel de Helena Alvin, protagonista femenina de un reparto completado por Javier Albalá (Manders), Manuel Morón (Engstrand), Carla Díaz (Regina) y Andrés Picazo (Osvald). A este realismo, sin embargo, especialmente acusable en el texto y en la interpretación de este grupo de actores, que realizan un excelente trabajo, se le ha añadido intencionadamente -y con muy buen criterio- ciertos elementos simbólicos que realzan la dimensión de social y psicológica de la obra, apreciables tanto en el tratamiento del espacio escénico como del vestuario, ambos a cargo de Ikerne Giménez. Importante papel juega asimismo, en la consecución de esta ambientación "espectral", el diseño luminotécnico de Felipe Ramos.

Para quien no conozca el contenido de este drama en tres actos, un simple repaso de los personajes que intervienen en él le proporcionará una idea aproximada de lo que podrá ver -o leer-, si lo desea, después. Una viuda (Helena Alvin) que pretende mantener vivo el buen nombre de un esposo (ausente, pero muy presente en escena) de vida disoluta e intachable reputación; un cura (Manders) que contribuye a ello y representa la inamovilidad y la hipocresía del conservadurismo religioso, y soporta en silencio una inconfesable atracción por la viuda; un falso padre (Engstrand), borracho y sin valor alguno más allá de su supervivencia y de su propio interés; una joven criada (Regina) supuestamente hija de este, que en realidad lo es del fallecido dueño de la casa; y el hijo de la viuda y del homenajeado (Osvald), quien pretende mantener una relación con la criada, y a un tiempo hermana, como más tarde descubrirán ambos, portador de una enfermedad mortal de origen venéreo, heredada de su padre, que finalmente acabará con su vida.

Los antagonistas principales del conflicto dramático presentado son Helena Alvin y su recién llegado hijo Osvald, que frecuenta círculos artísticos y de mentalidad tan avanzada como la de su madre, reflejada en los libros de esos intelectuales progresistas que rechaza con ímpetu el padre Manders. Numerosos discursos y proclamas de hondo calado social son vertidas por Osvald y su madre, incluso llegado el momento, por la joven Regina, que, a su modo, también dará un portazo a ese mundo, como la Nora de Casa de muñecas.  
         
Acertada anda la adaptadora del texto en calificar la obra como "drama familiar", pues es esta la institución social y humana, tal y como se halla concebida en el ámbito de la sociedad burguesa a la que Ibsen señala con dedo acusador, que se cuestiona en Espectros; y unos rasgos a ella ligados (hipocresía, sometimiento de la mujer, conservadurismo...) que el dramaturgo denuncia sin tapujo alguno.

Siempre es un placer encontrarse de nuevo con Ibsen, o descubrirlo; y hacerlo nada menos que con Espectros es todo un acontecimiento. María Fernández Ache nos ha ofrecido una excelente oportunidad, en un montaje que se halla a la altura del reto afrontado y nos permitirá comprobar, una vez más, por qué el mensaje de Henrik Ibsen sigue teniendo hoy plena vigencia. Espectros se mantendrá en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español hasta el 5 de marzo. Una buena excusa para acercarse al teatro. 

José Luis González Subías


Fotografías: Javier Naval

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