Cuando la narrativa se hace teatro... "Las guerras de nuestros antepasados", de Miguel Delibes, adaptada para el teatro por Eduardo Galán


Poco más voy a poder añadir, me temo, a lo ya dicho con insistencia desde todos los medios de comunicación y una crítica que esta vez ha alzado su voz al unísono para elogiar la magnificencia de un Carmelo Gómez que alcanza, en Las guerras de nuestros antepasadosuna interpretación calificada de sublime. Calificativo al que gustosamente me sumo.

De nuevo una novela de Miguel Delibes toma forma teatral, esta vez de la mano del habilidoso y experimentado dramaturgo Eduardo Galán, para seguir cosechando triunfos sobre la escena. Cinco horas con Mario, Señora de rojo sobre fondo gris, Las guerras de nuestros antepasados... Seguro que el novelista vallisoletano nunca imaginó que sus hondas narraciones de la España más profunda y de su propia experiencia vital darían tanto juego sobre los escenarios del siglo XXI. Y, sin embargo, sus palabras, sus personajes y la intensidad analítica y comprensiva de su mirada siguen cautivándonos. Especialmente si quienes les dan vida tienen el nombre de Lola Herrera o José Sacristán, a los que viene a sumarse un Carmelo Gómez magistral en su interpretación del buen Pacífico, un hombre sencillo y de bien, noble en su tosca inocencia, rural, que repudia la violencia y es arrastrado a la muerte por esta y el estigma de unas guerras ajenas que lo han mortificado desde su nacimiento.

Como en las anteriores adaptaciones escénicas de Delibes, toda la acción se concentra en las palabras y en la mente del personaje principal de la pieza, que vierte una suerte de confesión, cercana al monólogo, donde los recuerdos y las emociones ligadas a estos cobran vida para hacernos comprender, en una simbiótica empatía humana, las vicisitudes que han llevado a Pacífico al lugar donde se encuentra. Y nos acompaña y guía en este viaje de descubrimiento, la otra gran figura que protagoniza la historia: un doctor que busca la verdad (el doctor Burgueño de la novela) y trata de librar, a quien considera inocente, de un horrible ajusticiamiento. Miguel Hermoso realiza un trabajo excepcional, interpretando este personaje desde una generosa contención que apuntala, ilumina y acompaña el soberbio papel otorgado a su interlocutor.

Claudio Tolcachir
, director del montaje, ha sabido conducir con inteligencia y maestría el relato de Pacífico Pérez, otorgando a los dos actores con quienes ha trabajado y a una palabra que suena a verdad en cada frase y cada expresión, a partir de una excelente adaptación teatral que recupera lo esencial de la historia convirtiéndola en lenguaje dramático, todo su peso. La sobriedad y la íntima contención del conjunto se realza con la original y efectiva escenografía creada por Monica Boromello, lo bastante dúctil e indefinida como para recrear diferentes espacios, sabiéndonos siempre en el mismo, y la iluminación de Juan Gómez Cornejo.

Poco más, como señalaba al inicio de estas palabras, puedo añadir a esta reseña de un espectáculo teatral que recomiendo no perderse. No solo por la lección actoral de Carmelo Gómez y Miguel Hermoso, sino por el resto de los aciertos mencionados y el resultado final de una pieza escénica perfectamente construida, que podría tomarse como modelo de adaptación de una novela llevada al teatro. Estrenada el 25 de enero de 2023, Las guerras de nuestros antepasados de Miguel Delibes, en versión escénica de Eduardo Galán, permanecerá en el Teatro Bellas Artes hasta el 26 de marzo. Es imprescindible verla.

José Luis González Subías


Fotografías: Teatro Bellas Artes

Comentarios

  1. Escribir sobre teatro y hacerlo con rigor es hacer teatro, y para quien lo lee se le estimula a formar al hecho parte de esa rueda que avanza hacia limaginación, La imaginación, el único instrumento, quizás con el que a veces podamos comprender algo de la realidad.

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