"La importancia de llamarse Ernesto" o La honestidad del trabajo bien hecho, en el Teatro Español


Poco aficionado al bunburismo, sin embargo me confieso oscarwildista, sin remisión alguna. Y parece que esa admiración por el más representativo escritor de alta comedia inglesa tardovictoriana, impregnada de decadentismo finisecular, es compartida por buena parte de la profesión teatral en España, a juzgar por los reiterados montajes que se han hecho en los últimos años -con notable interés, y éxito, por parte del público y la crítica- de las obras del dramaturgo irlandés, que La última bambalina ha tenido la oportunidad de comentar: Un marido ideal (2019), La importancia de llamarse Ernesto (2019), El abanico de lady Windermere (2022).

No hemos olvidado aún el excelente montaje de Ramón Paso sobre la comedia sin duda más popular de Oscar Wilde, cuando se nos ofrece la oportunidad de volver a encontrar sobre el escenario, esta vez nada menos que en las tablas del Teatro Español, una nueva versión, dirigida por David Selvas, de La importancia de llamarse Ernesto. Como señalábamos, no es esta la primera vez que desde estas páginas comentamos las delicias del ingenioso mecanismo teatral creado por Wilde, a la altura de su brillante pensamiento, y a ellas remitimos para quien desee ampliar su información sobre el conocido argumento de una pieza basada en el enredo a partir del equívoco permanente, los juegos de quid pro quo, las continuas afirmaciones llenas de irónica intención, los guiños críticos, el desenmascaramiento social, el cinismo... Pero nos gustaría centrarnos ahora en los primores de un espectáculo teatral -en el más completo y virtuoso sentido del término- que nos ha parecido excepcional en todos sus aspectos

Empezaremos destacando el acierto del planteamiento estético aportado a la obra, que conecta con el tono frívolo y vintage de la comedia tradicional burguesa, perfectamente conseguido gracias al diseño escenográfico de Jose Novoa y el vestuario -de un intemporal aire kitsch, con mucho estilo, muy siglo XX asomado al XIX- diseñado por Maria Armengol, al que se suma un muy buen trabajo de iluminación, a cargo de Mingo Albir. Mención aparte merece la brillante ambientación musical de la pieza, bajo la dirección de Pere Jou y Aurora Bauzá, que incluye composiciones originales de Paula Jornet interpretadas por ella misma en su original y efectivo papel de Cecily Cardew. Es este uno de los elementos más singulares de la nueva versión, con tintes de comedia musical, de La importancia de llamarse Ernesto, que estos días reina en Madrid encumbrada por los aplausos y las sonrisas cómplices de un público ganado para la causa oscarwildiana -si no lo estaba ya antes- y, con toda seguridad, para el teatro.

Un chorro de aire fresco
, además del que corría anoche por la Plaza de Santa Ana, es lo que transmite el magnífico montaje dirigido por David Selvas de esta comedia que resulta comercial, sin perder su hondo e inteligente contenido, y tiene el acierto de respetar a Wilde haciéndolo totalmente actual.

Hemos dejado en cualquier caso, para el final, el plato realmente fuerte de este brillante espectáculo teatral lleno de vida, y es el magnífico trabajo llevado a cabo por los siete intérpretes que conforman el reparto. Excepcionales las actrices María Pujalte (Lady Bracknell), Paula Malia (Gwendolen Fairfax), Paula Jornet (Cecily Cardew) y Gemma Brió (Miss Prism), que adquieren en esta versión un protagonismo pocas veces conseguido en los montajes de la pieza; del mismo modo que los actores Pablo Rivero (John Worthing), Ferran Vilajosana (Algernon Moncrieff) y Albert Triola (Lane/Chasuble), que sostienen con firmeza sus personajes frente al empuje arrollador de los personajes femeninos. Resulta difícil destacar a unos sobre otros en un trabajo de tal conjunción de talentos, pero nos agradaron especialmente -sin menoscabo en absoluto de los restantes, a quienes podríamos dedicar singularmente merecidos elogios- las maneras sobre el escenario de Vilajosana y de una María Pujalte con una apostura escénica que nos trasladó a la tradición de las más grandes actrices de este país.

La importancia de llamarse Ernesto, a nuestros ojos, es uno de los mejores montajes teatrales de la presente temporada. Estrenado el pasado 19 de enero, permanecerá en el Teatro Español hasta el 19 de febrero. En nuestra opinión, una apuesta segura, que estamos seguros hará disfrutar a cuantos se acerquen a verla. Una obra que no pueden perderse.

José Luis González Subías


Fotografías: Pablo Lorente
Imágenes cedidas por el Teatro Español

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