"El público", reivindicación y belleza del surrealismo lorquiano en la mirada de Alfonso Zurro


¡Qué gozo se siente al plantarse en una butaca frente a un escenario donde se representa una obra dedicada a uno mismo, el público, esa entelequia imaginada y deseada por quienes se dedican a hacer vivo el escenario, al que tratan de agasajar o vilipendiar según les vaya la apuesta en el intento! Con ese título escribió Federico García Lorca, hacia 1930, uno de sus textos más complejos y difíciles; una gran metáfora visionaria, rayana en la más pura abstracción conceptual, culminación de la vanguardia histórica, donde el símbolo se erige en el mecanismo básico de expresión y significado.

Alfonso Zurro
ha sabido captar la esencia del Lorca más radical y adelantado a su tiempo, dando forma a un espectáculo de una enorme belleza estética -al que no son ajenos elementos del teatro de la crueldad-, y una plasticidad que rebosa arte en cada gesto e intención. Sobre un texto que requiere la mayor concentración para captar su significado, el director salmantino ha construido un universo que resuena inequívocamente a Lorca, pero en el que reconocemos la experta mano y el estilo de las creaciones firmadas por este andaluz de adopción que ha dejado una impronta imborrable en las producciones del Teatro Clásico de Sevilla, entre las que se incluye este nuevo montaje de El público, estrenado el pasado 20 de abril en la sala Max Aub de las Naves del Español. Es por ello que cobran un destacado protagonismo, en esta lectura escénica del texto lorquiano, los elementos que conforman el diseño espacial -incluido un fascinante vestuario, ingenioso, elegante y muy atractivo visualmente, pleno de sugerencias-, a cargo de Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán, y la no menos expresiva e impactante iluminación diseñada por Florencio Ortiz, a los que se añade, con la misma efectividad y belleza, el más que apropiado en esta ocasión recurso de unas recurrentes proyecciones sobre la escena, obra de Fernando Brea, que juegan con la abstracción y el universo surrealista que desprende la obra.

Porque El público es el surrealismo llevado al teatro, y reclamado por Lorca para este; a través del cual el poeta granadino expresa, junto con sus deseos más ocultos, su anhelo de liberar la verdad que subyace en las cloacas del inconsciente; o, utilizando sus propias palabras, bajo la arena. Una verdad que debe ser llevada también a los escenarios, convertidos en museos o vitrinas de cartón, artificiales y falsos, aunque para ello sea necesario enfrentarse al público que los alimenta ("¿Qué hago con el público si quito las barandas al puente? Vendría la máscara a devorarme").

Junto al fascinante espectáculo visual que ofrece el montaje creado por Alfonso Zurro, y el no menos fascinante universo literario del autor, pleno de poeticidad y surrealismo, debe añadirse el empleo de una justa utilización de escogidos números musicales -compuestos por Alejandro Cruz Benavides- que aportan ritmo y frescura al espectáculo, convirtiéndose en nuevos estímulos sensoriales que lo completan y dan forma; sobre los que cabalga, desliza y descuella un muy compacto elenco de nueve actores que realizan un trabajo brillante, sin fisuras, responsables directos asimismo del excelente resultado de esta producción, cuyos nombres -Juan Motilla, Luis Alberto Domínguez, Lorena Ávila, Santi Rivera, Raquel de Sola, Piermario Salerno, Íñigo Núñez, José María del Castillo, Silvia Beaterio- deben ser destacados con encendido elogio.

Es en definitiva, El público, que estos días se representa en la sala Max Aub de las Naves del Español, un espectáculo de gran calidad artística, digno de Lorca y de esa singular -y difícil- obra que escribió hace ya casi un siglo y que aún sigue siendo ejemplo de teatro provocador, alternativo, irreverente y vanguardista para el público de nuestro tiempo. Una verdadera lección de dirección escénica -excelente Alfonso Zurro-, y de tantas otras cosas, este montaje que permanecerá en escena hasta el 14 de mayo y que, sin duda alguna, hay que ver.

José Luis González Subías


Fotografías: Luis Castilla

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