"El ataúd", una inquietante distopía teatral de Francisco J. de los Ríos


El dramaturgo y director madrileño Francisco J. de los Ríos acaba de presentar, en el Teatro de las Aguas, una nueva creación teatral en la que vuelve a uno de los géneros que ha cultivado con mayor interés y personalidad; ese "teatro terror", con tintes de thriller psicológico, género negro de raíces gótico-románticas, a caballo entre el gore y el horror, más cultivado en el cine que en las tablas de los escenarios, del que dejó buena muestra en el libro homónimo publicado en 2022, donde el autor incluyó tres de sus textos más representativos de esta corriente: La habitación, La bruja y La sombra del monstruo

A este categoría pertenece El ataúd, una asfixiante distopía ubicada en un mundo infernal donde el calor sofocante y el fuego se han adueñado de las calles, y las personas se refugian en sus madrigueras, para sobrevivir, tratando de fingir una normalidad inexistente. Nada ni nadie es normal en ese mundo creado por Ríos, donde los maniquíes conviven con seres humanos tan vivos o muertos como ellos, y la locura se ha adueñado de una existencia marcada por el miedo, el odio y la venganza; o simplemente el deseo de matar o morir. 

La acción de la obra transcurre en el espacio interior de un teatro abandonado, en el que Fermín vive rodeado de enseres llenos de vida inanimada; entre los que destaca, junto con el ataúd que domina la escena y un violoncelo de especial relevancia -estética y conceptual- en el desarrollo de la trama, la presencia de varios maniquíes femeninos, vestidos con llamativos y significativos atuendos relativos al amor -un vestido de novia- y el placer, que contrastan con la marcada soledad del personaje y la permanente tensión que se percibe en escena. Una atmósfera inquietante, opresiva y lúgubre, dominada por los tonos oscuros de un espacio dominado por la presencia central de ese ataúd en el que yace Clarisa, actriz contratada por aquel para representar a las mujeres muertas de su vida, es el presagio inasible de algún próximo e inevitable suceso funesto que en todo momento se percibe, se sabe, va a suceder. ¿En qué momento? ¿Cuál es el inesperado giro con que el dramaturgo, digno representante del género truculento y el suspense teatral, heredados de Poe y de Hitchcock, nos sorprenderá?

Una obra de morbosa sensualidad y apuntes necrofílicos, donde los símbolos -obsérvese la recurrente presencia del agua purificante, el fuego amenazador, y el permanente deseo de beber de Fermín- lo son todo, llena de aciertos escenográficos -excelente el uso de los ya mencionados maniquíes, así como la ingeniosa cortina iluminada que deja ver los cambios de ropa de una Clarisa tan opaca y misteriosa como las sombras que le dan vida-, es lo que los amantes de la intriga psicológica, la inquietud dramática y el misterio, encontrarán en El ataúd, la nueva obra de un Francisco J. de los Ríos, a cargo asimismo de su dirección, que nunca deja de sorprender en su autenticidad y coherencia escénicas.

Mención aparte merecen los dos intérpretes que protagonizan la pieza, Jennifer Baldoria y Goyo de Pacheco, brillantes en sus respectivos papeles. La intensidad de los ojos y las palabras de Pacheco, quien dice tanto con estas como con sus silencios, se adecúan perfectamente al personaje que interpreta; y la impecable naturalidad dramática de una Jenny Baldoria cuya fuerza y verdad convencen y arrastran, son una garantía, en ambos casos, de la calidad del espectáculo.

Siempre es un placer acudir a estas salas alternativas, ese circuito off que permite a tantos profesionales del teatro subsistir, alimentando al tiempo la savia del gusto por las representaciones escénicas en los entornos más íntimos y cercanos; ese teatro de barrio, cuyas aguas son tan necesarias y purificadoras como su presencia en la obra de Ríos, estrenada, en un guiño casi nacido del propio texto, en un Teatro de las Aguas al que merece la pena acudir para verla.

Estamos convencidos de que El ataúd llamará la atención y despertará de nuevo el interés del público, tal y como ya sucediera con La habitación durante cuatro años (un fenómeno nada habitual en la programación del teatro alternativo). Por lo pronto, podrá verse durante los restantes domingos del mes de junio, en el Teatro de las Aguas. Una propuesta teatral distinta, muy interesante y de calidad, que merece la pena no perderse.

José Luis González Subías


Fotografías: Luis Saguar y Goyo de Pacheco

Comentarios

  1. Wilfredo A. Ramos12 de junio de 2023, 8:28

    Enhorabuena poder disfrutar del lujo de tener en escena tan variado calidoscopio teatral en esos bendecidos escenarios madrileños… envidia, pero de la buena!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy agradecido, Wilfredo, por tu amable comentario. A mi manera, trato de contribuir tanto al estudio como a la divulgación de la dramaturgia contemporánea, desde mi pequeño rincón de Madrid. Tu valoración me anima a creer que mis palabras y el tiempo que dedico a plasmarlas merece la pena. ¡Saludos!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una "paradoja del comediante" tan necesaria y actual como hace doscientos años

"La ilusión conyugal", un comedia de enredo donde la verdad y la mentira se miran a los ojos

"Romeo y Julieta despiertan..." para seguir durmiendo